Discursos de cuatro maestros Zen

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1. Discurso del maestro Hsu Yun

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Xuyun

Xuyun (1840?-1959)

El maestro Hsu Yun [Xuyun] es el maestro Zen más célebre de China. En la actualidad tiene ciento diecinueve años, pero todavía es sano de cuerpo y activo mentalmente. Ha dado instrucción a miles de discípulos y, en las últimas décadas, ha establecido numerosos monasterios en distintos lugares de China. La historia de su vida está llena de episodios interesantes. Hsu Yun es tenido por la primera autoridad de la China actual en Zen. Los sermones que reproducimos fueron dichos por él hace algunos años, cuando practicaba con algunos discípulos la habitual "Meditación de los Siete Días" [Nota final 2-4] en el monasterio del Buda de Jade, en Shanghai.

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Primer día del primer período, J9 de enero a las 19 horas  [Nota final 2-5]

Después de rendir homenaje a Su Reverencia Hsu Yun, los monjes lo invitaron a que pasara a la Sala de Meditación del monasterio. Hsu Yun se paró en la mitad de la sala y los monjes formaron dos filas, una a cada lado de Su Reverencia. Uno de los monjes tenía un llamador. Los discípulos asistentes, que participaban de la Meditación de los Siete Días, y que habían venido de todas partes del país, formaban un amplio círculo en derredor. Entonces el Reverendo levantó su llamador y se dirigió del siguiente modo al público: "Éste es el nuevo mes de un nuevo año y, ahora, podemos afortunadamente reunirnos para practicar la Meditación de los Siete Días. Aquí hemos de aprender las enseñanzas de la No-Acción (Wu wei). "No-acción" significa que no existe absolutamente nada para hacer o aprender. Por desgracia, cualquier cosa que yo diga sobre la "nada" no dará en el blanco. Amigos y discípulos, si no os atáis a las Diez Mil Cosas con vuestras mentes, descubriréis que la chispa de la vida emana de todo.

"Hoy es el primer día de nuestra meditación. Amigos, ¿qué pensáis? ¡Ah!..."

Después de un largo rato, el maestro gritó: "¡corred!" En seguida todos los discípulos, obedeciendo a su pedido, empezaron a correr en círculo. Después de dar varias vueltas, un monje dio la señal de "basta", golpeando la tabla-llamador contra una mesa, lo cual produjo un gran ruido. Inmediatamente todos los corredores se detuvieron. Después de un rato, todos se sentaron en el suelo, con las piernas cruzadas. La sala estaba en profundo silencio; ni el más leve sonido podía oírse, como si se estuviera en un aislado desfiladero de montaña. Esta meditación silenciosa duró más de una hora. Luego todos se levantaron y empezaron de nuevo a dar vueltas. Después de dar varias vueltas se pararon de repente cuando se dio la señal de "basta".

Entonces el maestro se dirigió al grupo con estas palabras: "El director de este monasterio es bondadoso y compasivo. Gracias a sus sinceros esfuerzos, hemos podido hacer esta Meditación. Todos los miembros de la compañía, y vosotros, protectores profanos, sois diligentes y estáis inspirados por el Tao. Todos vosotros me pedisteis que dirigiera a este grupo en esta Meditación de los Siete Días. Me siento honrado e inspirado por esta noble ocasión. Pero últimamente no me he sentido bien, de tal modo que no puedo hablar mucho tiempo. Nuestro Señor el Buda predicó el Dharma durante más de cuarenta años, a veces explícitamente, a veces en forma implícita. Sus enseñanzas están expuestas y constan en los Tres Grandes Cánones. De tal modo que, ¿es necesario que yo diga algo? Lo más que puedo hacer, y lo mejor, es repetir las palabras de Nuestro Señor el Buda y los Patriarcas. De todos modos, debemos saber que la enseñanza del Zen se trasmite por otras vías que la doctrina budista oficial. Esto es puesto de manifiesto en el primer koan Zen. Cuando Buda tenía la flor en la mano y la mostró a sus discípulos, ninguno de ellos entendió su intención, salvo Mahakasyapa, [1] quien sonrió a fin de dar a entender que comprendió lo que Buda quería decir. Entonces el Buda dijo: 'Tengo el tesoro del Dharma justo y la maravillosa mente del Nirvana -la forma verdadera, sin forma- que ahora os he de trasmitir'. [2]

[1. en.wikipedia.org/wiki/Mahakasyapa ]

[2. Esta historia tradicional de larga data ahora se considera como una invención creada para agregar peso a las enseñanzas zen, ya que se ha considerado insuficiente para rastrear el zen solo hasta Hui Neng o Bodhidharma. El primer registro escrito de la historia es un texto fechado en 1077. Ref. (nuestro sitio, inglés) Stuart Lachs, The Zen Master in America, note 8.]

"Por lo tanto, debéis comprender que el Zen es una enseñanza que se trasmite fuera de los caminos regulares de la doctrina budista, sin acudir a muchas palabras o explicaciones. Zen es la enseñanza más elevada y más directa, que lleva a la Iluminación instantánea, siempre que uno sea capaz de entenderlo de repente. Algunas personas imaginan erróneamente que las veinte chans (dhyanas) mencionadas en el Sutra de la Gran Sabiduría [3] comprenden la totalidad del Zen. Esto es un error completo. Estas Dhyanas no son las más elevadas.

[3. en.wikipedia.org/wiki/Prajnaparamita ]

"El trabajo de nuestra chan no tiene un proceso gradual o etapas sucesivas. Nuestra chan es la chan suprema, que consiste en captar instantáneamente la naturaleza del Buda. Pero, siendo esto así, ¿qué necesidad hay de practicar la llamada Meditación de los Siete Días? Porque la capacidad de las personas para practicar el Dharma se deteriora incesantemente. Actualmente las personas tienen demasiados pensamientos divergentes en sus mentes. Por lo tanto, los Patriarcas han ideado métodos y técnicas especiales, como la Práctica de los Siete Días, los ejercicios koan, la carrera en círculo, etcétera, para enfrentar esta situación y ayudar a las personas de poca capacidad.

"Desde los tiempos de Mahakasyapa hasta ahora han pasado unas sesenta o setenta generaciones. En los tiempos de Tang y de Sung, el Zen se difundió por todas partes bajo el sol. ¡Cuán grande y glorioso era en aquellos días el Zen! ¡Ay! ¡En qué estado lamentable se encuentra ahora el Zen, por comparación! Sólo Chin Shan (el Monasterio de la Montaña de Oro), Kao Ming (el Monasterio del Cielo Supremo), Pao Kung (el Monasterio de la Divina Luz) y algunos otros mantienen las tradiciones Zen. Por lo tanto, en las escuelas Zen de nuestros días no es posible encontrar muchas figuras notables.

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"En una ocasión, el Séptimo Patriarca, Shen Hui, preguntó al Sexto Patriarca, Hui Neng: '¿Qué práctica es menester seguir, con el fin de no caer dentro de una categoría?' 'Practicar la Santa Verdad'. Shen Hui contestó: 'Yo ni siquiera practico la Santa Verdad'. 'En ese caso, ¿a qué categoría perteneces?' 'La misma Verdad Santa no existe, ¿cómo podrían existir las categorías?' Al escuchar esta respuesta, el Sexto Patriarca quedó impresionado por la sabiduría de Shen Hui.

"Pero nosotros, que no tenemos las elevadas dotes de los patriarcas, debemos inventar métodos, como la práctica Hua Tou, que nos enseña a practicar un problema koan especialmente elegido y cristalizado en una simple oración, a Hua Tou. Después de la Dinastía Sung, la Escuela de la Tierra Pura se volvió muy popular, y la recitación del nombre del Buda Amida se convirtió en una práctica difundida entre los budistas. En estas circunstancias, los grandes maestros Zen recomendaban a los fieles que practicaran el Hua Tou de '¿Quién recita el nombre de Buda?'

"Este Hua Tou se convirtió en el más popular de todos, y aún lo sigue siendo. Pero hay mucha gente que aún no sabe practicarlo. ¡Algunos son tan tontos que se limitan a repetir la frase misma! La práctica Hua Tou no consiste en repetir la frase o concentrarse en ella. Consiste en tsen la naturaleza misma de la frase. Tsen significa mirar con penetración y observar. En la sala de meditación de cualquier monasterio nos solemos encontrar con la siguiente advertencia, pegada en las paredes: 'Observa y contempla tu Hua Tou'. Aquí, 'observar' quiere decir mirar al revés, es decir, mirar hacia atrás, y 'contemplar' quiere decir aplicar la mente en forma penetrante dentro del Hua Tou. Nuestras mentes están habituadas a salir y a sentir las cosas del mundo exterior. Tsen consiste en invertir este procedimiento y mirar hada adentro. '¿Quién recita el nombre de Buda?' es la Hua, la oración. Pero antes de que surja la idea de esta oración tenemos el tou, el fin. Tsen esta Hua Tou consiste en contemplar esta idea misma de ¿Quién?, penetrar en el estado previo al momento en que surge el pensamiento, y percibir qué es este estado. Consiste en observar de dónde proviene esta misma idea de ¿Quién?, contemplarla como es, y sutil y suavemente penetrar en ella.

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"En el ejercicio que consiste en dar vueltas, es menester mantener el pescuezo erguido, de modo que la nuca esté en contacto con el cuello, y seguir de cerca a la persona que está adelante. Hay que mantener la mente calma y tranquila. No hay que darse vuelta a mirar, sino que hay que concentrar la mente en el Hua Tou. Al sentarse a meditar, no hay que levantar el pecho en forma artificial. Al respirar, no hay que espirar y aspirar con fuerza. Hay que respirar con un ritmo natural. Controlad vuestros seis sentidos y apartad todo lo que turbe vuestra mente. No penséis en nada, pero observad vuestra Hua Tou. No olvidéis vuestra Hua Tou. La mente no debe estar forzada ni tener asperezas, pues en tal caso continuará vagando y no encontrará la paz, pero tampoco debéis permitir que la mente se entorpezca y se vuelva perezosa, pues entonces os dará sueño y, en consecuencia, caeréis en la trampa del 'vacío'.

"Si podéis tener siempre presente a vuestra Hua Tou, dominaréis fácil y naturalmente la técnica. De esta manera, todos vuestros pensamientos habituales quedarán controlados. No es fácil a los principiantes practicar bien, pero no hay que asustarse ni descorazonarse, ni se debe albergar el pensamiento de que vais a obtener la Iluminación por el hecho de que estáis practicando la Meditación de los Siete Días, cuyo fin es, precisamente, la Iluminación. ¡Cualquier idea de alcanzar la Iluminación es tan innecesaria y tan tonta como la de querer agregar una cabeza a la cabeza que ya tenéis! No debéis preocuparos si en un principio no sabéis practicar vuestra Hua Tou; lo que debéis hacer es tenerla siempre presente y observarla en forma continuada. Si surgen pensamientos perturbadores, no los sigáis, pero reconocedlos por lo que son. El proverbio lo dice bien:

No os preocupéis de las ideas que turban, pero ¡cuidado! si las percibís cuando ya es tarde.

"Al principio, todo el mundo sufre por la aparición de pensamientos errantes y continuos, y no puede recordar su Hua Tou, pero poco a poco, a medida que pasa el tiempo, la Hua Tou resultará más fácil. Entonces la podréis emprender fácilmente y no se os escapará mientras dure el plazo fijado. Entonces descubriréis que el trabajo no es difícil. ¡Muchas tonterías he dicho hoy! ¡Lo mejor que podéis hacer es iros y poneros a practicar vuestra Hua Tou!"

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El segundo día del primer período, 10 de enero

El maestro volvió a hablar al público de esta manera:

"La Meditación de los Siete Días es la mejor manera de lograr la Iluminación dentro de un período determinado. En otros tiempos cuando la gente estaba más dotada, muchos budistas de la escuela Zen no prestaban atención a esta práctica. Pero la práctica empezó a ganar popularidad durante la dinastía Sung. Merced al favor que logró del emperador Yung Cheng durante la dinastía Ching, la práctica se difundió por todo el país. El emperador Yung Cheng, de la dinastía Ching, era un budista Zen aventajado y tenía gran admiración y respeto por las enseñanzas del Zen. En su palacio, la Meditación de los Siete Días se llevaba a cabo con mucha frecuencia. Siguiendo sus instrucciones, unas diez personas lograron la Iluminación. Por ejemplo, el maestro Tien Hui, del Monasterio del Supremo Cielo en Yang Chow, logró la Iluminación siguiendo sus enseñanzas. Este emperador reformó los sistemas y las reglas de los monasterios Zen y las prácticas Zen. Por obra de él el Zen adquirió nueva energía, y muchos notables maestros florecieron en sus días.

"Por el momento nos ocupamos del Chan. ¿Qué es el Chan? En sánscrito se llama dhyana -práctica de la concentración profunda, o contemplación-. De ella hay muchas clases, como hinayana y mahayana (con forma y sin forma). Pero el Chan de la escuela chan de China es el chan supremo, distinto de todos los otros. Esta sala en que estamos sentados se llama la Sala Prajna, o la Plaza de la Iluminación. Es aquí mismo que vosotros debéis penetrar en la 'sensación de duda' y cortar las amarras con la vida. En esta sala sólo se estudia la enseñanza de la Nada o el Dharma de la no-acción. Porque (en realidad) no hay nada que hacer y nada que obtener, pues todo lo que está sometido a la acción se somete a la 'aparición' y 'extinción' consecuentes.

"Todo lo que puede ser obtenido ha de ser, igualmente, extraviable. Todas las otras prácticas de dharma, como suplicaciones, penitencias, recitación de sutras, etc., logran algo, son medios relativos y enseñanzas oportunas. El Zen os ayuda a obtener la (cosa esencial) en éste mismo momento, sin necesidad de utilizar palabras. Un monje le preguntó a Nan Chuan: '¿Qué es el tao?' Y Nan Chuan contestó: 'El espíritu corriente es el tao'. ¿Entendéis esto? En realidad siempre estamos en el tao: comer, caminar, vestirse, etc. Ninguna actividad puede separarse del tao. Nuestro error consiste en aferrarnos todo el tiempo a las cosas, por eso no podemos comprender que la mente del 'yo' es el Buda.

"Un discípulo, Ta Mei, le preguntó a Ma Tsu: '¿Qué es el Buda?' y Ma Tsu contestó: 'La mente es el Buda.'. En cuanto oyó la respuesta, Ta Mei recibió la Iluminación. Entonces se inclinó ante Ma Tsu, le dio las gracias y se fue. Más tarde, Ta Mei residía en una ermita en la provincia de Che Chiang y tenía muchos discípulos. Su fama llegó a oídos de Ma Tsu. Con el fin, de estar seguro de la capacidad de su entendimiento, Ma Tsu envió un monje a la ermita para que averiguara en qué estaba Ta Mei. A este monje se le propuso el koan de 'No existe la mente y no existe el Buda', con el fin de probar con él a Ta Mei. Cuando el monje llegó a la ermita, Ta Mei le preguntó: '¿De dónde llegas, Reverendo?'

-Llego de hacer una visita al gran maestro Ma.

-¿Qué clase de budismo está enseñando?

-¡Ah, su budismo ha cambiado en los últimos años!

-¿De qué modo?

-Antes el gran maestro Ma decía: 'La mente es el Buda mismo', pero ahora dice que no es ni la mente ni el Buda.

"Ta Mei se mordió los labios y dijo: 'Este canalla está tratando de confundir a la gente. Que siga diciendo que no es la mente ni es el Buda. Yo seguiré diciendo que la mente es el Buda'.

"Esta anécdota nos demuestra que los antiguos tenían una comprensión decisiva e inconmovible del Zen, y que lo entendían con sencillez y directamente.

"Pero nosotros somos personas mucho menos dotadas. Los pensamientos casuales invaden nuestras mentes. Desesperados, los grandes Patriarcas idearon esta práctica de Hua Tou para nosotros, no porque tenga mucho valor en sí, sino tan sólo porque los Patriarcas no tenían ningún otro medio de ayudarnos, salvo el de encontrar un método expeditivo.

"El maestro Kao Feng dijo: [4] 'Al practicar el Zen, debemos actuar como si tiráramos una baldosa a un estanque: la baldosa se hunde y se hunde, hasta que llega al fondo'. En otras palabras, en nuestra práctica debemos mirar el fondo de la Hua Tou, hasta que lleguemos a penetrarla. El maestro Kao Feng fue más allá e hizo una afirmación: 'Si alguien emprende la Hua Tou, sin que un pensamiento inoportuno le aparezca en el término de siete días, yo he de irme al fondo de los infiernos'.

[4. Historia del maestro Kao Feng: cp-2c5-historia-kao-feng.htm ]

"Cuando los principiantes practican el Zen, tienen siempre dificultades en controlar sus pensamientos vagos, y sufren considerablemente. No saben qué hacer. Lo importante es persistir en vuestra Hua Tou siempre -caminando, acostados y parados- de la noche a la mañana, respetándola en forma clara y precisa, hasta que se parezca a la luna de otoño, reflejada limpiamente en las aguas tranquilas. Si practicáis de esta manera, habréis de llegar al estado de Iluminación. Al meditar, si tenéis sueño, siempre podéis abrir bien los ojos y enderezar la espalda, os sentiréis más frescos y más despiertos que antes.

"Cuando practiquéis la Hua Tou, no debéis ser ni demasiado ajustados ni demasiado sueltos. Si estáis muy ajustados, tal vez os sintáis serenos y cómodos, pero estaréis a punto de perder la Hua Tou. En consecuencia, caeréis en el 'vacío'. En estado de serenidad, si no perdéis la Hua Tou, podréis ascender hasta el fin del palo por el cual habéis subido. Si estáis demasiado flojos, os sentiréis atacados por un exceso de pensamientos no controlados. Os resultará difícil controlarlos. En una palabra, el discípulo del Zen debe ser adecuado, ni demasiado ajustado ni demasiado flojo, en el ajuste debe haber soltura, y en la soltura debe haber ajuste. Practicando de este modo, es posible progresar y unificar la quietud con el movimiento.

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"Recuerdo que antiguamente, cuando yo practicaba el ejercicio de dar vueltas, en el Monasterio de la Montaña de Oro y otros lugares, los monjes nos hacían correr como galgos. ¡Los monjes sabíamos correr, entonces! Pero cuando sonaba el llamador con la señal de 'basta', entonces todos nos quedábamos parados como estacas. ¡Pensad! ¿Podían surgir en estas condiciones la somnolencia, los pensamientos turbadores?

"Cuando uno medita en posición sedente, nunca debe llevar la Hua Tou demasiado arriba; si se la lleva muy arriba, puede sobrevenir un dolor de cabeza. Y no debéis situar la Hua Tou en el pecho; en tal caso, sentiréis incomodidad y tendréis dolor en esa región. Y tampoco debéis llevar la Hua Tou demasiado abajo, en ese caso tendréis trastornos estomacales y veréis visiones engañosas. Lo que debéis hacer es observar la palabra 'quién' suavemente, con una mente serena, respirando regularmente, como una gallina que empolla o un gato que acecha a un ratón. Si sois capaces de hacer esto, os encontraréis uno de estos días con que sois capaces de quebrar de repente el fondo de vuestra fuente de vida".

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Cuarto día del primer periodo, 12 de enero

"Ya han pasado tres de nuestros siete días. Me alegro mucho de que todos trabajéis con tanta aplicación. Algunos de vosotros me habéis traído algunos poemas y estrofas y me habéis pedido que los comente. Algunos decís haber visto el Vacío, la luz, etc. Nada de esto está mal, pero, juzgando al respecto, estoy seguro de que os habéis olvidado de lo que yo os dije en los dos primeros días. La última noche os dije que la práctica del tao consistía nada más que en seguir y reconocer el Camino. ¿Qué es el Camino? La contemplación interior del Hua Tou, que es como una espada real. Con ella matáis al Buda cuando se presenta, con ella matáis también al diablo. Con esta espada, ni una sola idea aislada permanece, ni un dharma solitario. ¿Cómo es posible, pues, que tengáis la suficiente distracción para componer poemas y estrofas y ver visiones de la luz y del Vacío? Si seguís por este camino, dentro de poro tiempo os habréis olvidado completamente de vuestra Hua Tou. Recordad que practicar la Hua Tou significa contemplarla constantemente, sin un solo instante de interrupción. Como el río que siempre fluye, la mente debe ser lúcida y consciente. Todas las ideas samsáricas y nirvánicas deben ser extirpadas. Como ha dicho el gran maestro Zen, Huan Po:

Practicar el tao es lo mismo que defender al Palacio Real durante una invasión.

Defiéndelo con tu vida ¡lucha por él con toda el alma!

Después de todo, si el frío cruel no ha penetrado hasta la médula de tus huesos, ¿cómo podrás sentir la fresca fragancia del pimpollo de ciruelo?

"Los seres sensibles tenemos la Conciencia Fundamental, la llamada Octava Conciencia que puede designarse como la Reina de las Conciencias. La Reina está atendida por la Séptima, la Sexta y las otras cinco conciencias -la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto-. Estos son los cinco ladrones externos. La Sexta Conciencia es la mente, el ladrón interno. La Séptima se somete a la facultad de conocimiento de la Reina, la Octava Conciencia. Bajo su dirección, la Sexta Conciencia y las cinco restantes se fijan en los colores, los sonidos, los contactos, etcétera. Es así que la Conciencia Principal está atada y no puede dar vuelta la cabeza siquiera.

"La Hua Tou que practicamos aquí es como una espada afilada con la cual podemos matar a estos ladrones y transformar a la Octava Conciencia en la Sabiduría del Gran Espejo, a la Séptima Conciencia en la Sabiduría de la Igualdad, a la Sexta en la Sabiduría de la Observación y a los cinco sentidos en la sabiduría del hecho cumplido. Pero lo fundamental consiste en transformar primeramente a las Conciencias Séptima y Sexta, pues son estas dos las que dirigen e influyen a las demás. Su función consiste en distinguir, diferenciar, conceptualizar e inventar. Pero los poemas que vosotros habéis compuesto, la luz del Vacío, etc., que habéis percibido, no son más que las construcciones de estas dos conciencias. Debéis olvidaros de todo esto y aplicaros a vuestra Hua Tou. Asimismo, debéis saber que hay otra acechanza para el discípulo Zen: la meditación inerte, que entorpece el cerebro. Este es el error más grave. Ahora, permitidme que os cuente un koan:

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"El maestro que fundó el monasterio Shih Tan estudió el Zen con diferentes maestros, y viajó de un lugar a otro. Era una persona muy activa y todo el tiempo practicaba el Zen. Una noche, parado en una posada, oyó a una muchacha que amasaba bollos y cantaba la siguiente canción en un cuarto contiguo:

Oh, Chang es el bollo de arvejas y
Li también es el bollo de arvejas. [Nota final 2-6]
De noche, cuando pones la cabeza en la almohada
surgen en tu mente mil ideas.
Pero al despertarte por la mañana
sigues amasando bollos.

"El maestro Zen estaba practicando la meditación cuando la muchacha cantó esta canción. Al oírla, recibió la Iluminación. Por esta anécdota nos enteramos de que la práctica Zen no debe ser, necesariamente, cumplida en los templos y en las salas de meditación. En cualquier parte, en todas partes es posible lograr la Iluminación, si concentramos la mente en la tarea y no nos dejamos distraer por otras consideraciones".

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Último día del segundo período, 23 de enero

El Maestro se dirigió del siguiente modo a sus discípulos: "Este es el último día de nuestros dos períodos de meditación. Debo felicitar a todos por haber sido capaces de realizar la tarea. Hoy habré de investigar vuestras actividades Zen y veré si habéis realizado adelantos o no. Es menester que os pongáis de pie y, con palabras sencillas y honradas, describáis vuestras percepciones y experiencias a todos. ¡Ea, pues, el que haya recibido la Iluminación, póngase de pie y háblenos!"

Pasó un largo rato y nadie se puso de pie. El Maestro no dijo nada y se retiró del salón.

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