2. Las siete clases de meditación

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Un estudio comparativo de las técnicas de meditación de las distintas religiones, escuelas y sectas constituye una investigación difícil y fascinante, que está más allá del alcance de este libro. De todos modos, las principales prácticas de la meditación empleadas en el budismo mahayana pueden agruparse en siete clases.

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1. Práctica de la Meditación mediante Ejercicios Respiratorios

De acuerdo con la teoría básica que afirma la identidad de mente y prana, si un hombre puede controlar su respiración, también puede controlar su mente. El ejercicio respiratorio es, por lo tanto, uno de los mejores caminos que lleva al samadhi.

La expresión "ejercicio respiratorio" alude al condicionamiento de la respiración mediante ciertas técnicas y siguiendo un programa determinado. Los métodos más populares consisten en contar las tomas de aire, suprimirlas o contener el aliento.

De estos procedimientos, tal vez el más fácil y el más seguro es el primero. Muchos maestros budistas lo han recomendado, y ha sido practicado por la mayoría de los meditadores budistas durante siglos. En contraste con los otros, este tipo de meditación puede ser practicado sin necesidad de acudir a la ayuda del gurú, si uno conoce suficientemente las técnicas respiratorias y comprende el principio básico de la práctica dhyana. El gran maestro Chih I, fundador de la escuela Tien Tai [1] en China, explica muy claramente los ejercicios de "recuento y continuación" en su célebre libro Lu Miao Fu Meng, o Las Siete Entradas Maravillosas (a la iluminación). Estas llamadas maravillosas entradas se interpretan de diez maneras distintas según los puntos de vista de diez diferentes campos de estudios, y constituyen así sesenta maneras de encarar el principio de las "Siete Entradas Maravillosas".

[1. en.wikipedia.org/wiki/Tiantai ]

Cuando se aplica este principio, al problema de la respiración, nos encontramos con seis etapas sucesivas.

La primera etapa, llamada "La etapa en que se cuenta la Respiración" consiste en concentrar la mente en la numeración de cada inhalación o exhalación -en ningún caso, las dos por vez-. Hay que contar de uno a diez, lenta y tranquilamente. Si el recuento es interrumpido por algún pensamiento, el yogui debe empezar de nuevo y contar desde uno. Mediante la práctica repetida, adquirirá eficiencia en este ejercicio, los pensamientos divergentes serán eliminados, y el proceso se realizará sin interrupciones. La respiración se volverá así sutil ligera y controlada. Después, la necesidad de contar la respiración se hace más débil -el recuento se ha convertido en un obstáculo para el yogui-. Esta experiencia se llama "La Realización del Recuento del Aliento". Cuando el yogui ha llegado a este punto, abandona el recuento y procede a la segunda etapa, conocida como "La Secuencia del Aliento".

En esta etapa la mente del yogui se funde con su respiración, y la sigue en la inhalación y exhalación con comodidad y perfecta continuidad. Ahora sentirá que el aire que aspira se difunde por todo su cuerpo, y que llega hasta la raíz de los cabellos, y su mente se volverá calma y serena. Esta experiencia se llama "La Realización de la Secuencia del Aliento". Al llegar a este punto, "la Secuencia del Aliento" se convierte también en un estorbo y el yogui debe abandonarla y avanzar hasta la tercera etapa, que se llama "La Práctica de la Suspensión".

En esta etapa el yogui debe desatender enteramente la respiración, y "detener" la mente en la punta de la nariz. Se sentirá sumamente tranquilo y sereno y, muy pronto, tendrá la sensación de que su cuerpo y su mente se han desvanecido. Esta es la etapa dhyana, una etapa de cese perfecto. Cuando se la ha alcanzado, el yogui debe recordar que, si bien la experiencia de dhyana es maravillosa, uno no debe, como ha advertido Buda, aferrarse a ella o demorarse en ella.

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Después, el yogui debe pasar al cuarto paso, llamado "La Práctica de la Observación", que consistirá en observar su respiración, extremadamente sutil, y los contenidos de su cuerpo físico -los huesos, la carne, la sangre, los músculos, los excrementos, etc... [Nota final 4-3] Esto le llevará a la conclusión de que todos ellos son transitorios, momentáneos y engañosos, que carecen de una naturaleza propia. Aplicando repetidamente este examen, o "Práctica de Observación", el "ojo" de la mente del yogui se irá abriendo gradualmente y podrá ver claramente todas las más leves funciones de sus órganos y vísceras, comprendiendo que tanto la existencia física como la psíquica están aherrojadas por la miseria, la transitoriedad y el engaño, sometidas a las ideas ilusorias del yo. Cuando se llega a este punto, el yogui debe proceder a la quinta etapa, o "Práctica de Retorno", con el fin de llevar su mente al estado original.

En esta "Práctica de Retorno", el yogui debe observar cuidadosamente la naturaleza misma de las prácticas de meditación que ha empleado hasta ahora. Entonces comprobará que todas ellas están afectadas de un carácter dual, pues siempre hay una mente que practica y un objeto o plan que se sigue y practica. Vencer esta dicotomía enfrentada y llevar la mente a su estado primordial, al absoluto Vacío-Todo; éste es el fin principal de la "Práctica de Retorno". Este estado primordial ha de ser alcanzado mediante la contemplación del aspecto no existente o vacío de la mente. Si uno llega a comprender que la mente es vacía por naturaleza, ¿de dónde podría venir la dicotomía "sujeto-objeto"? Cuando el yogui llega a la comprensión de esta verdad, la Sabiduría Trascendental florecerá de repente para él, que ahora mora en forma natural y espontánea en el estado primordial.

Sin embargo, el yogui debe avanzar aún otro paso con el fin de entrar en la sexta y última etapa, la "Práctica de la Pureza", con el fin de limpiarse de la sutil "mácula de la acción", y completar y perfeccionar la Sabiduría Trascendental que ha florecido en él.

"Observación", "Retorno" y "Pureza" no son prácticas de dhyana, en realidad, sino de prajna; la "Práctica de Retorno" consiste en observar la vaciedad de los dharmas concretos, y la "Práctica de Pureza" consiste en observar la vaciedad de la dicotomía y en difundir la mente propia con la Igualdad que todo lo abarca. Es tan sólo por medio de la práctica de la Vaciedad que una meditación búdica de cualquier tipo alcanza su perfección. Estas seis etapas de meditación comprenden las seis etapas sucesivas que son recomendadas con alta estima por la Escuela Tien Tai de budismo chino.

La práctica de la meditación mediante "la supresión o la contención del aliento" es tal vez el método más poderoso y directo. Esta práctica es capaz de producir resultados yóguicos rápidos, y lleva rápidamente al yogui hasta el estado de samadhi. Sin embargo, puede ser peligrosa, si no se la sigue con prudencia. Por lo tanto, no es recomendable el uso de esta técnica si no se cuenta con la guía de un maestro y no se posee una buena base de prácticas de los ejercicios de respiración del tipo "fácil" (contar las aspiraciones y expiraciones, etcétera).

En estos ejercicios respiratorios, el prana debe mantenerse, en las primeras etapas, por debajo del ombligo, y en las etapas avanzadas en los distintos centros del cuerpo, para fines y propósitos varios. [Nota final 4-4]

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2. Práctica de Meditación mediante la Concentración de la Mente en un Punto

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Esta forma de meditar es aparentemente fácil, pero en realidad muy difícil. Muchos gurús recomiendan al yogui que, en primer término, llegue a dominar hasta cierto punto los ejercicios respiratorios, antes de emprender la meditación que consiste en "concentrarse en un punto"; de no ser así, le resultará difícil y aburrida. Concentrarse en un punto fuera del cuerpo físico, por ejemplo, concentrar la atención en un objeto que está frente a nosotros es menos peligroso, aunque no tan efectivo, que concentrar la mente en un determinado punto dentro del cuerpo. Fijar la atención en cualquier punto interior del cuerpo producirá resultados extraordinarios, y a veces espectaculares. Una determinada experiencia psíquica, se producirá al concentrarse en un centro específico del cuerpo. Por ejemplo, la concentración en un punto entre las cejas producirá la experiencia de la "luz", y la concentración en el ombligo la experiencia de la beatitud. Cuando la concentración se hace sobre el centro del corazón, las fuerzas positivas y negativas del cuerpo se unirán muy pronto y, con el tiempo, producirán "el vacío iluminado", o la experiencia del "vacío beatífico". Los que siguen al tantrismo sostienen que cada uno de los seis centros principales (chakras) del cuerpo tienen funciones especiales y aplicaciones preferenciales. Tan sólo un gurú experto es capaz de explicar esto con los detalles requeridos. Una información detallada al respecto se encontrará en la literatura del tantrismo tibetano.

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3. Práctica de la Meditación mediante Visualización

Una persona que no ha estudiado ni se ha entrenado en la práctica del control mental difícilmente puede comprender lo arduo que es el control de la propia mente. Esa persona supone que puede ordenar a su mente el pensar en lo que se le ocurra, o que puede hacerla funcionar en la manera deseada. Nada podría estar más lejos de la verdad. Sólo quienes han practicado la meditación pueden comprender la dificultad que presenta el control de esta mente ingobernable y fluctuante. Por ejemplo, si cerramos los ojos y tratamos de visualizar un cuadro, muy pronto nos convenceremos de cuán difícil es hacerlo. Por lo general, el cuadro es vago e impreciso: se desvanece, fluctúa y se niega a quedarse quieto o a "presentarse entero". Para la gente profana esta llamada visualización es, a lo sumo, más un "sentimiento" que una verdadera visión. En una ocasión yo medité duramente cien días en una ermita situada en una lejana montaña de China Central, y visualizaba la imagen de Buda parándome sobre la cabeza. Todos los días practicaba durante ocho o nueve horas nada más que esta visualización. Durante las primeras semanas el cuadro era vago, indistinto y movible. Cuando visualizaba la cabeza del Buda, perdía todos los rastros de los brazos y el torso; cuando veía los brazos y el torso, no veía la cabeza y las piernas. Sólo de cuando en cuando podía, momentáneamente, visualizar la totalidad de la imagen del Buda, sin que temblara o se desvaneciera. Por último, después de siete semanas de práctica continua, la visualización se volvió tan nítida que parecía más clara y distinta que si la hubiera visto en el mundo exterior. A algunos les resultará difícil creerme, pero los yoguis que han practicado y experimentado esta clase de meditación pueden dar fe.

Hace muchos siglos, el budismo declaró que los seres humanos no ven las cosas con sus ojos, sino con sus mentes. El ojo es estimulado por los distintos grados de luz reflejados por los objetos que nos rodean. Este estímulo, a su vez, es interpretado por el cerebro y se resuelve en cuadros visuales -se resuelve en lo que hemos llamado la visión-. Dado que todo lo que vemos con los ojos es un producto "procesado", por muy fielmente que haya sido reproducido, nunca puede ser una réplica perfecta del original. Esta visión "visual", comparada con la visión proyectada y vista directamente por la mente, no puede considerarse que sea de "alta fidelidad". Si la teoría es válida, las pretensiones de los yoguís no son exageradas y tampoco son producto de la pura imaginación.

Volviendo a nuestro tema inicial, la visualización es uno de los mejores ejercicios para dominar la mente y el prana. El tantrismo, especialmente, subraya su utilidad y lo aplica en casi todas las formas de meditación, salvo el mahamudra. Centenares de distintas prácticas de visualización existen para necesidades individuales determinadas y para aplicaciones especiales. La visualización de un objeto estático o de un cuadro, fuera del cuerpo, pasa por ser un ejercicio preparatorio. La visualización de un objeto en movimiento, que traza una órbita dada dentro del cuerpo, pasa por ser una práctica más avanzada. El intento de visualizar un cuadro extremadamente complicado, con todos sus detalles, resulta excelente para los principiantes, que están aprendiendo a controlar sus mentes errantes, y la visualización de un cuarto o un objeto más simple se recomienda para las meditaciones más elevadas. Algunos efectos específicos pueden ser logrados con los distintos colores, formas, posiciones y órbita en movimiento de los objetos visualizados. En los tipos más avanzados de visualización, el yogui debe construir visualmente un cuadro grande en un pequeño espacio. Muchos yoguis tibetanos pueden visualizar claramente un gran mandala [Nota final 4-5] dentro del espacio de una arveja. Por lo tanto, la visualización, por una parte, puede desenvolver el gran poder potencial y la flexibilidad de la mente y, por otra parte, puede llevar al yogui al estado avanzado del samadhi.

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Aunque en sus etapas iniciales la visualización es principalmente un ejercicio para el entrenamiento de la Sexta Conciencia (la mente), y, por lo tanto, está confinado dentro de una forma dual y "adhesiva", sus etapas avanzadas pueden muy bien aproximarse al reino de la más elevada conciencia no dual. Constituye la más extensa y la más variada de las prácticas de meditación.

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4. Práctica de la Meditación por medio de los Mantras-Recitación o Entonación de Palabras Místicas

Mientras que "visualización" es una práctica que emplea el ojo de la mente, el Mantram Yoga emplea el oído de la mente. Los sonidos, del mismo modo que las imágenes pueden ser utilizados para llevar a la mente al estado de samadhi. Recitar una plegaria o un mantram, entonar una palabra sola o una bendición, como "om", "ah", constituye una práctica de meditación muy popular en el Oriente. Aunque el budismo no subraya la importancia del sonido tanto como el hinduismo, el "yoga sonoro" [shabd] [2, 3] ha sido uno de los puntos de apoyo de la meditación budista, y es ampliamente practicado por monjes budistas y seglares. Hay tres razones que explican su popularidad: es el tipo de meditación más fácil y más seguro, tiene carácter devoto y llena las necesidades religiosas de las masas.

[2. en.wikipedia.org/wiki/Surat_Shabd_Yoga  ]

[3. Tambien ver (inglés): "Yoga: Hatha, Shabd, and Raja" by Richard Rose: /rose/writings/richard-rose-yoga-hatha-shabd-raja.htm ]

Los tipos de meditación ya mencionados -control respiratorio, concentración o visualización- son ejercicios psico-fisiológicos, y en ellos no hay muchos elementos "religiosos". En sí mismos, son incapaces de satisfacer los anhelos espirituales de las masas. Con el fin de satisfacer estas necesidades, la práctica de meditación que consiste en recitar una plegaria, un mantram o el nombre de Buda fue inventada. Es el tipo de meditación más popular y más influyente, y es muy practicado por los creyentes budistas de todos los niveles.

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5. Práctica de la Meditación mediante el Movimiento

El samadhi es un estado mental al cual puede llegarse por una serie de métodos que, en conjunto, se caracterizan por su "quietud". Pero no son éstos los únicos medios para alcanzarlo. Algunos movimientos especiales pueden llevar al samadhi. Por ejemplo, el célebre movimiento taoísta tai chi (primordialidad) inventado por el gran yogui taoísta San Fung Chang, [4] de la dinastía Ming, constituye una excelente manera de practicar la meditación.

[4. en.wikipedia.org/wiki/Zhang_Sanfeng ]

Este Movimiento Primordial es un ejercicio muy suave que ha sido ideado, ingeniosamente, para lograr que las fuerzas positivas y negativas entren en armonía perfecta controlando así, automáticamente, la mente, controlando el prana y llevando directamente al estado de samadhi. El Movimiento Primordial se ha convertido en uno de los ejercicios gimnásticos más populares, y es practicado por los chinos de todas las condiciones. A pesar del notable valor higiénico de este ejercicio, la forma en que se practica actualmente es considerada por muchos yoguis taoístas una degradación del Movimiento, que en un principio fue creado con un propósito mucho más elevado.

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Hay otra práctica inventada por los taoístas, llamada "La Instrucción de una Palabra" (en chino: Itzu chueh) mediante la cual el yogui puede despertar la kundalini (fuerza vital) en pocos días nada más que con ciertos movimientos especiales de los dos pulgares. La manera exacta de practicar estos movimientos se mantiene en un secreto estricto.

En general, el budismo no insiste en la aplicación del movimiento a las prácticas de meditación, aunque no niega su utilidad, y hasta llega a aplicarlo en ciertos casos. Sin embargo, en líneas generales, el budismo sostiene que el "movimiento" es un buen ejercicio subsidiario, pero que no debe considerárselo una forma primaria de la práctica de la meditación.

Estas prácticas dinámicas se enseñan de diversas maneras según las distintas religiones. Antes de iniciarlas, sin embargo, conviene examinarlas cuidadosamente, con el fin de evitar pérdidas de tiempo, y para precaverse de resultados indeseables que podrían ser la consecuencia del uso imprudente de estos ejercicios místicos.

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6. Práctica de la Meditación mediante la Concentración de la Mente en la Buena Voluntad, o en Pensamientos Piadosos

Desde el punto de vista espiritual, esta meditación es mucho más importante que cualquiera de las otras cinco clases que ya hemos comentado. Hay una enseñanza, muy practicada por los yoguis budistas, que se conoce como "Los Cuatro pensamientos Ilimitados", y que se utiliza para cultivar los pensamientos devotos y la buena voluntad hacia todos los seres. Estos Cuatro Pensamientos Ilimitados son: la afabilidad, la compasión, la alegría simpática y la serenidad de ánimo. El propósito de meditar en estas virtudes tiene dos fines: cultivar la compasión hacia todos los seres, y reducir esas vallas entre uno mismo y los otros, que tanto han contribuido a las desdichas del mundo. Esta meditación, según los budistas, es el fundamento de otras meditaciones, y la preparación para ellas. En el Tibet, las estrofas de estos "Cuatro Pensamientos Ilimitados" son recitadas y se contemplan antes de iniciar cualquier meditación. Sin la preparación espiritual que es el producto del cultivo de la buena voluntad y la devoción, ningún tipo de meditación puede aportar frutos buenos, y a menudo puede llevar a la perdición.

Los yoguis que no podían encontrar la Iluminación después de un período prolongado de meditación tuvieron que aceptar que su trabajo preparatorio en el terreno de la vida devota había sido insuficiente. Esto los llevó a practicar nuevamente desde las bases los "Cuatro Pensamientos Ilimitados", [5] "El Voto del Bodhisattva", [6] a recitar plegarias, prosternarse, etc., para vencer sus insuficiencias en este terreno. Por lo tanto, el tipo devocional de meditación es el fundamento de los otros, y nunca debe ser descuidado por quienes buscan seriamente la Iluminación.

[5. Amabilidad, compasión, alegría simpática, ecuanimidad.]

[6. en.wikipedia.org/wiki/Bodhisattva_vow ]

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7. Práctica de la Meditación mediante la Identificación de la Esencia de la Mente

Esta es la meditación "sin esfuerzo" del Zen y de Mahamudra. [7] Es una meditación en la cual no hay nada sobre qué meditar, es el funcionamiento espontáneo y maravilloso de la propia mente, el pináculo y la esencia de las enseñanzas budistas.

[7. en.wikipedia.org/wiki/Mahamudra ]

Para quienes no han pasado "la puerta" esta meditación es la más ardua, pero para quienes ya la han pasado ésta es la más fácil de todas. Todos los otros ejercicios y prácticas no son más que preparaciones para ésta. El punto esencial consiste en reconocer la naturaleza de la propia mente o, por lo menos, tener un atisbo. En cambio si reconoce la Esencia de la Mente, el yogui podrá concentrarse en ella en cualquier lugar o momento, sin dificultad. En la actividad y en la quietud la conciencia del vacío iluminado brillará siempre dentro de él. Aunque después de haber reconocido la Esencia Mental hay todavía un largo camino que andar, el primer atisbo [8] es considerado por todos los budistas algo muy importante y que todo yogui debe tratar de obtener antes que nada.

[8. en.wikipedia.org/wiki/Kensho ]

Una vez que se pasa la "puerta sin abertura", la meditación ya no será una práctica o un esfuerzo. Se ha convertido en un acto vital, natural y espontáneo. El yogui puede estar sentado, caminar, hablar o dormir; todas las actividades y condiciones de la vida se han convertido en maravillosas meditaciones en sí mismas. No se necesita hacer ningún esfuerzo, y no es menester trabajar sobre ningún objeto o idea.

Pero para pasar esta puerta es necesario practicar intensamente esta meditación "sin objeto", siguiendo el camino Zen o el mahamudra. El primero ya ha sido tratado en el capítulo referente a la práctica del Zen; [¿dónde?] para un comentario sobre el segundo el lector puede consultar El Libro Tibetano de la Gran Liberación, de Evans-Wentz, [9] así como su Yoga Tibetano y las Doctrinas Secretas, tomo II. [10]

[9. (inglés, 104 paginas, pdf de 585K) /tibetan/Padma-Sambhava-Tibetan-Book-of-the-Great-Liberation.pdf ]

[10. (inglés, 441 paginas, pdf de 2.8 megs) /tibetan/Evans-Wentz-Tibetan-Yoga-and-Secret-Doctrines.pdf ]

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