El corazón del zen

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Estudios Sobre los Tres Principales Aspectos de la Mente

Las historias referidas nos dan una visión de algunas facetas importantes y desusadas del Zen. Pero todavía debemos analizar brevemente los principios básicos detrás de la enseñanza; que no puede ser entendida intelectualmente sin alguna preparación en la filosofía Mahayana en general, y sin un adecuado conocimiento de la filosofía Hua Yen [1] [Nota final 1-6] en particular.

[1. en.wikipedia.org/wiki/Huayan ]

En China el Ch'an (budismo Zen) es también conocido como hsing tsung, es decir, Doctrina Mental, o "enseñanza de la mente". Este término es quizás el que mejor resume todo lo que representa el Zen, porque enseña la manera de una total realización de la mente. Iluminación es meramente otro nombre para el completo desarrollo de la mente "interior". Fuera del profundo y amplio dominio de la Mente no hay nada que deba ser iluminado. Así, la sola finalidad del Zen es permitirnos entender, realizar y perfeccionar nuestra propia mente. La Mente es la materia y la clave de los estudios Zen.

El budismo y la psicología moderna nos dicen que la mente tiene muchos "aspectos y estratos", algunos de los cuales son de especial interés para la psicología, otros para la psicología y la religión. Pero el Zen no se interesa en estos distintos "terrenos", sino en penetrar en la Esencia, en el centro mismo de la mente, porque sostiene que, una vez que se ha llegado a este centro, todo lo demás es relativamente insignificante y claro como el cristal.

Antes de describir este "centro interior" veamos lo que dice el budismo sobre los "rasgos" generales de la mente. Según muchos sabios budistas, la manera más simple y explícita de delinear "la estructura de la mente" es describirla como si tuviera tres aspectos, o capas. El primer aspecto, o capa "exterior" es la faceta manifestante y activa (yung en chino). Esto incluye las funciones activas mentales (de las Ocho Conciencias), [Nota final 1-7] tanto ascética como emocional, abstracta como simbólica, como el amor, el odio, el deseo, la razón, la fantasía, la memoria y demás. Este es el aspecto obvio, del cual todo ser humano tiene una experiencia directa. Ha sido el estudio primario en el terreno general de la psicología, pero es un asunto en el cual el Zen se interesa poco.

El segundo aspecto o capa "interior" de la mente es llamado en chino hsiang; lo que significa "forma" o "naturaleza". Exactamente, ¿qué es la naturaleza de la mente? Para decirlo brevemente, la naturaleza de la mente es la conciencia de si mismo. Ser consciente de sí mismo significa ser consciente de los resultados del juego de la conciencia, o ser consciente de las impresiones recibidas o de las imágenes capturadas por la conciencia. Ser consciente de este juego es una experiencia pura absoluta, en la que no hay sujeto "conocedor" ni objeto "conocido", ya que el conocedor y lo conocido se han unido en una entidad de "puro sentimiento". En este "puro sentimiento" no hay lugar para la dicotomía del dualismo. La pura conciencia de sí mismo es intrínseca y experimentalmente no dualística, como los sabios budistas y de otras religiones han testimoniado a través de los siglos. La conciencia de sí mismo (la naturaleza de la mente) no es la función del conocimiento, sino ese mismo conocimiento en su más intrínseca forma. Cuando uno descubre esta conciencia de sí mismo, todo su ser cambia. Cuando se realiza cualquier actividad, se siente que se trasciende esta actividad; se camina y se habla, pero se siente que este andar y charlar ya no es como antes... ahora se marcha con la mente abierta. Realmente sabe que es él quien camina; el director -él mismo- está sentado en el centro de su mente, controlando todas sus acciones con espontaneidad. Camina con una clara conciencia y con el espíritu iluminado. En otras palabras, el hombre que realiza la conciencia de sí mismo siente que ya no es el siervo obediente de un impulso ciego, sino que es su propio amo. Siente entonces que la gente común, ciega ante su conciencia innata y clara, recorre las calles como cadáveres vivientes.

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Si esta conciencia de sí mismo puede ser retenida y cultivada, se llegará a experimentar el aspecto iluminado de la mente, llamado por muchos místicos Conciencia Pura. Cuando esta conciencia iluminada es cultivada en toda su extensión, se ve claramente que abarca todo el universo. Muchos místicos y budistas equivocadamente han considerado esto el estado más alto., el estado de nirvana, o estadio final de la unificación con lo Universal o Conciencia "Cósmica". Pero, según el Zen, este estado está todavía al borde del samsara. Los yoguis que han llegado a este estado siguen ofuscados por la idea monista, profundamente arraigada, son incapaces de cortar el cordón umbilical de la adherencia sutil a las cosas y de librarse para llegar a la "otra orilla" de la libertad perfecta. Así aunque la conciencia de sí mismo, o su forma cultivada -la conciencia iluminada- es una clave para todas las realizaciones internas, básica y cualitativamente es, todavía, una "adherencia". La iluminación budista no se consigue manteniendo o aumentando la conciencia de sí mismo. Por el contrario: se consigue desatando cualquier vínculo que nos ate a esta conciencia iluminada; sólo trascendiéndola se puede llegar al centro mismo de la Mente., al perfecto Vacío, iluminador, libre y enteramente insustancial. Este carácter iluminador del Vacío, un vacío dinámico, es la esencia (Ti en chino) de la mente.

Lo importante es que, cuando se menciona la palabra "Esencia", la gente piensa en seguida en algo esencialmente concreto; y cuando se menciona la palabra "vacío", en una "nada" muerta y estática. Pero ambos conceptos pierden el sentido de la palabra china ti (Esencia), y de la palabra sánscrita Sunyata (Vaciedad), y exponen la limitación del pensamiento humano, finito y unilateral. La forma común de pensar consiste en aceptar la idea de que algo existe o no existe, pero nunca en que es ambas cosas, existente y no existente al mismo tiempo. A es A o no A, pero nunca es, a la vez, A y no A. Del mismo modo, el veredicto del sentido común sobre el vacío frente a la existencia es: "El vacío es la no existencia, y la existencia no es el vacío". Esta forma de razonar, considerada correcta y razonable, es defendida por los lógicos como el sine qua non y aceptada por el sentido común con fines prácticos. Pero el budismo no sigue invariablemente este sine qua non, especialmente cuando trata la verdad de Sunyata. Dice: "La Forma no difiere del Vacío, y el Vacío no difiere de la Forma: la Forma es Vacío y el Vacío es Forma". El budismo dice también que es debido al vacío que las cosas existen y que, por el mimo hecho de que las cosas existen, deben ser el vacío. Recalca que el Vacío y la existencia son complementarios entre sí, y que no se oponen: se incluyen y se abrazan, más bien que excluirse o negarse. Cuando los seres de sensibilidad normal ven un objeto, ven sólo su aspecto existente, o su aspecto vacío. Pero un ser iluminado ve ambos aspectos al mismo tiempo. Esta no distinción, o "unificación" como le llama alguna gente, del Vacío y la existencia, es la llamada Doctrina No Discriminativa del Camino Medio del Budismo Mahayana. Por lo tanto, el Vacío es entendido en el budismo, no como algo negativo, ni significa ausencia o extinción. El vacío es sencillamente un término qua denota la naturaleza no sustancial y no personal de los seres, y una señal de indicación del estado de absoluto desprendimiento y libertad.

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El Vacío no es fácil de explicar. No es definible o descriptible. Como ha dicho el maestro Zen, Muai Jang: "Cualquier cosa que dijera pasaría por alto lo esencial". El Vacío no puede describirse o expresarse en palabras. Esto se debe a que el lenguaje humano ha sido creado principalmente para designar cosas y sentimientos existentes: no es adecuado para expresar las cosas y los sentimientos no existentes. Tratar de discutir el Vacío dentro de los límites de una lengua limitada por las formas de la existencia es tonto y equivocado. Por eso los maestros Zen gritan, lloran, patean y golpean. Pues, ¿qué otra cosa pueden hacer para expresar directamente este indescriptible vacío, sin recurrir a las palabras?

La enseñanza budista sobre el Vacío es comprensiva y profunda, y requiere mucho estudio antes de ser entendida. Este estudio preliminar es indispensable para entender el Zen.

Volviendo a nuestro tema original, la Esencia, o el centro más profundo de la mente, debemos procurar definirlo precisamente. La Esencia es el vacío Iluminador, como Tal. Un budista Zen iluminado, no sólo conoce el aspecto iluminado de la conciencia, sino que, más importante aún, conoce el aspecto vacío de la mente. La Iluminación con atadura es descrita por el Zen como "agua muerta", [d] pero "la Iluminación sin atadura o Vacío Iluminador" es elogiada como "la gran vida". Las frases escritas [Nota final 1-8] por Shen Hsiu para demostrar su entendimiento del Zen al Quinto Patriarca, demuestran que él conocía sólo el aspecto iluminador y no vacío de la mente. [2, 3]

[2. Shen Hsiu:

Este cuerpo es el árbol bodhi,
esta mente es como un espejo bruñido;
ten cuidado de mantenerlos siempre limpios
y no dejes que se deposite polvo en ellos. *

Hui Neng:

"No hay un árbol de Bodhi,
Ni base para un espejo brillante.
Dado que todo es vacío,
¿Dónde puede el polvo alojarse?" **

* de las notas. ** de Sutra de Hui Neng, versión en español.]

[3. Sutra del sexto patriarca, Hui Heng, El Sutra de la Plataforma: /zen/hui-neng/plataforma/contenido.htm ]

Cuando su "conciencia, bruñida como un espejo" se enfrentó con el "Desde el principio nada existió" de Hui Neng, se convirtió en algo tan insignificante que perdió en el concurso por el título de "Sexto Patriarca del Zen". El "Desde el principio nada existió" de Hui Neng, expresa indudablemente la Esencia de la Mente, y también el centro más profundo del Zen. A causa de este profundo entendimiento Hui Neng ganó el título de Sexto Patriarca.

Hay dos historias interesantes que explican la importancia de comprender la naturaleza vacía de la propia mente.

A. Un día un ángel, que volvía volando al cielo vio debajo de él una selva lujuriosa, envuelta en un grande y resplandeciente halo de luz. Como había atravesado el cielo muchas veces, naturalmente había visto innumerables lagos, montañas y selvas, pero nunca les había prestado mucha atención. Ese día notó algo diferente: una selva rodeada por un aura radiante, de donde surgían rayos de luz hacia todas las partes del firmamento. Se dijo: "¡Ah! debe haber algún ser iluminado en este bosque. Bajaré y veré quién es".

Al descender, el ángel vio a un Bodhisattva tranquilamente sentado bajo un árbol, absorto en una profunda meditación. Entonces se dijo: "Veamos qué meditación practica". Y el ángel abrió sus ojos celestiales para ver qué objeto o idea había enfocado la mente de aquel yogui. Los ángeles generalmente pueden leer la mente de los yoguis, pero esta vez, ante su sorpresa, el ángel no encontró nada. Giró y giró alrededor del yogui, y finalmente él mismo entró en samadhi, pero siguió sin encontrar nada en la mente del Bodhisattva. Por último el ángel se transformó en un ser humano, rodeó tres veces al yogui, se prosternó ante él y dijo:

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-Rindo honores al Auspicioso;
te rindo homenaje,
¡Oh, Señor de todos los seres que sienten!
Despierta, vuelve del samadhi,
y dime qué estabas meditando.
Todos mis poderes milagrosos están exhaustos,
y aún no he podido descubrir qué hay en tu mente.

El yogui sonrió. Otra vez, el ángel exclamó:

-Te rindo homenaje. ¿En qué meditabas?
El yogui siguió sonriendo y guardó silencio.

B. Hui Chung, [Nanyang Huizhong] que fue maestro del Zen del emperador Su Tsung de la dinastía Tang, era muy respetado por el emperador, al igual que por todos los budistas Zen de China. Un día, un famoso monje indio, llamado "Gran Oreja Tripitaka", llegó a la capital. Se decía que este monje podía leer las mentes de otras personas sin la menor dificultad o vacilación.

El emperador estaba enterado de estos dones, y el monje indio fue llamado al palacio real para demostrar sus poderes ante el maestro Hui Chung.

Ante la corte y el pueblo reunidos, Hui Chung preguntó a Gran Oreja Tripitaka: ¿realmente tienes el poder de leer la mente de los otros? -Sí, vuestra Reverencia, lo tengo -fue la respuesta, y entonces hubo el siguiente diálogo:

Hui Chung: -Dime, entonces, ¿adónde va mi mente ahora?

Gran Oreja Tripitaka: -Vuestra Reverencia es el Maestro Zen de una nación: ¿cómo podrías ir a Ssu Chuan a ver las carreras de barcos?

Hui Chung: -Dime, ahora: ¿adónde va mi mente?

Gran Oreja Tripitaka: -Vuestra Reverencia es el maestro Zen de una nación: ¿cómo podrías ir al puente de Tien Ching a mirar jugar a los monos?

Después de un momento de silencio, Hui Chung preguntó:

-Ahora: ¿adónde va mi mente?

Esta vez Gran Oreja Tripitaka se concentró con gran esfuerzo por largo tiempo, pero no pudo encontrar en ninguna parte un solo pensamiento del maestro Zen (y tuvo que reconocer su fracaso).

Entonces Hui Chung dijo:

-Oh, espectro de zorro salvaje, ¿adónde está ahora tu poder telepático?

Antes de terminar esta discusión sobre "los tres aspectos de la mente", quiero dejar claro un punto. Esta división de la mente en tres "aspectos" o "capas" no debe ser tomada demasiado literalmente, porque, de hecho, esas "capas" o "aspectos" no existen. La Mente es un gran Todo, sin partes o divisiones. Las características manifestantes, iluminadoras y no sustanciales de la mente existen simultánea y constantemente., son inseparables e indivisibles en su totalidad. Es sólo para dar al maestro una comprensión más clara del asunto que estos tres "aspectos" han sido mencionados.

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