2. Historia del maestro Wu Wen

This page in English: ..story-wu-wen.htm

my pdf - English - page 142

Spanish pdf page 71 - one pdf page only

En nuestro primer encuentro el maestro Tou Weng me enseñó a practicar (el koan): "No es la mente, no es el Buda, no es nada". Más adelante, Yung Feng y Yueh Shan, junto con algunos otros, nos comprometimos a esforzarnos por alcanzar la última iluminación. Más tarde fui a ver a Huai Shi, que me enseñó a practicar con la palabra Wu. [Nota final 2-32] Después fui a Chang Lu, en donde practiqué con mi compañero. Cuando conocí a Chin de Huai Shang, éste me preguntó: "Hace seis o siete años que estás practicando, ¿qué has llegado a entender?" Yo contesté: "Cada día tengo la impresión de que no hay nada en mi mente". Al comprobar que yo carecía de comprensión verdadera, me preguntó: "¿De dónde proviene tu comprensión?" Yo no estaba seguro de conocer la verdad, de tal modo que no me atreví a contestar. Entonces él me dijo: "Puedes practicar en la quietud, pero pierdes la práctica en la actividad". Esto me inquietó, pues había tocado mi punto débil. "¿Qué debo hacer, pregunté, para entender?" Chin me contestó: "¿Nunca has oído lo que dice Chung Lao Tze?

"Si quieres entender esto ponte de cara al sur y contempla la Osa Menor".

Después de decir esto, me dejó de repente.

La consecuencia fue que yo no estaba consciente de caminar cuando caminaba, ni de estar sentado cuando lo estaba. Dejé la práctica del wu durante una semana y concentré mi mente, procurando entender qué había querido decir por "volverse al sur y contemplar la Osa Menor". Una vez al entrar al salón de meditación y sentarme junto a unos monjes, la sensación de duda se apoderó de mí y no me abandonó. Llegó la hora de la comida y pasó inadvertida. De repente mi mente se volvió brillante, vacía, ligera y transparente, mis pensamientos humanos se fragmentaron en pedazos, como pedacitos de pellejo seco, tal como si yo me hubiera sumergido en el Vacío, y no veía a nadie ni a nada delante de mí. Volví en mí media hora más tarde y encontré que mi cuerpo estaba cubierto de sudor. Instantáneamente comprendí el significado de ver a la Osa Menor de cara al sur. Fui a ver a Chin. Las preguntas que me formuló las pude contestar sin ninguna dificultad; asimismo podía componer poemas sin ningún esfuerzo. Sin embargo, aun no estaba lo suficientemente despojado como para alcanzar el estado de "dar un salto hacia adelante".

Después fui a Hsiang Yen, en las montañas, a pasar el verano. Los mosquitos que abundaban en esa región me picaban sin misericordia. Todo el tiempo tenía que espantarlos con mis manos. De repente, pensé: "Si los antiguos sacrificaban sus cuerpos por el dharma, ¿he de temer yo a los mosquitos?" Consciente de esto trataba de serenarme y tolerar los aguijonazos. Con los puños contraídos y las mandíbulas apretadas, concentraba mi mente tan sólo en la palabra wu y soportaba las incesantes picaduras de los mosquitos con extremada paciencia. De repente, sentí que mi mente y mi cuerpo se derrumbaban como las cuatro paredes de una casa. Era el estado del Vacío: ningún atributo puede adjudicársele. Me había sentado en las primeras horas de la mañana y tan sólo al atardecer me levanté. Desde entonces he sabido que el budismo nunca nos extravía ni nos engaña.

Aunque mi comprensión era en esos momentos muy clara, aún no había alcanzado yo la plena madurez. En mí había pensamientos erróneos e inadvertidos, que en forma secreta, leve y sutil, no habían sido consumidos del todo. Fui a la montaña de Kwung Chow y allí medité seis años, después medité otros seis en la montaña de Lu Han y otros tres más en Kuan Chou. Al cabo de estos esfuerzos, y no antes, logré la emancipación.

Spanish pdf page 71 - end of section

volver arriba