El zen como arte budista especial

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III. Tercer punto. ¿Por qué el zen es un arte budista especial?

Llegamos ahora al tercer punto de nuestra, discusión: ¿Por qué es el Zen un "arte" budista especial para la expresión de la Verdad-Prajna? La respuesta ahora debe ser evidente. El Zen es un "arte" en el sentido en que, para expresarse a sí mismo, sigue sus propias intuiciones e inspiraciones, no dogmas ni reglas. A veces parece ser muy grave y solemne, a veces frívolo y alegre, simple y directo, o enigmático y "lleno de vueltas". Cuando los maestros del Zen enseñan, no siempre lo hacen con sus bocas, sino también con sus manos y piernas, con señales simbólicas o con acciones concretas. Gritan, golpean o mantienen las bocas cerradas, pretendiendo ser mudos. Estos comportamientos no tienen lugar señalado ni en la retórica ni en la filosofía ni en la religión, y pueden ser descritos como "arte".

Este "arte Zen", heterodoxo y extremista, se aplica, hablando en general, con cuatro propósitos distintos:

1. Conducir al discípulo individual hacia una iluminación directa.

2. Ilustrar una cierta enseñanza budista.

3. Expresar el humorismo y el ingenio Zen.

4. Poner a prueba la profundidad y la autenticidad de la comprensión y realización del discípulo.

Damos aquí algunos ejemplos del primer grupo:

A. Una noche Te Shan acompañaba al maestro Lung Tan, [1] y éste dijo: "Ya es tarde. ¿Por qué no te retiras a tu cuarto?" Entonces, Te Shan le dio las buenas noches al maestro y se retiró. Pero volvió inmediatamente, diciendo: "Afuera está muy oscuro". Lung Tan prendió una vela y se la pasó a Te Shan. Después, de repente, la apagó. Inmediatamente, Te Shan tuvo la iluminación.

[1. Lung Tan, aka Lung-t'an, t.c.c. Longtan Chongxin, siglo IX (inglés) terebess.hu/zen/longtan.html ]

B. Un monje que se llamaba Hung Chou fue a visitar a Ma Tsu y le preguntó: "¿Qué sentido tiene que el Bodhidharma haya venido desde el oeste?" Ma Tsu contestó: "Primeramente, inclínate ante mí". Cuando el monje empezaba a inclinarse, Ma Tsu le dio una fuerte patada en el pecho. Inmediatamente, el monje tuvo la iluminación. Se levantó, golpeó las manos y, riendo ruidosamente, gritó: "¡Oh, qué, maravilloso es esto, qué maravilloso! ¡Centenares, miles de samadhis y de portentos infinitos de la Verdad se concentran en la punta de un solo pelo! "Luego, hizo una reverencia a Ma Tsu, y dijo a los presentes: "Desde que recibí aquella patada de Ma Tsu, siempre he estado animoso y riente".

Lin Chi

Lin Chi

C. Lin Chi [Linji Yixuan] vivió en un tiempo en el monasterio de Huang Po. Una vez el Prior lo instó a que formulara algunas peguntas al maestro, Huang Po. Lin Chi preguntó: -"¿Qué sentido tiene el budismo?" En cuanto había dejado de hablar Huang Po lo golpeó. Lin Chi hizo la pregunta tres veces, y tres veces fue golpeado. A consecuencia de esto, decidió irse del monasterio. Antes de partir, dijo al Prior: "Por culpa de tu pedido, me golpearon tres veces. Ahora me voy a otro lugar a aprender Zen". El Prior contestó: "Es conveniente que te despidas del maestro antes de irte". Luego, aproximándose a Huang Po le dijo: "El hombre que ayer formuló la pregunta es un novicio, pero parece ser un hombre bueno y sincero. Si viene a despedirse de ti, ten la bondad de darle algunas instrucciones". Al día siguiente, cuando Lin Chi vino a despedirse de Huang Po, se le dijo que hiciera una visita a Ta Yu. Al llegar Lin Chi a la casa de Ta Yu, este último le peguntó: "¿De dónde vienes?" "Vengo de ver a Huang Po". "¿Qué enseña Huang Po?" "Tres veces le pedí que me dijera qué sentido tenía el budismo, y tres veces me golpeó. No sé en qué es mi pregunta inapropiada". Ta Yu contestó: "Huang Po es bueno como una madre. Su intención era despertarte plenamente... ¡Es estúpido de tu parte el haber venido aquí a hacerme estas preguntas tontas!" Al oír esto kin Chi (tuvo la iluminación) exclamó: "¡0h, ahora sé que no hay gran cosa en el budismo de Huang Po!" Ta Yu lo tomó por el brazo y gritó: "¡Oh, tú, fantasma que orinas en tu propia cama! Hace un instante me preguntaste cuál era tu error. Ahora acusas al budismo de Huang Po. ¿Qué verdad has percibido, que te atreves a hablar de semejante manera?" Lin Chi, inmediatamente, golpeó tres veces a Ta Yu con sus puños. Ta Yu le pegaba, diciendo: "Tu maestro es Huang Po; esto a mi no me concierne". Entonces Lin Chi volvió a verse con Huang Po. En cuanto Huang Po lo vio llegar, dijo: "Vienes y te vas, vienes y te vas. ¿hasta cuándo seguiremos en esto?" Lin Chi contestó: "A causa de la bondad que has tenido conmigo". Entonces Huang Po gritó con ira: "¡Maldito sea ese lengua larga de Ta Yu! ¡Cuando lo vuelva a ver, le voy a dar una buena paliza por esto!" "No es necesario esperar a verlo -dijo Lin Chi- ¡Puedes pegarle ahora mismo!" Huang Po comentó: "¡Este loco se atreve a venir aquí a tirarle al león de la melena en su propia guarida!" Lin Chi gritó entonces a Huang Po, quien le dijo que se fuera.

Lo citado demuestra que no existe un método definido que el maestro Zen deba utilizar para llevar a sus discípulos a la Iluminación. Una patada, un puñetazo, una simple observación, cualquier cosa sirve si el estado de ánimo del discípulo está a punto y dispuesto a recibir el último empujón. No es necesario añadir, sin embargo, que las patadas, los puñetazos y los juramentos "Zen" no son lo que parecen ser. Si la iluminación pudiera alcanzarse de esta manera, las prisiones y los campos de concentración de ésta mundo se habrían convertido en fábricas de producción de centenares de seres iluminados. Asimismo, si el solo hecho de escuchar una determinada observación Zen fuera suficiente para llegar al estado de iluminación, como creen dichosamente algunas personas, bastaría con conservar en unos pocos discos en microsurco las conocidas observaciones que han dado buenos resultados en la obtención de la iluminación y ponerse a escucharlos hasta que nos sintamos en tal estado.

Nos ocuparemos ahora del segundo grupo: ¿Cómo se aplica el "arte Zen" con el fin de ilustrar algunas enseñanzas budistas?

A. Un viejo había asistido unas cuantas veces a los sermones de Pai Chang. [Baizhang Huaihai] Un día, después de escuchar un determinado sermón, ocurrió que todos los oyentes se habían ido, menos este viejo. Pai Chang le preguntó: "¿Quién eres?" El viejo contestó: "No soy un ser humano. Cuando vivía en esta montaña, en los tiempos del último kalpa, uno de mis estudiantes me preguntó: "¿Se sienten los grandes yoguis sujetos a la ley de causa y efecto?" Yo contesté: "No, no están sujetos a ella". A causa de esta respuesta engañosa, creé tanto karma maléfico que debí convertirme en un zorro durante quinientas vidas sucesivas. Ahora te suplico que me des una respuesta correcta, que me permita liberarme de la cadena de mis nacimientos zorrunos". Pai Chang le dijo: "Está bien. Hazme ahora la pregunta original". El viejo dijo entonces: "¿Están sometidos los grandes yoguis a la ley de causa y efecto?"

Pai Chang contestó: "Los grandes yoguis no son ciegos de la Ley de Causalidad"

Al oír esto, el viejo se despertó súbitamente. Se postró ante Pai Chang, y dijo: "Ahora estoy libre de mi karma maléfico".

No tiene importancia que esto sea verdadero o simbólico. Lo cierto es que refleja típicamente la actitud Zen en relación al karma, o a la Ley de Causalidad. Aquí se indica que el Zen no niega la enseñanza básica de esta ley, que es aceptada por todas las escuelas budistas como una de las doctrinas fundamentales de la enseñanza budista. Esto demuestra que el Zen no es nihilista ni "relajado", como creen algunas personas. Contrariamente a la creencia de los profanos, los que siguen al Zen suelen ser más escrupulosos en el cumplimiento de sus deberes religiosos y más rígidos en su comportamiento moral que los otros. No son, de ninguna manera, personas sin escrúpulos. El Zen da la libertad, pero no la corrupción ni la disipación. La iluminación no lo vuelve a uno ciego a las leyes kármicas, ni produce tampoco malhechores y pecadores.

B. El primer ministro Kuo Tze I, de 1á dinastía Tang, era un hombre de Estado notable, así como un distinguido general. Sus condiciones militares y políticas lo habían convertido en el héroe nacional más admirado en sus días. Pero la fama, el poder, la riqueza y el éxito no lograban disminuir en el primer ministro su intenso interés y su devoción al budismo. Se consideraba a sí mismo un budista sencillo: humilde y devoto, y solía visitar a su maestro Zen para estudiar bajo su dirección. Él y el maestro Zen parecían entenderse muy bien. El hecho de que tuviera la posición de primer ministro, entonces una posición muy encumbrada en la antigua China, parecía no ejercer influencia sobre sus relaciones. A1 parecer, no había la más leve traza de obsecuencia en el maestro Zen, ni de vana altivez de parte del ministro, y sus relaciones eran las puramente religiosas que existen entre un maestro respetado y un discípulo obediente. Sin embargo, un día, cuando Kuo Tze I, según su costumbre, visitaba al maestro Zen, le formuló la siguiente pregunta: "Reverendo Padre: ¿qué explicación da el budismo del egoísmo?" La cara del maestro Zen se puso súbitamente azul, y con un tono extremadamente altanero y desdeñoso se dirigió al primer ministro de esta manera: "¿Qué estás diciendo, imbécil?" Esta salida irrazonable e inesperada hirió los sentimientos del primer ministro, y una leve expresión de enojo empezó a mostrarse en su rostro. El maestro Zen sonrió y dijo: "Excelencia, eso es egoísmo".

El tercer grupo a considerar ilustra la forma en que el "arte Zen" puede aplicarse a la expresión de humorismo e ingenio.

A. Su Tung Po, el celebrado poeta de la dinastía Sung, era un devoto budista. Tenía un amigo muy íntimo llamado Fo Ying, un maestro muy brillante de Zen. El templo de Fo Ying estaba sobre la orilla occidental del Yang Tse mientras que la casa de Su Tung Po estaba sobre la orilla oriental. Un día Su Tung Po fue a visitar a Fo Ying, y al no encontrarlo, se sentó en el estudio a esperar su regreso. Cansado de esperar, empezó finalmente a garabatear sobre una hoja de papel que había encontrado sobre el escritorio, y sus últimas palabras eran: "Su Tung Po, el gran budista a quien nada puede mover, ni siquiera las fuerzas combinadas de los Ocho Vientos Mundanales" [Nota final 1-4]

Después de esperar un rato más, Su Tung Po se cansó y volvió a su casa. Cuando Fo Ying regresó y vio la composición de Su Tung Po sobre el escritorio, añadió la siguiente línea: "¡Tonterías! ¡Lo que has dicho equivale a romper el aire!" y lo envió a Su Tung Po. Cuando Su Tung Po leyó este insultante comentario, se puso tan furioso que en seguida se metió en un bote, atravesó el río y se encaminó hacia el templo. Tomando por el brazo a Fo Ying, exclamó: "¿Qué derecho tienes de atacarme en esa forma? ¿No soy acaso un budista devoto, que sólo se ocupa del dharma? ¿Eres tan ciego después de tanto tiempo que nos conocemos?" Fo Ying lo miró tranquilamente durante unos segundos, después sonrió y dijo lentamente: "Su Tung Po, el gran budista, que sostiene que las fuerzas combinadas de los Ocho Vientos no pueden moverlo ni una pulgada, ha sido llevado ahora de una orilla a la otra del río Yang Tse, ¡por un poco de viento que ha salido del ano!". [b]

B. Un día el rey de Yen visitó al maestro Chao Chou, [Zhaozhou_Congshen] que ni siquiera se puso de pie al verlo llegar. El rey preguntó: "¿Quién está más alto, un rey terrenal o el rey del dharma?" Chao Chou contestó: "Entre los reyes humanos, yo estoy más alto; entre los reyes del dharma, también lo estoy". Al oír esta sorprendente respuesta, el rey se sintió muy satisfecho. Al día siguiente, un general vino a visitar a Chao Chou, que no sólo se puso de pie al ver llegar al general, sino que le demostró, en todo sentido, más hospitalidad que la que había demostrado al rey. Cuando el general se fue, los monjes que servían a Chao Chou le preguntaron: "¿Por qué te pusiste de pie cuando vino a verte una persona de bajo rango, y no lo hiciste cuando vino a verte una de rango elevado?" Chao Chou contestó: "No entendéis. Cuando vienen a verme personas del rango más elevado, yo no me levanto; cuando son de rango medio, me levanto: pero cuando son de ínfima condición, entonces salgo a esperarlas más allá del portón de entrada".

C. Un día Chao Chou y Wen Yuan entablaron un debate. Se, pusieron de acuerdo en que el que ganara el argumento habría de ser el perdedor, y el que lo perdiera el ganador. Como premio, el perdedor debía darle una fruta al ganador. "Habla tú, primero", dijo Wen Yuan a Chao Chou. Se produjo el siguiente diálogo: Chao Chou: soy un burro. Wen Yuan: soy la panza de ese burro. Chao Chou: soy el excremento depuesto por el burro. Wen Yuan: soy un gusano en ese excremento. Chao Chou: ¿qué estás haciendo en medio de los excrementos? Wen Yuan: paso allí mis vacaciones de verano. Chao Chou: está bien. Ahora dame esa fruta.

La historia que sigue es una de las típicas anécdotas usadas por los budistas que siguen el Zen para ridiculizar a esos maestros fraudulentos que no tienen verdadera comprensión, y también a esos estudiantes ignorantes que siguen ciegamente el abracadabra de los imitadores del Zen. La historia es interesante, y demuestra cómo el Zen puede convertirse en una locura sin sentido en manos inapropiadas, lo cual no es una ocurrencia rara en nuestros días.

D. Un monje se llamaba a sí mismo "e1 maestro del silencio". En realidad era un impostor y carecía de verdadera comprensión. Con el fin de vender su Zen fraudulento, tenía junto a sí dos elocuentes monjes asistentes, que contestaban por él las preguntas, pero él mismo nunca pronunciaba una palabra como si de esta manera quisiera demostrar su inescrutable "silencio Zen". Un día, en ausencia de sus dos asistentes, un monje peregrino, se le acercó y preguntó: "Maestro, ¿quién es el Buda?" Al no saber qué hacer o qué contestar, en medio de su confusión, se puso a mirar desesperadamente en todas las direcciones -al este y al oeste, aquí y allá- en busca de sus ausentes voceros. El monje peregrino, satisfecho al parecer, le preguntó: "¿Qué es el dharma?" Tampoco pudo contestar esta pregunta, de modo que miró primero al techo y después al suelo, pidiendo ayuda al cielo y al infierno. Nuevamente preguntó el monje: "¿Qué es el sangha?" Ante esto, el "maestro del silencio" no pudo hacer otra cosa que cerrar los ojos. Por último, el monje preguntó: "¿Qué es la beatitud?" Desesperado, el "maestro del silencio" extendió sus brazos hacia el interrogador en un gesto de rendición. Pero el monje peregrino quedó muy contento y satisfecho de la entrevista, dejó al "maestro" y continuó su viaje. En el camino el peregrino se encontró con los dos monjes asistentes que regresaban, y empezó a contarles con entusiasmo que el "maestro del silencio" era un ser iluminado. El peregrino dijo: "Le pregunté qué era el Buda. En seguida volvió la cabeza al este y luego al oeste, queriéndome dar a entender que los seres humanos siempre están buscando al Buda por aquí y por allá, pero que en realidad el Buda no se puede encontrar ni en el este ni en el oeste. Luego le pregunté qué era el dharma. En contestación a esta pregunta me miró de arriba a abajo, queriendo dar a entender que la verdad del dharma es una totalidad de igualdad, dado que no hay diferencia entre lo alto y lo bajo ya que pureza e impureza pueden ser encontradas en ambos lugares. Al responder a mi pregunta de qué cosa era el sangha, se limitó a cerrar los ojos y no dijo nada. Esto era una insinuación del dicho célebre:

"Si puedes cerrar los ojos y dormir profundamente en las hondas grutas de las montañas envueltas en nubes, entonces eres un gran monje.

"Finalmente, al contestar a mi Última pregunta: ¿Qué es la beatitud?, extendió los brazos y me mostró sus manos ante mí. Esto quería decir que extendía sus manos de ayuda con el fin de orientar a los seres sensibles con sus bendiciones. ¡Oh, qué maestro tan sabio! ¡Cuán profunda es su enseñanza!" Cuando los monjes asistentes llegaron, el "maestro del silencio" les hizo reproches en esta forma: "¿Dónde os habíais metido? ¡Hace un instante estuve en un gran aprieto, y casi me he arruinado, por culpa de un peregrino preguntón!"

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Prueba de los discípulos

El cuarto punto sobre el "arte Zen" hace referencia a la manera en que los maestros del Zen ponen a prueba el alcance de sus discípulos. Estas pruebas toman muchas formas, que pueden ser de "comportamiento" y "verbales".

Las pruebas de comportamiento consisten en actos extremos e inesperados; las pruebas verbales en los llamados "campeonatos verbales exhaustivos" (en chino: chi feng wen ta). [c] Esta última es, posiblemente, la técnica más popular, y es aplicada ampliamente por los budistas zen. La palabra china wen significa "preguntar" y ta significa "contestar", de tal modo que wen ta quiere decir "pregunta-respuesta" o, más libremente, "conversación". Pero la frase chi feng resulta difícil de traducir, pues implica variados sentidos de gran sutileza. Literalmente, chi significa "importante", "crítico", o el "punto esencial", etcétera, y feng es "la punta de un arma cortante", de tal modo que, literalmente, chi feng significa "punta-cortante-importante". Esto es una prueba de que la "pregunta-respuesta" Zen es aguda y afilada, como las puntas de dos armas afiladas que se tocan por sus extremos. Por lo tanto, chi feng significa que la pregunta Zen es como una daga afilada al extremo, que siempre está a punto de atravesar el corazón sin misericordia, y que, en cuanto se le hace a uno una pregunta penetrante, inmediatamente debe contestar con una respuesta igualmente acerada. Cuando se formula una pregunta Zen, no hay tiempo para el raciocinio o la búsqueda. Una respuesta que no se da en forma instantánea, espontánea y sin esfuerzo no es aceptable para el Zen. Por lo tanto, como las preguntas Zen suelen ser embarazosas y difíciles de contestar, cuando el estudiante no contesta de inmediato en razón de que se pone a buscar la respuesta apropiada por medio del razonamiento lógico, esta demora pone en seguida de manifiesto su carencia de comprensión íntima. Es así que, por muy correcta que parezca su respuesta, no habrá de ser aceptada por un maestro Zen capaz. Por lo tanto, la partida verbal importante es un procedimiento social elaborado hace muchos años por los maestros Zen para poner a prueba la comprensión intima de sus discípulos. Un ser iluminado debe estar en condiciones de contestar inmediatamente cualquier pregunta sorprendente que se le haga con facilidad y sin dudas. La respuesta debe ser como un relámpago, como la chispa que surge de la piedra. No hay lugar aquí para el "cultivo", para la "composición".

Al llegar a este punto me gustaría traer a colación una de mis propias experiencias, con el fin de aclarar la importancia del tiempo en el estilo Zen de conversación. No hace mucho trabé conocimiento con un teólogo y nos pusimos a conversar sobre budismo, hinduismo y otras religiones. Él insistía en que todas las religiones son, en el nivel más alto, básicamente idénticas, y que las únicas diferencias son de carácter semántico. Y como ejemplo dijo que el moksha es llamado nirvana en el budismo, que el "estado de Buda" se llama atman en el hinduismo y es "la deidad" del cristianismo. "La Gran Verdad es una", dijo. "Todas las cosas vienen de y volverán a la Gran Unidad. Esto puede decirse de distintas maneras, pero la Verdad central sigue siendo la misma". Etc., etc. Yo no quise continuar un argumento que podía prolongarse indefinidamente, de tal modo que le repetí el antiguo dicho Zen de Chao Chou: "Si todas las cosas han de volver a lo Uno, ¿adónde habrá de volver ese Uno?" Quedó confundido y no supo darme una respuesta. Pero al día siguiente vino a verme y me dijo: "Ahora tengo la respuesta justa a su pregunta: todas las cosas han de volver a lo Uno, y este Uno habrá de volver a todas las cosas". Yo le dije: "De acuerdo al Zen, la respuesta de usted ha llegado demasiado tarde. Hace mucho tiempo debieron darle a usted treinta azotes". El me contestó: "Si yo le hubiera dado a usted esta respuesta ayer, no bien la pregunta fue formulada, ¿cuál habría sido su comentario?" Yo respondí: "Está bien. Sigamos la tradición Zen y hagamos la pregunta una vez más". E inmediatamente agregué: "Si todas las cosas han de volver a lo Uno, ¿adónde habrá de volver ese Uno?" El contestó: "¡Ha de volver a todas las cosas!" A lo cual yo me limité a replicar: "¡Qué manera de perder el tiempo en tonterías!"

Mi amigo no hizo ningún otro comentario, y la discusión sobre la relación entre el budismo y las otras religiones terminó allí mismo.

Escojo aquí unas cuantas historias más con el fin de ilustrar la forma en que se utiliza la partida verbal Zen para "probar".

A. Yung Chia, un estudioso de la escuela Tien Tai, alcanzó la iluminación leyendo el Vimalakirti Sutra sin maestro. [2]

[2. en.wikipedia.org/wiki/Vimalakirti_Sutra ]

Con el propósito de encontrar un maestro iluminado que verificara su entendimiento fue a ver al Sexto Patriarca (Hui Neng). En cuanto vio al Patriarca dio tres vueltas alrededor de éste y luego se paró frente a él, sin hacer las reverencias de rigor. Hui Neng dijo: "Se supone que un monje debe obedecer las reglas de las Tres Mil Buenas Maneras y las Ochenta Mil Conductas Gentiles. ¿De dónde proviene vuestra Reverencia, que da muestras de un orgullo tan grande?" Yung Chia contestó: "El problema de la vida y de la muerte es grande, y la fugacidad da pronto cuenta de uno". A esto dijo Hui Neng: "¿Por qué, entonces, no penetras en la Esencia del No-nacer? [Nota final 1-5]

¿No sería ése el camino más corto hacia la liberación?" Yung Chia: "La Esencia misma es No-nacer, y la liberación está más allá de lentitud o prisa" Hui Neng: "Sí, Tienes razón". Entonces Yung Chia se inclinó ante el Sexto Patriarca, diciéndole adiós y preparándose a retirarse. Pero Hui Neng lo detuvo y le preguntó: "¿No te vas demasiado pronto?" Yung Chia: "No me he movido desde el principio, ¿cómo podría irme demasiado temprano o demasiado tarde?" Hui Neng: "¿Quién conoce a lo inmóvil?" Yung Chia: "El sabio sabe esto por sí mismo". Hui Neng: "¡Ah, en verdad tú estás bien enterado del significado del No-nacer!" Yung Chia: "¿Cómo es posible que la verdad del No-nacer pueda tener algún sentido?" Hui Neng: "Si no existe el significado, ¿cómo puede ser entendido?" Yung Chia: "Entender no equivale a captar el significado". Hui Neng: "Bien dicho, bien dicho. Ahora, por favor, quédate una noche en mi monasterio".

Si el lector analiza cuidadosamente la anécdota citada descubrirá que en cada observación que hace el Sexto Patriarca le tiende una trampa a Yung Chia; pero Yung Chia, un iluminado, adivinó estas trampas e inmediatamente pasó de la posición de atacado a la de atacante. Por este motivo fue muy elogiado por el Sexto Patriarca.

B. Tung Shan fue a visitar a Ming Che. Ming Che le preguntó: "¿En dónde has estado últimamente?" Tung Shan contestó: "En la provincia de Hu Nan". Ming Che: "¿Cómo se llama el gobernador de esa región?" Tung Shan: "No lo sé". Ming Che: "¿Cuál es su primer nombre, entonces?" Tung Shan: "Tampoco conozco su primer nombre". Ming Che: "¿No se ocupa de su oficina, entonces?" Tung Shan: "Tiene muchos subalternos que hacen su trabajo". Ming Che: "¿Nunca entra a su oficina o sale de ella?" Tung Shan no contestó nada y se alejó. Al día siguiente, Ming Che le dijo: "Ayer no contestaste a mi pregunta. Si hoy puedes decirme algo satisfactorio, te invitaré a comer". Tung Shan contestó: "El gobernador es demasiado digno para dejar su oficina". Ming Che quedó satisfecho de la respuesta y preparó una comida para Tung Shan.

Exteriormente, la conversación entre los dos es sencilla y clara. Al parecer carece de mucho sentido. Pero, en realidad, cada observación hecha tiene un sentido doble, que alude a la verdad del Zen. La historia muestra cómo los budistas Zen tienen el hábito de probarse los unos a los otros diariamente en simples conversaciones. Son naturalmente expertos en el arte Zen de la polémica verbal. Siempre que encuentran ocasión, practican el juego. No es menester decir que el participante en la polémica Zen debe conocer el juego con el fin de estar en condiciones de responder a su contrincante. Un extraño no percibiría el sentido, o se sentiría confundido.

La "prueba del comportamiento" se realiza a menudo por medio de maniobras extremistas y sorprendentes, como se muestra en las siguientes anécdotas:

A. Un monje fue a visitar a Te Shan, quien le cerró la puerta en las narices. El monje golpeó la puerta y Te Shan preguntó: "¿Quién es?" El monje contestó: "El cachorro de león". Entonces Te Shan abrió la puerta y saltó a babuchas sobre el pescuezo del monje, mientras gritaba: "¡Animal! ¿Adónde irás ahora?" El monje no contestó nada.

El término "cachorro de león" es empleado por budistas Zen para designar a un discípulo que es capaz de entender la verdad Zen: cuando los Maestros alaban el entendimiento de un discípulo, o quieren probarlo, se suele emplear este término. En este caso, el monje se llama a sí mismo, presuntuosamente, "el cachorro de león", pero cuando Te Shan lo prueba, tratándolo como un verdadero cachorro de león -cuando se trepa a su pescuezo y le hace una pregunta- entonces el monje no sabe contestar. Esto es la prueba de que el monje carecía del auténtico entendimiento que pretendía poseer.

B. Chao Chou trabajaba en una ocasión como cocinero de un monasterio. Una vez trancó la puerta de la cocina desde adentro y encendió el fuego. Al poco tiempo el cuarto se llenó de humo y de llamas. Después gritó: "¡Fuego! ¡Fuego! ¡Socorro! ¡Socorro!" Todos los monjes del monasterio se congregaron inmediatamente, pero no pudieron entrar porque la puerta estaba cerrada. Chao Chou dijo: "Decid la palabra justa y entonces abriré la puerta. De otra manera, no". Nadie supo encontrar una respuesta. Entonces el maestro Pu Yuan le alcanzó a Chao Chou un candado a través de la ventana. Chao Chou abrió la puerta.

Como ninguno de los monjes del monasterio pudo dar una respuesta adecuada ante la sorprendente conducta de Chao Chou, su carencia de comprensión interior quedó al descubierto. Pero el punto aquí es: ¿qué debieron haber dicho los monjes a Chao Chou? ¿Cuál era la respuesta "correcta" a su pregunta? Una de las soluciones propuestas para este koan es la siguiente:

Los monjes podrían haberle dicho a Chao Chou: "Contesta primero la siguiente pregunta y, luego, contestaremos a la tuya: ¿quién puede desatar un nudo del collar de un tigre?" Chao Chou responde: "La persona que antes le puso el collar". Entonces los monjes dicen: "Ya has contestado tú mismo a tu tonta pregunta. Ahora ¡abre la puerta!"

C. Cierto día Teng Yin Feng se puso a arrastrar una carretilla por un camino angosto, en medio del cual estaba sentado Ma Tsu con una de las piernas extendidas, cerrando así el paso a la carretilla. Teng Yin Feng dijo: "Maestro, por favor retira la pierna". Ma Tsu contestó: "Ya he extendido la pierna de modo que no puede haber retracción". Ten Yin Feng dijo entonces: "Yo ya empujé hacia adelante mi carretilla, de modo que tampoco puede haber retracción". Diciendo esto cruzó con la carretilla sobre la pierna de Ma Tsu y la dañó. Más tarde, cuando volvieron a encontrarse en el salón de meditación del templo, Ma Tsu, que tenía una enorme hacha en la mano, la levantó y dijo: "El que hirió hoy mi pierna, que se adelante". Teng Yin Feng se acercó a Ma Tsu y puso el cuello bajo el hacha, como pronto a recibir el golpe. Ma Tsu bajó entonces el hacha.

Esta historia refleja el valor y la sinceridad del Zen. Además, estos actos simbólicos y el atrevido espíritu que muestran no deben considerarse como un comportamiento irreflexivo o como un exhibicionismo. Aunque han chocado a muchas personas de buen corazón, demuestran cuán distinta es la tradición Zen a cualquier otra enseñanza budista. Esta historia demuestra que Teng Yin Feng había pasado la prueba impuesta por su maestro y había demostrado ser un discípulo digno; Ma Tsu se muestra como un verdadero maestro del Zen.

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