Libro III, Capítulo VLOS RITOS SAGRADOS Y LOS RITOS MALDITOS

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Relata la Biblia que, después de haber puesto fuego profano en sus incensarios, dos sacerdotes fueron devorados delante del altar por una explosión del fuego sagrado. Esta historia es una amenazadora alegoría.

En efecto, los ritos no son ni indiferentes ni arbitrarios. Los ritos eficaces son los consagrados por la autoridad legítima, y los ritos profanos siempre producen el efecto opuesto al deseado por el temerario operador.

Los ritos de las antiguas religiones disueltas y anuladas por el cristianismo, son ritos profanos y malditos para quien no cree seriamente en la verdad de esas religiones hoy proscritas.

Ni el Judaísmo, ni los demás grandes cultos de Oriente, han dicho su última palabra. Son condenados pero aún no han sido juzgados y, por tanto, hasta que ello ocurra, pueden considerarse legítimas sus protestas.

Los ritos dejados atrás por el correr del progreso religioso han sido, por eso mismo, profanados y considerados como malditos. Más tarde llegarán a comprender las grandezas aún ignoradas del dogma judaico, pero no por eso el mundo cristiano volverá a la circuncisión.

El cisma de Samaria era una vuelta al simbolismo del Egipto, por cuyo motivo nada quedó de él y las diez tribus desaparecieron mezcladas con las naciones y absorbidas por ellas.

Los ritos de los grimorios hebraicos, ya condenados por la ley de Moisés, pertenecían al culto de los patriarcas, que ofrecieran víctimas en las montañas evocando visiones. Sería un crimen pretender dar nuevamente vida al sacrificio de Abraham.

Solo los cristianos católicos y ortodoxos establecieron un dogma y fundaron un culto; los herejes y los sectarios sólo supieron negar, suprimir y destruir. Nos llevan al deísmo vago y a la negación de toda religión relegada a Dios a una tan profunda oscuridad que, los hombres, ya no se interesan más por saber si él existe.

Fuera de las magistrales y positivas afirmaciones de Moisés y Jesucristo acerca de la Divinidad, el resto no es más que dudas, hipótesis y fantasías.

Para los antiguos pueblos que odiaban a los judíos y a quienes los judíos detestaban, Dios no era más que el genio de la Naturaleza, gracioso como la primavera, terrible como la tempestad, y las mil transformaciones de este proteo poblaban de multitud de dioses los diversos panteones del mundo.

Más, en la cima de todo, reinaba el destino, esto es, la fatalidad. Los dioses de los antiguos apenas eran fuerzas naturales. La propia Naturaleza era el gran panteón. Las consecuencias fatales de tal dogma debían ser el materialismo y la esclavitud.

El Dios de Moisés y de Jesucristo es uno. Es espíritu eterno, independiente, inmutable e infinito; todo lo puede; creó y gobierna todas las cosas. Hizo al hombre a su imagen y semejanza. Es nuestro único Padre y nuestro único Señor. Las consecuencias de estos dogmas son el espiritualismo y la libertad.

Este antagonismo en las ideas llevó a los hombres a pensar, absurdamente en que también existía un antagonismo en las cosas. Hicieron del panteón un enemigo de Dios, como si el panteón realmente existiera en algún lugar a no ser en el dominio del propio Dios. Hacen de la Naturaleza un poder en rebelión; llamaron Satán al amor; dieron a la materia un espíritu que ella no podía tener, y resultó de ahí, por la ley fatal del equilibrio, la materialización de los dogmas religiosos. Del conflicto resultó un contrasentido o quizás un malentendido inmenso: que reclamaran la libertad del hombre en nombre de la fatalidad que lo aprisiona, y sujeción al nombre de Dios, siendo que El es el único que puede y quiere liberarlo. La consecuencia de esta perversión de juicio es un increíble malestar, una especie de parálisis moral y el por qué en todas partes se ven obstáculos.

Confieso que entre Proudhon y Veuillot no tengo la menor voluntad de elegir.

Las religiones muertas no reviven, y como dice Jesús, no se pone vino nuevo en vasos viejos. Cuando los ritos se vuelven ineficaces, el sacerdocio desaparece. No obstante, a través de todas las transformaciones religiosas, se conservaron los ritos secretos de la religión universal, y es precisamente en la razón y en el valor de estos ritos que consiste el secreto de la francmasonería.  (1).

En efecto, los símbolos masónicos constituyen, en su conjunto, una síntesis religiosa que aun falta al sacerdocio católico romano. El conde José de Maistre lo sentía instintivamente; y cuando en su terror de ver al mundo sin religión, aspiraba a una alianza próxima entre la ciencia y la fe, volvía voluntariamente sus ojos a las puertas entreabiertas del ocultismo.

Hoy no existe el ocultismo masónico y las puertas de la iniciación están completamente abiertas. Todo fue divulgado, todo fue escrito. El Vigilante y los Rituales masónicos se venden a quien quiera comprarlos. El Gran Oriente no tiene más misterios, o al menos no tiene más misterios para los profanos que para los iniciados; sin embargo, los ritos masónicos inquietan todavía a la corte de Roma, porque siente que hay en ellos un poder que se le escapa.

Este poder es la libertad de la conciencia humana, es la moral esencial, independiente de cada culto. Es el derecho de no ser maldito ni echado a la muerte eterna por dispensar a las gentes el ministerio de los sacerdotes, ministerio solamente necesario, para aquellos que sienten su necesidad, respetable a todos cuando se ofrece sin imponerse, horrible cuando abusan de él.

Es por la maldición que la Iglesia de fuerza a sus enemigos. La excomunión injusta es una especie de consagración. Jacques de Molay,  (2) en su hoguera, era Juez del Papa y del Rey. Savonarola,  (3) quemado por Alejandro VI, era en esos momentos el venerable vicario y representante de Cristo, y cuando denegaban los sacramentos a los pretendidos jansenistas,  (4) el diácono Paris hacía milagros.

Hay dos especies de ritos que pueden, por consiguiente, ser eficaces en la magia: los ritos sagrados y los ritos malditos, pues la maldición es una consagración negativa. El exorcismo hace la posesión, y la Iglesia infalible crea al diablo, por así decirlo, cuando emprende su expulsión.

La Iglesia católica romana reproduce de un modo exacto la imagen de Dios, tal como la describieron con tanto genio los autores del Siphra Dzeniutta, explicado por el Rabí Schimeon  (5) y sus discípulos. Tiene ella dos caras, una de luz y otra de sombras, y para ella la armonía resulta de la analogía de los contrarios. La faz de luz, es la figura agradable y sonriente de María. La faz de sombra, es la careta del demonio. Oso decir francamente al demonio lo que pienso de su careta y con esto no creo ofender a la Iglesia, mi madre. Con todo, si ella condenase mi temeridad, si la decisión de un futuro concilio afirmase que el diablo existe en persona, yo me sometería en virtud de mis propios principios. Dije que el verbo crea lo que afirma; ahora bien, la Iglesia es la depositaria de la autoridad del verbo; y cuando ella afirma la existencia no sólo real sino también personal del diablo, el diablo existirá personalmente, y la Iglesia romana lo habrá creado.

Todas las imágenes milagrosas de la Virgen tienen el color oscuro, porque la multitud gusta de mirar la religión por su lado tenebroso. Ocurre que los dogmas lo mismo que con los cuadros poderosamente iluminados: si atenuares las sombras debilitaréis las luces.

La jerarquía de las luces es lo que hace falta restablecer en la Iglesia en lugar de la jerarquía de las influencias temporales. Que la ciencia sea dada al clero, que el estudio profundo de la naturaleza revele y dirija la exégesis. Que los sacerdotes sean hombres maduros y experimentados en las luchas de la vida. Que los obispos sean superiores a los padres en sabiduría y virtud. Que el Papa sea el más instruido y sabio de los obispos, que los padres sean electos por el pueblo, los obispos por los padres y el Papa por los obispos. Que haya para el sacerdocio una iniciación progresiva. Que las ciencias ocultas sean estudiadas por los aspirantes al santo ministerio, y de modo principal la Cábala hebrea, que es la llave de todos los símbolos. Sólo entonces será revelada la verdadera religión universal y la catolicidad de todos los tiempos y de todos los pueblos sustituirá a este catolicismo absurdo y odioso, enemigo del progreso y de la libertad, que lucha aun en el mundo contra la verdad y la justicia, pero cuyo reino pasó para siempre.

En la Iglesia actual, como en el judaísmo del tiempo de Jesucristo, la cizaña se halla mezclada con la buena simiente, y por el temor de arrancar el fermento no nos atrevemos a tocar la cizaña. La Iglesia expía sus propios anatemas, ella es maldita porque maldijo. La espada que desenvainó se vuelve contra ella, como lo predice el Maestro.

Las maldiciones pertenecen al infierno y los anatemas son actos del pasado de Satán. El preciso remitirlos al grimorio de Honorio.  (6). La verdadera Iglesia de Dios ora por los pecadores y no los maldice.

Se censura a los padres que maldicen a sus hijos, pero nunca se podrá admitir que una madre maldiga a los suyos. Los ritos de la excomunión, empleados en los tiempos bárbaros, eran los de los hechizos de magia negra, y prueba de ello es la costumbre de cubrir los objetos sagrados y apagar todas las luces, en una suerte de homenaje a las tinieblas. En esas oscuras épocas se excitaba a los pueblos a la rebelión contra los reyes, se predicaba la exterminación y el odio, se ponían en peligro los reinos y, por todos los medios posibles, se aumentaba la corriente magnética del mal. Esta corriente se convirtió en un torbellino que llegó a alcanzar la silla de Pedro. Mas la Iglesia triunfará por la indulgencia y el perdón. Día vendrá, en que los últimos anatemas de un concilio ecuménico serán estos: ¡Maldita sea la maldición, que los anatemas sean anatemas, y que todos los hombres sean bendecidos! Entonces no veremos más a la humanidad de un lado y del otro de la Iglesia. La Iglesia abrazará a la humanidad, y quien quiera que pertenezca a la humanidad no podrá

estar fuera de la Iglesia.

Los dogmas disidentes serán apenas considerados como ignorancias. La caridad hará suave la violencia y el odio, y quedaremos unidos por todos los sentimientos de una fraternidad sincera, también aquellos que quieran separarse de nosotros. La religión conquistando el mundo, y los hebreos, nuestros padres y hermanos, saludarán con nosotros al reino espiritual del Mesías. Tal será en la tierra, hoy tan desolada e infeliz, la segunda venida del Salvador, la manifestación de una gran religiosidad y el triunfo del mesianismo, nuestra esperanza y nuestra fe...

notas del traductor

(1) Franc-Masonería. Después del último siglo, grandes espíritus, como Eliphas Levy, Ragón, Estanislao da Guaita y Oswald Wirth, se han esforzado en volver a la Francmasonería su valor iniciático, su finalidad verdaderamente espiritualista que había perdido cediendo a la influencia del ambiente y convertido en un organismo social que amparaba las luchas religiosas y políticas. La principal finalidad de la Francmasonería fue la de liberar el espíritu de cualquier tiranía, formar pensadores y sabios y elevarlos por encima del común por la selección y la iniciación. En el pensamiento de sus creadores todas sus pruebas y ritos tenían el mismo objetivo que para los sacerdotes de Menphis o de Tebas. Pero así como "La religión y la medicina no son responsables de las faltas de sus ministros", no puede culparse a la Francmasonería por los desvíos y el materialismo de gran parte de sus miembros, hijos todos del egoísmo de la época.

La Francmasonería encierra y oculta bajo sus ritos iniciáticos, una gran parte de las tradiciones antiguas, aunque sus símbolos sean incomprensibles para la mayoría de sus cofrades. Las primitivas iniciaciones se refundieron en ella, principalmente el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, y por sobre todo en el Rito Antiguo y Primitivo de Menphis y Misraim, el único que conserva intactos todos los rituales y al que sólo tienen acceso los masones que se interesan por el ocultismo o el hermetismo. Últimamente se han ocupado mucho de la Masonería los católicos y principalmente los Jesuitas. Es una Orden muy responsable en sus principios, porque recuerda al hombre lo que debe a Dios y a sus semejantes; enseña a socorrerse mutuamente y a socorrer a todos; al grito de desgracia el masón debe volar en socorro de su hermano; el ideal que proclama públicamente, es la Fraternidad Universal; su principal tarea, educar, instruir, moralizar a los hombres. Digna de todo encomio es en la época presente la hermosa labor que desarrolla la Orden Masónica Mixta o mística "Le Droit Humain", que, orientada por la más alta espiritualidad, se enfoca en el sentido iniciático para penetrar el sentido oculto de sus símbolos.

En su Historia de la Magia, dice Eliphas Levi de la Francmasonería: "Los hermanos masones tomaron su nombre y emblemas de su arte de los constructores de la Catedral de Estrasburgo. Han tenido por modelo a los Templarios, los Rosa Cruz por padres y los Joanitas por antepasados. Su dogma es el de Zoroastro y el de Hermes, su regla la iniciación progresiva, su principio la igualdad regulada por la jerarquía y la fraternidad universal; son los continuadores de la Escuela de Alejandría heredera de todas las iniciaciones antiguas".

Su leyenda sagrada es "Hiram" y todo el simbolismo masónico es realmente hermoso. El aspirante masón se compara a la piedra en bruto, informe, que no tendrá su forma definitiva sino bajo la acción del cincel y el martillo. Debe perfeccionarse, hasta llegar a ser piedra cúbica que representa al iniciado. Esta piedra cúbica, apta para unirse a las otras que servirán para construir el edificio social, le recuerda al masón que debe mezclarse a la vida activa, hacer obra útil e incorporarse con los demás masones a la obra durable que edifican, la que está simbolizada el templo que los francmasones levantan a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo: Dios.

Sobre la palabra francmasón encontraremos en las enseñanzas Rosa Cruz, sobre inscripciones rupestres, lo siguiente: "Valores de la inscripción Fa, Fuego, Fater, Fecundar, Facer, Factor, Facultad, Faena, Faz, Falo. Es la fuerza generatriz, el fuego central de la Naturaleza. La palabra Pir (fuego), viene de Fyr, Fir y luego convertido en First (lo primero fue la Luz). De Fyr se hizo el Fir o Free inglés que formó la palabra Freemasson (francmasón), para significar que los masones o "hijos de la luz", deberían ser los primeros que con la realización de sus símbolos despertaran en sí el Fuego Sagrado".

(2)  Jacobo de Molay. Último gran Maestre de los Templarios, quemado vivo en 1314. Fue llamado a Francia bajo el pretexto de unir su Orden a la de los Hospitalarios, aunque en verdad lo que se había acordado secretamente entre el Papa Clemente V y Felipe el Hermoso, rey de Francia, era suprimir la Orden. Se lo redujo a prisión en 1307, acusando a la vez a los Templarios de los crímenes más abominables, y así fue enviado con sus compañeros al suplicio. Jacobo de Molay murió quemado vivo en la hoguera con todo valor, protestando su inocencia con frases elocuentes y emplazando, según refiere la historia, ante el Tribunal del Ser Supremo al Papa Clemente V en el término de 40 días y a Felipe el Hermoso en el de un año, lo que dicen se cumplió dentro del plazo prescrito. Pero antes de morir el Jefe del Temple organizó la Masonería Oculta. Fundó, desde la prisión, cuatro logias metropolitanas; en Nápoles, para el Oriente; en Edimburgo, para el Occidente; en Estocolmo, para el Norte, y en París, para el Sur. El Papa y el rey murieron en breve plazo, de manera extraña y repentina. Florian, el principal denunciante de la Orden fue asesinado.

(3)  Savonarola, Jerónimo. Célebre dominico y reformador de las costumbres, quien creía que el clero, a quien atacaba sus vicios, debía ser el primero en dar el ejemplo de buenas costumbres. Savonarola no fue ni un impostor ni un ambicioso; fue un iluminado que se dejó arrastrar por su imaginación y por su fe. Enemigo del Renacimiento, sólo pedía reforma en las costumbres y moralidad. El Papa Alejandro VI, a quien combatió duramente Savonarola por sus vicios, quiso atraerlo, ofreciéndole el capelo cardenalicio y el Arzobispado de Florencia; pero Savonarola no aceptó el ofrecimiento, contestando: "No quiero otro capelo que el del martirio enrojecido de mi propia sangre". Su mayor atrevimiento fue decir, después de su excomunión, que "un excomulgado puede predicar". Se lo sentenció a muerte y ejecutó el 23 de mayo de 1498. Fue ahorcado después de someterlo varias veces al tormento y su cuerpo se consumió en la hoguera. A sus adictos se les negó sus cenizas, las que se arrojaron al río Arno. Ya tarde una comisión nombrada por Paulo VI declaró que sus obras eran "irreprochables". Benedicto XIV colocó el nombre de Savonarola en el número de los "Servidores de Dios", en su libro "De Servorum Dei

beatificatione". Aún no se han publicado todas sus obras.

(4)  Jansenistas. Partidarios del Jansenismo, doctrina de Jansenio, sobre la gracia, el libre albedrío y la predestinación; teólogo obispo de Yprés.

(5)  RabíSchimeon. Iluminado Cabalista, de quien dice la tradición, que cuando por la dispersión del pueblo israelita la tradición oral ya no podía perpetuarse, recibió la orden de lo alto para escribir el libro "Sepher ha-Zoar, o Libro del Esplendor", que trata de los atributos de la Divinidad (los diez Sephirots), de los cuatro mundos, del bien y del mal, del alma humana y de la salvación final.

(6)  Grimorio del Papa Honorio. Formulario mágico que sirve para las conjuraciones, encantamientos y evocaciones. Cadulus o Cadoulus, obispo de Parma, fue proclamado antipapa en oposición a Anselmo, obispo de Luac, que acababa de ser llamado al Pontificado bajo el nombre de Alejandro II. Este Cadulus, hombre capaz de todos los crímenes y reconocido públicamente como simoniaco y concubinario, tomó el nombre de Honorio II, pero como fue vencido en su ataque contra Roma, es muy probable que quisiera erigirse en gran sacerdote de los hechiceros y que haya redactado con el nombre de Honorio el Grimorio de ese nombre. Dicen los cabalistas que este Grimorio es un verdadero monumento de la perversidad humana. El sueño del autor es el reinado de Satán en la tierra. Los tres Grimorios más conocidos son: Grimorio del Papa Honorio, El Gran Grimorio y el Verdadero Grimorio o Clavículas de Salomón.

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