Lección 12 El Mensaje Del Maestro

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Guía y monitor dentro

En casi todas las enseñanzas de Jesús se encuentra el místico mensaje referente a la existencia del Espíritu en el interior del alma humana, de aquel Algo interno al que recurrimos en nuestros dolores y aflicciones, del Guía y Amonestador siempre dispuesto a aconsejamos, advertimos y dirigimos si escuchamos atentamente su Voz.

«Buscad primero el reino de Dios y su justicia y lo demás se os dará por añadidura». Y como explicación de ello: «El reino de los cielos está en vosotros». Tal el místico Mensaje que nos da la clave de los misterios de las internas enseñanzas.

Transcribimos algunas sentencias de Jesús, con propósito de interpretarlas de conformidad con dichas enseñanzas. Pero antes debiera leer el estudiante con suma atención la lección XIV de Lecciones de filosofía yogui, en donde están expuestas al pormenor las enseñanzas con sus verdades fundamentales, pues así comprenderá más fácilmente lo que vamos a tratar. También en nuestras obras tituladas Curso avanzado de filosofía yogui y Gñani Yoga están expuestas las fases superiores de las enseñanzas; pero aunque no aludamos en dichas obras al cristianismo, son tan fundamentales las enseñanzas que quienquiera que las conozca comprenderá la doctrina secreta del cristianismo.

[1. https://selfdefinition.org/new-thought/Yogi-Ramacharakra-Fourteen-Leccións-in-Yogi-Philosophy.pdf ]

[2. Advanced Course in Yogi Philosophy and Oriental Occultism: http://www.yogebooks.com/english/atkinson/1905-09advancedcourse.pdf ]

[3. https://selfdefinition.org/new-thought/Yogi-Ramacharaka-Leccións-in-Gnani-Yoga.pdf ]

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Sabiduría antigua

No hay en realidad más que una filosofía oculta que echamos de ver por doquiera, y una vez percibida la Verdad comprendemos que es la llave maestra que abre las puertas de acero de las enseñanzas esotéricas de todas y cada una de las religiones y filosofías. Los yoguis resolvieron hace siglos el enigma del universo y los más intensos esfuerzos del entendimiento humano desde entonces no han hecho más que corroborar, confirmar y ejemplarizar la original Verdad proclamada por aquellos venerables sabios.

Consideremos las palabras de Jesús a la luz de la antigua sabiduría. Examinemos el Sermón de la Montaña, tal como aparece en el Evangelio de San Mateo:

Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos (Mateo 5, 3).

Con estas palabras enseña Jesús la oculta enseñanza de que, quien renuncie a las vanaglorias y mezquinas ambiciones de este mundo, estará en camino de reconocer su verdadero Yo, su Algo interior, el Espíritu. Porque ¿no está escrito que el reino de los Cielos está en nuestro interior?

Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación (Mateo 5, 4).

Expone Jesús en estas palabras la oculta enseñanza de que quienes por estar muy adelantados en su evolución se afligen al ver las locas ambiciones de las gentes y la inutilidad de lo que se esfuerzan en lograr, serán al fin consolados y gozarán de aquella «paz que trasciende a toda comprensión», pero de la que sólo son capaces quienes descubren el reino de los cielos que está en su interior. Prosigue diciendo el Maestro:

Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por herencia (Mateo 5,5).

En estas palabras nos enseña Jesús que quienes obedezcan al Espíritu interior serán dueños de las cosas de la tierra. Frecuentemente tergiversan esta bienaventuranza los que no advierten su místico significado. La palabra «mansos» no denota la apática y servil actitud de los hipócritas esclavos de la forma, pues Jesús nunca enseñó tal cosa ni con su palabra ni con su ejemplo. Siempre se condujo como Maestro y no quiso en modo alguno que sus discípulos fueran serviles aduladores ni gemebundos suplicantes. De varios modos afirmó su Magisterio y aceptaba las muestras de respeto que se les daban, como por ejemplo cuando la Magdalena derramó sobre él la redoma de precioso ungüento. Empleó la palabra incorrectamente traducida por «mansos» en el sentido de una digna y tranquila sujeción al poder del Espíritu y la reverente sumisión a su guía, pero no en el de una hipócrita y cobarde mansedumbre respecto de las gentes. La promesa de que poseerían la tierra significa que serían dueños de las cosas temporales, es decir, que serían capaces de sobreponerse a ellas y enseñorearse de la tierra por haber entrado en el interno reino de los cielos.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados (Mateo. 5,6).

Esta es la promesa del Maestro de que quienes buscan en su interior el reino de los cielos lo hallarán, esto es, que su hambre y su sed espiritual quedarán satisfechas de la única manera posible.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mateo, 5, 7).

Aquí se nos enseña la clemencia, la amabilidad, la tolerancia y la carencia de mojigatería, cuya recompensa lleva en sí misma tan armónica disposición de ánimo.

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios (Mateo 5,8).

Aquí se nos enseña la clemencia, la amabilidad, las cosas que son puras para los limpios de corazón, y que la pureza de corazón y el reconocimiento del Dios internos nos conduce a ver a Dios en todas las cosas. Dice un antiguo sabio persa: «Quien ve a Dios en su interior lo ve en todas las cosas». Verdaderamente quien lo ve en su interior lo ve en donde en realidad está: en todas partes.

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mateo 5, 9).

Exhorta Jesús a los discípulos a que empleen su sabiduría y poder en apaciguar las luchas suscitadas por los diversos conceptos que de Dios tienen los hombres, a fin de que entre ellos prevalezca la Verdad. El capaz de descubrir la verdad subyacente en todas las religiones y creencias llega a ser amado hijo de Dios. El capaz de demostrar que bajo todas las fórmulas y ceremonias, bajo los nombres y títulos, bajo todos los credos y dogmas no hay más que un solo Dios a quien toda adoración asciende, es Pacificador e Hijo de Dios.

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La sal de la tierra

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados seréis cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.

Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros (Mateo 5, 10-12.)

Con estas palabras trató Jesús de alentar y fortalecer a los que habían de predicar el mensaje de los venideros siglos. Y no hay más que leer los nombres de las valerosas almas que procuraron mantener viva la llama, conservar en su virginal pureza las enseñanzas, resguardándolas de la hipócrita y egoísta tergiversación y formulismo de los que ambicionaban los altos puestos de la Iglesia. La mazmorra, el tormento y la hoguera fueron su recompensa. Pero la fe que desplegaron durante las persecuciones los condujo al reconocimiento del Espíritu y así fue suyo el reino de los cielos.

Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres (Mateo 5, 13).

Amonesta Jesús a sus discípulos para que no fracasen en su misión de servir con sus pensamientos y acciones de levadura en la masa de la humanidad. El uso de la palabra «sal», en este pasaje es familiar a cuantos conoce el antiguo misticismo. Los manjares sin sal son desabridos. Los discípulos eran la sal que había de salar perfectamente a la tierra. Pero si un grano de sal perdía su virtud saladora, nada era capaz de restituírsela y sólo servía para echarlo en el montón de desechos.

La «sal», tiene por objeto sazonar, y el deber del discípulo electo es sazonar a la humanidad.

Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.

Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.

Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (Mateo 5,14-16).

Estas palabras enseñan a los electos a difundir la recibida luz. Se les advierte que no la escondan bajo capa de convencionalismos de conducta, y se les exhorta a vivir y obrar de modo que las gentes perciban la luz del Espíritu que brilla en su interior y cuyos rayos les alumbren en el recto sendero. Quien tenga la Luz del Espíritu encendida en su interior será capaz de encender vivamente las lámparas del entendimiento en otros hombres. Con seguridad que muchos de nuestros lectores habrán tenido la lámpara de su conocimiento encendida por los rayos del Espíritu dimanantes de algún alma por medio de la palabra hablada o la escrita o por contacto personal. ¡La espiritualidad es contagiosa! Por lo tanto, ¡difundámosla! Tal es el significado del transcrito pasaje.

No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir.

Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido (Mateo 5,17-18).

En este pasaje afirma Jesús positivamente que no enseñaba una nueva doctrina sino que había venido a proseguir la obra de sus predecesores. Afirmó con ello la validez de la Sabiduría antigua, y dijo que la ley vigente había de continuar rigiendo hasta que perecieran el cielo y la tierra, esto es, hasta el fin del presente ciclo mundial. En estas palabras manifestó Jesús su adhesión a las enseñanzas ocultas. A quienes objeten diciendo que Jesús se refería a la ley de Moisés, les replicaremos que precisamente Jesús abolió la ley de Moisés con sus formulismos y enseñanzas esotéricas, pues el cristianismo es opuesto a las prácticas judaicas. Jesús aludía a las enseñanzas esotéricas, no a los externos credos y formulismos religiosos. No vino a abrogar las antiguas enseñanzas, sino tan sólo a «cumplir», a dar un nuevo ímpetu a la Sabiduría antigua.

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Justicia

De manera que cualquiera que infringiere uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.

Porque os digo que si vuestra justicia no fuese mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos (Mateo 5, 19-20).

Aquí Jesús precave contra la violación de las fundamentales enseñanzas ocultas y la enseñanza de falsas doctrinas, así como también ordena que se practique y enseñe la verdad, según se advierte en la referencia al reino de los cielos. Expone, además, que la «rectitud» necesaria para ganar «el reino de los cielos» es muy diferente al formulismo ceremonial y clerical de los escribas y fariseas, equivalentes hoy día a los clérigos que ejercen su ministerio como un oficio de pan llevar, y a los beatos hazañeros y mojigatos que sin sentimientos genuinamente cristianos mascullan rezos como si royeran peanas. Jesús fue siempre enemigo del estrecho formulismo que se paga de las palabras y desconoce el Espíritu. Si volviese hoy al mundo arrojaría de los templos a la horda de clérigos simoniacos e hipócritas santurrones que en su fuero interno se mofan de las cosas sagradas.

Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpado del juicio.

Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.

Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.

De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante (Mateo 5, 21_26).

Estos versículos subrayan la enseñanza de que el pecado no consiste tan sólo en las malas obras sino también en los malos pensamientos albergados en la mente y de los siniestros deseos alentados en el ánimo. Los pensamientos y deseos de siniestra índole que alimenta un individuo son la semilla y germen del pecado o del crimen, aunque no se manifiesten en acción. El deseo de matar es tan criminal como el asesinato. Esta es una oculta enseñanza comunicada a todos los candidatos a la iniciación.

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Adulterio

Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.

Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

También fue dicho: Cualquiera que repudiare a su mujer, déle carta de divorcio.

Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio (Mateo 5, 27-32).

En este pasaje manifiesta Jesús el aborrecimiento que a todos los ocultistas adelantados les inspira el abuso de las funciones sexuales. No sólo condenó el acto sino el pensamiento que lo determina. La enseñanza oculta dice que la única función legítima del sexo es la procreación y que todo lo demás es pervertir la naturaleza. Jesús habla enérgicamente en este pasaje sobre tan importantísimo asunto. La última parte del pasaje citado es una condenación de los abusos en las relaciones conyugales, y contra el divorcio que era una cuestión muy palpitante en aquel tiempo. Recriminaba a los que inconscientemente contraían matrimonio y con la misma inconciencia los disolvían. Jesús afirmaba la santidad de la vida doméstica y el bienestar de la familia. Sus manifestaciones sobre este punto son indudablemente claras y concluyentes.

Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.

Mas yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.

Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.

Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede (Mateo 5, 33-37).

Combate aquí Jesús la costumbre de jurar, tan arraigada a la sazón entre los judíos y otros pueblos orientales. Exhorta a la sencillez y moderación de palabra. En esto es fiel a las tradiciones ocultas que de los iniciados y neófitos exigen sencillez de pensamiento y palabra.

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Ley de la no resistencia

Oísteis que fue dicho a los antiguos: Ojo por ojo, y diente por diente.

Pero yo os digo: No resistáis al mal; antes, a cualquiera que te hiere en una mejilla derecha, vuélvele también la otra;

y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;

y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, vé con él dos.

Al que te pida dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses (Mateo 5, 38-42).

En este pasaje alude Jesús a la ley de resistencia, cuyo aspecto esotérico comprende todo iniciado. Esta ley rige en el plano mental y quienes la conocen saben que se refiere a la actitud mental que con respecto a los demás hombres ha de mantener el iniciado, en defensa contra toda imposición. El amor desvanece el odio y la cólera. Los nobles pensamientos prevalecen contra los siniestros.

Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo.

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.

Porque si amáis a los que os aman ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?

y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?

Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto (Mateo 5, 43-48).

Aquí enseña Jesús la amplia tolerancia, caridad y amor que forman parte tan importante de todas las doctrinas místicas. Es una enseñanza completamente opuesta a la clerical idea de tolerancia y favor exclusivamente para con quienes son de su bando o que se sujetan a las normas de conducta que autoritariamente les imponen. Jesús enseñó la amplísima doctrina de la confraternidad humana, y que Dios concede su amor a todos los seres, tanto justos como pecadores, y que este perfecto amor ha de ser la finalidad de cuantos quieran entrar en el reino del Espíritu.

Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis merced de vuestro Padre que está en los cielos.

Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.

Mas cuando tú haces limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará en público (Mateo 6,1-4).

Esta es otra reprimenda que Jesús da a los mojigatos, santurrones y beatos de relumbrón, que abundan hoy tanto como entonces.

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Oración

Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos gustan de orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.

Mas tú cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará en público.

Y orando, no uséis vanas repeticiones, como gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.

No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.

Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.

Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.

El pan nuestro pan de cada día, dánoslo hoy.

y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.

y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; por que tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.

Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;

mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas (Mateo 6,5-15).

Aquí tenemos lo que dijo Jesús respecto de la oración. Precave contra la ostentosa exhibición de pietismo tan frecuente en las iglesias en toda época y país. Manda que nos acerquemos reverentemente al Padre sin llamar la pública atención. Después enseñó a sus discípulos la famosa oración dominical, qué comprendía un caudal de instrucciones Y preceptos genuinamente religiosos.

Todo el que al recitar las palabras de esta oración las llene con el reconocimiento del Espíritu recibirá la respuesta adecuada a sus necesidades y a su perfeccionamiento individual. La Oración Dominical es un arcano del Místico Mensaje.

Y cuando ayunéis, no seáis austeros como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.

Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público (Mateo 6,16,18).

Esta es una reconvención a los tartufos y falsos devotos que alardean de su escrupulosidad en la observancia de las formas. Jesús, como verdadero místico, detestaba toda hipocresía santurrona y no desaprovechaba ocasión de condenada.

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Tesoros en el cielo

No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde los ladrones minan y hurtan;

sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.

Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.

La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que hay en ti es tinieblas ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?

Ninguno puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.

Por tanto os digo. No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?

Mirad las aves del cielo, que no siembran ni siegan ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?

¿ y quien de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?

y por el vestido ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; mas os digo, que ni Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.

y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho mas a vosotros, hombres de poca fe?

No os afanéis, pues, diciendo: ¿qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?

Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Así que no os acongojéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal (Mateo 6,19-34).

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Conducta de vida

Este es el pasaje más notable del Nuevo Testamento. Es la más hermosa enseñanza de Jesús de Nazaret. En ella se comprendía la oculta doctrina referente a la norma de conducta en la vida. En pocas líneas resume toda la doctrina del Karma Yoga, una de las ramas de la filosofía yogui. Es un verdadero epítome del sistema llamado New Thought [Nuevo pensamiento] según lo exponen sus adeptos. No es necesario leer ni estudiar las diversas filosofías que han aparecido en estos últimos años, pues nadie leerá ni estudiará ni admirará más que los preceptos de este maravilloso pasaje del Sermón de la Montaña. Cada sentencia es una joya, un cristal de la más alta filosofía mística y oculta. Podrían escribirse centenares de volúmenes en comentario a este pasaje sin agotar el tema. Enseña la doctrina de la sinceridad mental respecto del Espíritu y las cosas espirituales. Se declara la insensatez de apegarse a las cosas materiales. Pero la máxima Verdad expuesta en este pasaje es el poder de la FE. La fe es el gran secreto de toda enseñanza oculta, la clave de los íntimos misterios, que abre las puertas del Castillo del Éxito. Recomendamos a cuantos lean estas lecciones que aprendan de memoria este pasaje y hagan de él una parte de su propio ser, una norma de conducta y acción. La enseñanza que este pasaje entraña es la verdadera vida del Espíritu. Es la verdadera Luz en el Sendero para guía de los pasos de todo místico y ocultista.

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Juicio

No juzguéis, para que no seáis juzgados.

Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.

Y ¿por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?

¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?

¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano (Mateo 7,1-5).

Aquí Jesús asesta otro golpe tremendo a la mentida devoción de los fariseos y tartufos de todas las religiones, credos y cultos de toda época y país. Precave contra el orgulloso pensamiento de creerse mejor y más santo que nadie como afectan los formalistas en su trato con las gentes. En estas imperecederas palabras lanzó Jesús a través de los siglos una áspera reprimenda contra los hipócritas juzgadores del prójimo, que pretenden sujetar a los demás a sus caprichosas normas. El Maestro repudia a muchos que se figuran o fingen creer en él.

No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen (Mateo 7, 6).

Advierte Jesús a los iniciados que no comuniquen al vulgo sus altas doctrinas, no sea que con sus groseros instintos las estropeen y se revuelvan y despedacen a quien se las comunicó. Es una verdad atestiguada por la suerte de aquellas gloriosas almas que, desdeñándola, quisieron comunicar la Verdad a las turbas y hallaron la muerte por su imprudencia. El mismo Jesús fue víctima de la inobservancia de esta regla, pues su simpatía prevaleció contra el razonamiento.

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Busca y encontrarás

Pedir, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.

Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

¿Qué hombre hay de vosotros, a quien si su hijo le pide pan, le dará una piedra?

¿O si le pide un pez, le dará una serpiente?

Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas (Mateo 7, 7-12).

Tenemos en este pasaje otra ardiente exhortación a los hombres para que vivan según la luz de la fe en el Espíritu, representándoles que si no son capaces de conducirse rectamente con los demás no han de esperar que se les trate rectamente. Es la lección de siembra y cosecha, la lección de la ley del karma. Jesús es muy enérgico en sus afirmaciones. No sólo dice: haced esto y lo otro, sino que afirma terminantemente: «Esta es la ley». Cada cual cosecha el fruto de las acciones que sembró.

Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan (Mateo 7, 13-14).

Esta es la suprema enseñanza oculta. ¡Cuán pocos encuentran el camino que los conduciría al reconocimiento de su propia divinidad! Verdaderamente estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la meta. Las masas van insensatamente por el anchuroso camino y pocos ven la estrecha puerta del Sendero.

Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.

Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?

Así, todo buen árbol lleva buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos.

No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.

Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego.

Así que, por sus frutos los conoceréis.

No todo el que me dice: ¡Señor! ¡Señor! entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?

y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad (Mateo 7, 15-23).

Notable amonestación contra el perverso uso de los poderes ocultos, contra la prostitución de los dones del Espíritu, contra la magia negra, en una palabra. Porque, como todos sabemos, las fuerzas ocultas lo mismo pueden emplearse en el mal que en el bien. Por los frutos distinguiremos el bien del mal. Quien enseña a los hombres a ser inconscientes como borregos y a creer cándidamente cuanto les dice, es un árbol que lleva mal fruto. Es un lobo disfrazado de oveja que engorda a costa del cuerpo y el alma de sus víctimas. Pero quienes enseñan a los hombres a ser hombres y aun superhombres, llevan el buen fruto del espíritu. Así no han de alucinarnos los nombres ni las palabras ni las pretensiones ni siquiera los milagros. Hemos de mirar el fruto del árbol y proceder en consecuencia.

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Haciendo

Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.

Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.

Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena;

y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu en aquella casa; y cayó, y fue gran, de su ruina (Mateo 7, 24,27).

En este pasaje exhorta Jesús a todos los que leen u oyen sus palabras y dicen que son cristianos. Les ordena que se afirmen sobre la roca eterna de la Verdad, la roca de los siglos asentada en los básicos principios de la Existencia. Les advierte que no edifiquen sobre las movedizas arenas de la teología y el dogmatismo que arrastrarán las tormentas del Tiempo. El cristianismo místico está fundado sobre las eternas verdades místicas, y todavía resiste incólume las embestidas de la crítica, la oposición y el conocimiento que tantos edificios teológicos derrumbaron en el pasado y aun hoy día hacen ímpetu contra los que siguen en pie y se estremecen a su empuje. El cristianismo místico invita a la teología moderna y a la alta crítica a que lo analicen, pues sabe que corroborarán la verdad de sus fundamentales principios. El cristianismo místico conoce la identidad de la religión, la ciencia y la filosofía sin que haya conflictos entre ellas, pues son distintos nombres de una misma verdad. La Verdad es una y no puede haber más de una. Así tanto da denominada ciencia como filosofía o religión. Nada hay sino la Verdad; nada más existe realmente. Todo lo que no sea Verdad es maya, ilusión, nada. Y el cristianismo místico está fundado sobre la roca de la Verdad sin temor a que ni vientos ni tempestades pongan a prueba la solidez de sus edificios mentales. Como su Fundador, ha existido siempre, siempre existirá, desde el principio sin principio hasta el fin sin fin. El mismo ayer, hoy y mañana.

Ahora, lector amigo, ya que hemos recorrido juntos el Sendero del conocimiento, te diré que te he transmitido las palabras que recibí de otros que me precedieron en el Sendero. Consciente de mis limitaciones me atreví a esparcir las semillas de la Verdad con la esperanza de que algunas arraigaran en el corazón y en la mente de los lectores de este libro. Pero ahora que terminé mi labor, me entristece el pensamiento de que pocos serán aquellos en quienes la semilla germine y medre con mental y espiritual crecimiento para luego florecer y fructificar. Es la misma tristeza de todos los instructores que saben cuán inútil es gran parte de su labor, que de millares de semillas esparcidas sólo unas cuantas llegan a dar sazonados frutos. Pero cabe la compensación en el pensamiento de que uno, dos o una docena de lectores habrán recibido la semilla espiritual y la nutrirán con el mental mantillo que favorezca su florecimiento y fructificación.

He aquí, el sembrador salió a sembrar.

Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.

Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;

pero salido el sol, se quemó, y porque no tenía raíz, se secó. y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.

El que tiene oídos para oír, oiga (Mateo 13, 3,9).

 

[ fin ]

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