Lección 11 La Sabiduría Antigua

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Metempsicosis o reencarnación

La doctrina de la reencarnación está profundamente arraigada en las internas o esotéricas enseñanzas de todas las regiones, incluso la cristiana, cuyos misterios comprendían la reencarnación lo mismo que las demás verdades ocultas, enseñadas en los círculos esotéricos de la iglesia primitiva.

Esencialmente la doctrina del renacimiento es la única que está en pleno acuerdo con el cristiano concepto de la equidad y la justicia final. Un autor ha dicho acertadamente sobre el particular:

"La doctrina de la reencarnación desvanece muchas y muy graves dificultades. Para quien mire en su alrededor y vea la tristeza y sufrimientos del mundo y la horrible desigualdad de los hombres, no sólo en cuanto a la riqueza material sino en las oportunidades de adelanto, es imposible armonizar estos hechos con el amor y la justicia de Dios, a menos que acepte la hipótesis de que esta vida terrena no es la única, sino un sólo día de la verdadera vida del alma, y que cada alma está en el lugar más apropiado para aprender las lecciones necesarias a su evolución. Es con seguridad la única doctrina que capacita al hombre para creer racionalmente en la justicia divina sin cerrar los ojos a la evidencia de los hechos. Es una doctrina digna de estudio.

"La moderna teología trata principalmente de un plan llamado de 'salvación' que depende en absoluto de lo que dice que cree. Esta hipótesis de la 'salvación', como si hubiese algo de que 'salvarse', está fundada en la viciosa interpretación de algunos textos de la Escritura.»

"Pero nosotros no creemos en la llamada cólera divina, pues nos parece horrenda blasfemia achacar a Dios los humanos vicios de cólera y crueldad. Nosotros sostenemos la doctrina de la evolución y el final perfeccionamiento de todo ser humano. Afirmamos que el progreso del hombre no depende de lo que cree sino de lo que hace. En la Biblia hay muchos pasajes que así lo atestiguan. Dice san Pablo: "No os engañéis, Dios no puede ser burlado: que todo lo que el hombre sembrase, eso también segará". Y dijo Cristo: "Y los que hicieron bien saldrán a resurrección de vida", no dijo que debían creer en determinada doctrina. Y cuando describe el día del juicio no trata de lo que cada cual ha creído, sino de lo que hubiere hecho.»

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Archidiácono Colley

Por otra parte, el archidiácono Coney, rector de Stockton, en el condado inglés de Warwick, dice sobre el mismo asunto:

"Movido a la exploración del reino de lo oculto y trascendental por la saducea tendencia de mi juventud, he tenido durante medio siglo experiencias en que pocos podrán igualarme y ninguno excederme; pero todavía no me atrevo a dar definidas conclusiones. Por lo tanto, suspendo mi juicio, pues no me inclino a dogmatizar en nada, y con mente abierta y equilibrado pensamiento, deseoso de recibir la luz de todos los focos sin rechazar nada que pueda servir a la justicia, me pregunto por qué unos mueren de viejos y otros apenas nacidos o en el mismo momento de nacer; por qué unos nacen ricos y otros pobres; por qué unos malgastan sus riquezas en devaneos y vicios pasionales, mientras la meritoria pobreza se esfuerza sin auxilio de nadie en su mejoramiento. Unos nacen con talento y otros idiotas. Unos con alma de santos y otros con propensiones criminales.

"La ley de herencia puede influir muchísimo en que los pecados de los padres recaigan sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación, pero no me explica el misterio de que a veces de un padre bueno salga un hijo malo y de otro muy sabio uno completamente estúpido. Tengo en mis anotaciones de los textos sagrados algunos pasajes que con otros de los Padres de la primitiva Iglesia parecen ser supervivencias de la antigua idea clásica de la reencarnación.

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Antes de que te formara

"El profeta Jeremías escribe: "Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones" (Jeremías 1, 4-5).

"¿Significa esto que creó de propósito el ego del que destinaba para su siervo y antes de revestirlo de carne mortal le instruyó en los planos superiores acerca de la parte que había de desempeñar en la manifestación de la divina voluntad?

"Cuando el fundador de nuestra religión encontró en el Templo al enfermo a quien poco antes había sanado después de treinta y ocho años de enfermedad, le dijo: "Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor" (Juan 5,14).

"Si el castigo era proporcional al pecado ¿había cometido aquel hombre alguno tan horrendo en su niñez que requiriera los cerca de cuarenta años de enfermedad y aun todavía más si reincidiese en el pecado?

"En otra ocasión vio Jesús un ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron: "Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres para que naciese ciego?" Pero yo pregunto: ¿Pecó antes de nacer para sufrir el castigo de la ceguera?

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Elías y Juan el Bautista

"EI profeta Malaquías dice: "He aquí, yo os envío a Elías el profeta, antes que venga el día del Señor, grande y terrible". ¿Era Juan el Bautista la reencarnación del profeta Elías? Jesús dijo que efectivamente era Juan el Bautista aquel Elías que había de venir, y que los judíos no le conocieron, antes hicieron con él todo lo que quisieron, pues Herodes lo mandó degollar" (Mateo 11,14; 17, 12).

"Según los textos de la Biblia y las Concordancias de Cruden, resulta que el profeta Elías y Juan el Bautista son una misma entidad. El versículo octavo del primer capítulo del segundo libro de los Reyes, y el cuarto del tercer capítulo del Evangelio de San Mateo, denotan evidentes analogías en las características personales de Elías el profeta y Juan el Bautista, pues de Elías dice el texto: "un varón y ceñía sus lomos con un cinto de cuero", y de Juan el Bautista que "tenía un vestido de pelos de camellos y una cinta de cuero alrededor de sus lomos".

"Juan el Bautista vivía en el desierto. Elías permaneció cuarenta días y cuarenta noches en el monte Horeb, el monte de Dios, en el desierto de Sinaí. Juan el Bautista bautizaba en el desierto al otro lado del Jordán. La vida de ambos voluntariamente apartados del bullicio de las gentes, se mantuvo de análogo modo, pues a Elías le dijo el Señor: "he mandado a los cuervos que te den de comer"; y la comida del Bautista eran langostas y miel silvestre.

"Dijo Jesús de Juan el Bautista: "Y si queréis recibir, él es aquel Elías que había de venir".

"Orígenes, uno de los más eruditos Padres de la Iglesia, que floreció en el siglo II, dice que el citado texto denota la preexistencia de Juan el Bautista en la personalidad de Elías, antes de su decretada existencia como el precursor de Cristo.

[1. Ver también capítulo 10. https://es.wikipedia.org/wiki/Orígenes ]

"Añade Orígenes acerca del texto bíblico: "Amé a Jacob y a Esaú aborrecí (Malaquías 1,2-3). Que si nuestra suerte no estuviera señalada por nuestras obras anteriores a la vida presente ¿cómo no fuera impropio e injusto por parte de Dios que el hermano mayor sirviera al menor y que Dios lo odiara a pesar de haberlo Isaac, el justo hijo de Abraham, sin que Esaú hubiese hecho nada para merecer tal servidumbre y concitarse el odio del Todopoderoso?"

"Asimismo echa de ver Orígenes nuestra preexistencia antes de la formación del mundo en el texto de san Pablo: "Bendito de Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo" (Efesios 1,3-4).

"San Jerónimo, en coincidencia con Orígenes, habla de nuestro descanso en planos superiores donde las criaturas racionales moran antes de descender a este bajo mundo, antes de trasladarse de la invisible vida en las espirituales esferas a la visible vida terrena; y enseña la necesidad de tener otra vez cuerpos materiales antes de que como santos y hombres "tan perfectos como perfecto es nuestro Padre en el cielo", gocen una vez más en el mundo angélico su anterior bienaventuranza.

"San Justino Mártir habla también del alma que habita más de una vez en el cuerpo humano; pero opina que por regla general (como en el caso de Juan el Bautista que olvidó que había sido Elías) no se nos permite el recuerdo en esta vida de nuestras pretéritas experiencias, aunque de nuevo estamos aquí desterrados como extranjeros y peregrinos en un inadecuado clima lejos de nuestra patria celestial.

"San Clemente de Alejandría [2] y otros Padres aluden a la reencarnación al recordar la vital verdad enseñada por nuestro Señor al decir: "Os es necesario nacer de nuevo"."

[2. Tcc. Clemens Alexandrinus, o Titus Flavius Clemens. Ver Capítulo 10. ]

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Cristianos modernos

Este sermón pronunciado por una tan conspicua dignidad de la Iglesia de Inglaterra debe llamar la atención de cuantos ardientemente busquen la verdad de la doctrina cristiana. Si un clérigo así, educado en semejante ambiente, pudo verse capaz de alegar tan elocuente testimonio en pro de una verdad usualmente considerada extraña a su aceptado credo ¿qué no cabe esperar de una Iglesia que una vez libre, de las estrechas trabas formalistas de la ortodoxia, puede considerar, aprender y enseñar tan notables doctrinas originalmente mantenidas y enseñadas por los primeros Padres de la Iglesia de Cristo?

Aunque la mayoría de los cristianos modernos impugnen acremente la idea de que la verdad de la reencarnación formó siempre parte de la doctrina, y prefieran considerarla como una enseñanza "paganizada", es innegable que los escrupulosos exégetas libres de prejuicios hallarán en los escritos de los Padres de la Iglesia cristiana irrefutables pruebas de que la verdad de la reencarnación se creía y enseñaba en los círculos esotéricos de la primitiva Iglesia.

La doctrina de la reencarnación formó incuestionablemente parte de los misterios cristianos, pero fue cayendo en relativa oscuridad a medida que se debilitaba la espiritualidad de la Iglesia, hasta que hoy día ya no se atreven a mantenerla los teólogos vulgares, quienes tildan de bárbara y pagana aquella parte de las enseñanzas originariamente comunicadas por los primitivos Padres de la Iglesia.

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Primeros cristianos

Los primeros cristianos estaban algún tanto divididos respecto a los pormenores de la reencarnación. Creían unos que el alma humana era eterna y procedía del Padre, y que había muchos grados y clases de almas, algunas de las cuales no han encarnado nunca en cuerpos humanos sino que viven en varios planos de existencia desconocidos de nosotros, y transitan de plano en plano y de mundo en mundo. En cambio otras almas quisieron tener la experiencia de la vida en el mundo terreno, y están pasando por todas las etapas de la vida física con sus penas y tristezas, sujetas a la ley de la reencarnación hasta que completen sus experiencias y salgan entonces del círculo de influencia del mundo físico y recobren su prístina libertad.

Otros cristianos sostenían de conformidad con la enseñanza oculta, que el alma evolucionaba gradualmente por repetidas encarnaciones en la tierra, pasando de lo inferior a lo superior, según expusimos en nuestras lecciones acerca del Gñani Yoga.

La diversidad de ambas enseñanzas deriva de los diferentes conceptos de los instructores, pues algunos estaban influidos por las ocultas enseñanzas judías que mantenían la primera de las dos doctrinas a que hemos aludido, mientras que la segunda era la enseñada por los místicos griegos y los ocultistas indios. Cada cual interpretaba las enseñanzas esotéricas a la luz de su precedente filiación. Así es que algunos de los primitivos escritos cristianos hablan de "preexistencia", mientras que otros aluden explícitamente al "renacimiento", pero el principio fundamental es el mismo, y hasta cierto punto ambos criterios eran acertados, según saben bien los ocultistas de grado superior. Dicho principio fundamental es que del Padre emana un espíritu que se sume en limitadas envolturas materiales, y entonces se le llama alma, que pierde temporalmente su prístina pureza y va pasando por sucesivas encarnaciones para adquirir en cada una de ellas las necesarias experiencias que la muevan a evolucionar de lo inferior a lo superior en los mundos de probación, hasta que recibidas todas las experiencias de la vida recobre su primitivo estado de puro espíritu.

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Controversias

Los Padres de la Iglesia cristiana sostuvieron acerba controversia con los filósofos griegos y romanos acerca del concepto sostenido por alguno de estos últimos respecto a la transmigración del alma humana en el cuerpo de algún animal. Los Padres de la Iglesia impugnaron enérgicamente esta errónea enseñanza y en sus argumentos expusieron vigorosamente la distinción entre la enseñanza esotérica del renacimiento y la tergiversada en el error de la transmigración. Esta controversia motivó que se repudiaran inflexiblemente las enseñanzas de las escuelas de Pitágoras y Platón, que sostenían la tergiversada doctrina de que un alma humana podía degenerar en el estado de animal.

Entre otros pasajes citados por Orígenes y san Jerónimo en prueba de la preexistencia del alma, figura el de la profecía de Jeremías que dice: "Antes de que salieses de la matriz te santifiqué, te di por profeta a las gentes" (Jeremías 1,5). Sostienen los primitivos escritores que este pasaje corrobora su parecer sobre la preexistencia del alma y la posesión de ciertas características y cualidades adquiridas en vidas anteriores, pues argayen que sería injusticia que antes de su nacimiento fuese dotado un hombre de cualidades morales que únicamente pueden ser en justicia el resultado de las buenas obras y rectitud de conducta. También se apoyan en la profecía de Malaquías (4-5) sobre la vuelta a la tierra del profeta Elías, así como en el pasaje del libro no canónico de La Sabiduría de Salomón, que dice: "Yo era ingenioso niño que tenía buen espíritu, y tomé un cuerpo puro".

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Josefo

Por otra parte aluden dichos autores cristianos al libro del historiador Josefo titulado Historia antigua de los judíos, en que se lee el siguiente pasaje: "Dicen que todas las almas son incorruptibles; pero las de los buenos pasan a otros cuerpos, y las de los malos quedan sujetas a castigo eterno".

Durante la guerra de los judíos contra los romanos, en el sitio de la fortaleza de Jatapota, buscó Josefo abrigo en una cueva donde estaban algunos soldados discutiendo si se suicidarían para no caer prisioneros de los romanos, y Josefo les dijo:

"¿No recordáis que todos los espíritus puros que obedecen a la divina ley viven en la serenidad de los lugares celestes y con el tiempo van a habitar cuerpos sin mácula; pero que las almas que han suicidado sus cuerpos están condenadas a una tenebrosa región del mundo inferior?" Algunos autores modernos sostienen que este pasaje demuestra que Josefo aceptaba por su parte la doctrina de la reencarnación, como también demuestra que debía de ser familiar a los soldados judíos.

[4. https://es.wikipedia.org/wiki/Flavio_Josefo ]

Parece que no cabe duda respecto de la familiaridad del pueblo judío de aquel tiempo con las generales enseñanzas de la reencarnación. Filo afirma positivamente que esta doctrina formaba parte de las enseñanzas de la escuela judía alejandrina; y además, la pregunta que le dirigieron a Jesús sobre "el pecado del ciego de nacimiento" denota cuán familiarizado estaba el pueblo con dicha enseñanza en general.

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Enseñanzas de Jesús

Así es que Jesús no necesitó recalcar su doctrina en este punto frente al vulgo, sino que la reservó para las instrucciones esotéricas a sus escogidos discípulos respecto de los pormenores del renacimiento. Pero el mismo asunto está mencionado en varios pasajes del Nuevo Testamento, según vamos a ver.

Jesús afirmó positivamente que Juan el Bautista era "Elías" cuya vuelta había profetizado Malaquías (4,5). Dos veces lo afirmó explícitamente, a saber: "Y si queréis recibido, él es aquel Elías que había de venir" (Mateo 11, 14). Y en otro pasaje: "Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, antes hicieron con él todo lo que quisieron... Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista" (Mateo 17, 12-13). Los místicos exponen que Jesús vio claramente que Juan era la reencarnación de Elías, aunque Juan lo había negado a causa de no recordar su pasada encarnación. Jesús el Maestro vio claramente lo que Juan el Precursor no había percibido respecto de sí mismo. Las evidencias características de Elías reproducidas en Juan el Bautista corroboraron la doble afirmación positiva del Maestro, de que Juan el Bautista era Elías reencarnado.

Esta autoridad es suficiente para que los cristianos acepten que la doctrina de la reencarnación formó parte de las enseñanzas de la Iglesia. Pero todavía los teólogos ortodoxos arguyen que Jesús quiso decir otra cosa. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

Otro notable ejemplo de que Jesús y sus discípulos reconocían la doctrina de la reencarnación nos lo ofrece el caso del ciego de nacimiento. Conviene transcribir el relato:

"Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. Y le preguntaron, diciéndole: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres" (Juan 9: 1,3 )." Seguramente que no cabe error sobre el significado de la pregunta: "¿Quién pecó, éste o sus padres?"; porque ¿cómo podía pecar un hombre antes de nacer a menos que hubiese vivido en una pasada encarnación? Y la respuesta de Jesús afirma sencillamente que aquel hombre no nació ciego por pecados de pasada vida ni por los de sus padres sino por una tercera causa. Si la idea de la reencarnación hubiese sido contraria a las enseñanzas ¿no la hubiera condenado Jesús ante sus discípulos? La circunstancia de que los discípulos le hicieran aquella pregunta ¿no demuestra que tenían la costumbre de tratar con él los problemas de la reencarnación y el karma y recibir instrucciones y respuestas a las preguntas sobre el particular?

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Primeros padres cristianos: Orígenes

Varios otros pasajes del Nuevo Testamento probarían que los discípulos de Jesús conocían la doctrina de la reencarnación; pero preferimos considerar los escritos de los Padres de la Iglesia para demostrar lo que creían y enseñaban respecto de la reencarnación y el karma.

Orígenes descuella como luminoso faro entre los autores y autoridades de la primitiva Iglesia cristiana. De él dice un notable escritor:

[5. See note above. ]

"En los escritos de Orígenes tenemos copiosa información respecto a las enseñanzas de los primitivos cristianos. Tenía Orígenes un esplendido y grandioso concepto del conjunto de la evolución de nuestro sistema, que expondré brevemente.

Enseñaba que todos los espíritus emanaban de Dios, dotados de libre albedrío; que algunos espíritus no quisieron desviarse del recto sendero y en recompensa fueron ángeles, mientras que otros se apartaron del sendero de la rectitud, y cayeron en la raza humana para recobrar mediante recta y noble conducta la angélica condición que no habían sido capaces de alcanzar. Además, otros espíritus hubo que en uso de su libre albedrío se sumieron todavía más hondamente en el mal y fueron los demonios o espíritus malignos. Así es que todos estos espíritus eran originariamente buenos, pero por inocencia, no por conocimiento. También expone Orígenes que los hombres pueden llegar a ser ángeles, y que aun los demonios pueden evolucionar y convertirse en hombres y revestirse después a su prístina condición angélica. Recordemos que una de las doctrinas de Orígenes, condenadas posteriormente por los teólogos, fue la hermosísima de que la redención y la rehabilitación son posibles aun para el peor de los hombres, y que no puede haber una eternidad de mal en un universo dimanante de la Bondad eterna, y que ha de volver de donde procedió."

En su magna obra De los principios, afirma Orígenes que tan sólo Dios es fundamentalmente bueno por virtud de su esencial naturaleza. Dios el único, el absolutamente perfecto Bien. Al considerar los inferiores grados de Bondad, vemos que son derivaciones adquiridas en vez de ser esencialmente fundamentadas. Dice Orígenes que Dios concede el libre albedrío por igual a todos los espíritus, y que si no lo usan en recta dirección, caen en estados inferiores, más o menos rápidamente, y cada cual es el causante de su propia caída. Añade que Juan el Bautista recibió en la matriz de su madre la santificante influencia del Espíritu Santo en algunos hombres no por su merecimiento ni por justicia sino por especial gracia, diciendo que no se compagina este error con la declaración explícita de que Dios no hace acepción de personas ni puede obrar injustamente, como obraría si pusiera a las almas en existencia al mismo tiempo que los cuerpos. Después declara Orígenes su creencia en la reencarnación arguyendo que Juan había merecido el divino favor por razón de su recta conducta en una vida anterior.

Considera luego Orígenes la importante cuestión de la aparente injusticia que denotan las desigualdades entre los hombres, y dice:

"Unos son extranjeros y otros griegos; y de los extranjeros unos son salvajes y feroces y otros de apacible condición; los hay que viven sujetos a leyes más o menos justas, mientras que otros se rigen por costumbre de índole inhumana. Algunos nacen esclavos y quedan sujetos al dominio de sus dueños, príncipes o tiranos. Quiénes nacen sanos y quiénes nacen enfermos de cuerpo. Unos con defectos en la vista, en la palabra, en el porte, o privados de sus sentidos. Pero ¿a qué enumerar todos los horrores de la miseria humana? ¿Por qué ha de ser esto así?"

Impugna Orígenes la opinión de algunos pensadores de su tiempo, quienes sostenían que las desigualdades observadas entre los hombres dimanaban de la diferencia de cualidades de las almas y de su diverso modo de ejercer el libre albedrío. Contra esta opinión argaye Orígenes, diciendo que el libre albedrío no puede ejercerse antes del nacimiento, pues nadie escoge de su libre voluntad las condiciones en que nace, y si un alma de maligna naturaleza ha de nacer en una malvada nación y un alma de buena naturaleza en una nación virtuosa, será por accidente o casualidad de su diferencia, por lo que entonces no puede creerse en la providencia y justicia de Dios.

Añade Orígenes: "Consideró Dios justo ordenar sus criaturas según el mérito de cada una y por ello puso en el mundo vasos de oro, plata, madera y barro, de honor y deshonor, para que según sus méritos los ocuparan las almas cuyo nacimiento ya no es así casual sino que la condición de cada individuo es el resultado de sus acciones".

Considera después el caso de Esaú y Jacob, que algunos toman por ejemplo del injusto y cruel criterio que Dios sigue con sus criaturas. Orígenes rebate el tema, diciendo que hubiera sido injusto en Dios amar a Jacob y odiar a Esaú antes de que ambos nacieran, y que la única interpretación verdadera de este caso es que a Jacob se le recompensó su buena conducta en pasadas vidas, mientras que a Esaú se le castigó por sus malas acciones en pretéritas existencias sobre la tierra.

No solamente Orígenes sustenta esta opinión, sino también san Jerónimo, quien dice en su Epístola a Avito: "Si examinamos el caso de Esaú, hallaremos que fue condenado a causa de sus antiguos pecados en un peor curso de vida".

Dice Orígenes: "Vemos que no es injusto que aun en la matriz suplantara Jacob a su hermano si consideramos que Dios lo amaba por los merecimientos contraídos en una vida anterior, de modo que merecía ser preferido a su hermano".

"Esto debe aplicarse al caso de otros seres humanos, porque según antes dijimos, en todo debe aparecer la justicia de Dios.

"La desigualdad de circunstancias requiere la justicia de una recompensa según los merecimientos."

Annie Besant, de quien tomamos algunas de estas citas, dice con respecto a dicha opinión de Orígenes:

"Así vemos que esta doctrina defiende la justicia de Dios. Si es posible crear un alma buena, entonces resulta imposible para el Dios de justicia y amor crear un alma mala. No cabe semejante cosa, ni tiene justificación, y desde el momento en que reconocemos que hay criminales natos, no queda otra alternativa que la blasfema idea de que un perfecto, amoroso Dios cree un alma malvada y después la condene por ser lo que él la hizo, o bien que las almas van evolucionando hasta alcanzar la final bienaventuranza, Y si en una vida nace un ser humano con malvados instintos es porque obró mal y ha de cosechar en aflicción los resultados del mal a fin de que aprenda las lecciones de la sabiduría y se convierta al bien."

También considera Orígenes el caso de Faraón, de quien la Biblia dice que "Dios le endureció el corazón", y declara que si Dios endureció el corazón de Faraón, fue para que experimentara más pronto los efectos del mal y en su futura encarnación aprovechara su amarga experiencia.

Dice sobre el particular:

"A veces no da buenos resultados que un enfermo se cure demasiado pronto, especialmente si la enfermedad estaba oculta en el interior del cuerpo y ha brotado violentamente. Debe entenderse que el alma no progresó de súbito sino de un modo lento y gradual, pues el proceso de perfeccionamiento del individuo se opera imperceptiblemente durante largísimos siglos y algunos adelantan más que otros, quienes necesitan mucho más tiempo para alcanzar la perfección.

"Los que salen de este mundo por las puertas de la muerte a que todos estamos sujetos, reciben el destino conforme a sus acciones, yendo algunos al lugar llamado infierno y otros al seno de Abraham y a diversas localidades o mansiones. Pero también desde estos lugares, como si en ello murieran, si vale decido así, bajan del "mundo superior" a este "infierno" de la tierra, pues el "infierno" a que desde este mundo van las almas condenadas es, según creo, el "bajo infierno". Los que vienen a la tierra están sujetos según sus méritos o deméritos a nacer en determinado país o en determinadas condiciones de vida, afligidos por diversas enfermedades o descienden de padres religiosos e irreligiosos, de modo que un israelita puede después nacer de padres escitas y un egipcio volver a este mundo en Judea" (Contra Celso).

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Reencarnación y karma

Después de leída esta cita ¿cabe dudar de que la doctrina de la reencarnación y del karma fue mantenida y enseñada como verdadera por los Padres de la Iglesia cristiana? ¿No será ciego quien no vea arraigada en el seno de la primitiva Iglesia la doctrina gemela de la reencarnación y el karma? Entonces ¿por qué persistir en repudiada como cosa importada de la India, Egipto o Persia para perturbar la pacífica modorra de la actual Iglesia cristiana? La doctrina gemela de la reencarnación y el karma ha de volver a su hogar como parte de la original doctrina esotérica después de un largo destierro de la casa de su niñez.

La doctrina de la reencarnación y el karma fue declarada ilegítima por ciertas influencias eclesiásticas en el siglo VI. El segundo concilio de Constantinopla, celebrado en 553, la condenó por herética y desde aquel tiempo la iglesia oficial la miró con mal ceño y la persiguió con la cárcel, la espada y la hoguera. Sin embargo, durante muchos años mantuvieron encendida su luz los albigenses [6]—que dieron centenares de mártires inmolados a la tiranía de las autoridades eclesiásticas, porque persistían en su fe en las enseñanzas esotéricas de la Iglesia sobre la reencarnación y el karma.

[6. Lo que inspiró al místico Richard Rose para crear el Sistema Albigen. Ver en ingles: https://selfdefinition.org/rose/ y también: https://albigen.com/system/albigen-system.htm ]

Aunque eclipsada por la nube de superstición que planeó sobre Europa en la Edad Media, ha sobrevivido la Verdad, y tras muchos intentos de reavivar su llama, ha logrado por fin en este glorioso siglo XX difundir su luz y calor por el mundo, restituyendo al cristianismo los primigenios conceptos de aquellos preclaros entendimientos de la primitiva Iglesia. Una vez dueña de sí misma, la Verdad seguirá adelante, barriendo de su camino las mezquinas objeciones y obstáculos que detuvieron cautivos sus pasos durante tantos siglos.

Terminemos esta lección con aquellos inspirados versos de Woodsworth cuya alma percibió la Verdad a pesar de las convencionales restricciones de su época y país.

"Nuestro nacimiento no es más que un sueño y un olvido. El alma que al nacer el cuerpo tiene su aurora, la estrella de nuestra vida, tuvo en alguna parte su ocaso, y viene de lejos. No con entero olvido ni en completa desnudez venimos, sino arrastrando nubes de gloria desde Dios, que es nuestra patria."

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