Capítulo 10 Formar la mente del hábito

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El profesor William James, conocido profesor y escritor de psicología, dice, con mucha razón:

"Lo más importante en toda educación es convertir nuestro sistema nervioso en un aliado en lugar de en un enemigo. Para ello debemos hacer de manera habitual y automática, tan pronto como nos sea posible, todas las acciones útiles que podamos y evitar con gran cuidado todo aquello que pudiera ser perjudicial. En la adquisición de un nuevo hábito, o al soltar uno viejo, es necesario que nos lancemos a ello con una iniciativa tan intensa y decidida como nos sea posible. No hay que permitir que suceda ninguna excepción hasta que el nuevo hábito esté bien enraizado en la vida. No dejes pasar la primera oportunidad que tengas de actuar sobre todas las resoluciones que tomes y cualquier impulso emocional que puedas experimentar, en la dirección de los hábitos que aspiras incorporar." [1]

[1. Inglés: The Principles of Psychology, (Los principios de la psicología), 1890, capítulo 4, "Habit." Referencia ]

Este consejo resultará familiar para todos los estudiantes de Ciencia Mental, pues trata la cuestión con mucha más sencillez que cualquiera de nosotros. Nos inculca la importancia de trasladar a la mente subconsciente los impulsos adecuados, para que se conviertan en automáticos y en una «segunda piel». Nuestra mentalidad subconsciente es un gran almacén de todo tipo de sugerencias, tanto de nosotros mismos como procedentes de los demás y, como es la «mente del hábito», debemos tener cuidado y enviarle el material adecuado a partir del que cree hábitos. Si nos acostumbramos a llevar a cabo ciertas actividades, podemos estar seguros de que la mentalidad subconsciente nos irá facilitando la realización de lo mismo una y otra vez, resultándonos en cada ocasión más fácil, hasta que al final nos hallemos firmemente amarrados con las sogas y cadenas del hábito, de la costumbre, y nos resulte más o menos difícil, a veces casi imposible, liberarnos a nosotros mismos de esa cosa aborrecible.

Hemos de cultivar buenos hábitos para cuando llegue la ocasión de ejercerlos. Llegará el momento en que deberemos hacer gala de nuestros mejores esfuerzos, y depende de nosotros ahora mismo que cuando surja la necesidad nos halle preparados para hacer lo que corresponda, de manera automática y casi sin pensar, o bien luchando para deshacernos de las cadenas de lo opuesto a lo que deseemos en ese momento.

Debemos mantenernos al tanto en todo momento a fin de evitar la formación de hábitos indeseables. Puede que hoy no parezca perjudicial hacer cierta cosa, o tal vez tampoco nos lo parezca mañana, pero puede que sí resulte muy perjudicial crear el hábito de hacer eso en particular. Si te vieses en la tesitura de tener que responder a la pregunta: «¿Cuál de estas dos cosas debería hacer?», la mejor respuesta es: «Haré lo que quisiera que se convirtiese en un hábito para mí».

Al dar forma a un nuevo hábito, o al romper uno antiguo, debemos emprender esa labor con todo el entusiasmo posible, a fin de ganar el máximo terreno posible antes de que la energía se expanda cuando encuentre la fricción de los hábitos opuestos ya formados. Debemos empezar creando una impresión lo más intensa posible en la mentalidad subconsciente. Luego tenemos que permanecer constantemente en guardia contra las tentaciones que pudieran surgir de quebrar la nueva resolución «sólo por esta vez». Esta idea del «sólo por esta vez» acaba con más buenas resoluciones que cualquier otra causa. En el momento en que uno se abandona al «sólo por esta vez», se introduce una cuña que al final acabará quebrando la resolución.

También es muy importante el hecho de que cada vez que te resistes a la tentación, más fuerte se torna tu resolución. Actúa sobre tu resolución tan pronto y tan a menudo como sea posible, pues con cada manifestación del pensamiento en acción, más fuerte se torna. Cada vez que la apoyas con una acción, estás reforzando la resolución original.

A la mente se la ha comparado con una hoja de papel doblado. A partir de ese momento siempre tiene la tendencia a plegarse por el mismo doblez, a menos que creemos un nuevo doblez, que será el que siga a partir de entonces. Los dobleces son hábitos y cada vez que hacemos o creamos uno a la mente le resulta más fácil plegarse por los mismos dobleces. Debemos contar con los dobleces mentales correctos.

 

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