Capítulo 2 Ondas de pensamiento y su proceso de reproducción

English: ..02-thought-waves.htm

El pensamiento produce ondas que se extienden sobre el gran océano del pensamiento, igual que cuando se tira una piedra al agua. Pero existe una diferencia: las ondas sobre el agua se mueven en todas direcciones pero en un único plano, mientras que las ondas de pensamiento se mueven en todas las direcciones a partir de un centro común, como hacen los rayos del sol.

De igual manera que aquí en la Tierra estamos rodeados por un gran mar de aire, también estamos rodeados por un gran mar de Mente. Nuestras ondas de pensamiento se mueven a través de este vasto éter mental, extendiéndose en todas direcciones, como ya he dicho, disminuyendo de intensidad dependiendo de la distancia recorrida, a causa de la fricción ocasionada por su entrada en contacto con el gran cuerpo de Mente que nos rodea por todas partes.

Esas ondas de pensamiento disponen de otras cualidades distintas que las ondas sobre el agua. Cuentan con la capacidad de autorreproducirse. En este sentido se parecen más a las ondas sonoras que a las ondas sobre el agua. Al igual que una nota del violín hace que el cristal muy fino vibre y «cante», también un pensamiento intenso tiende a despertar vibraciones similares en las mentes sintonizadas para recibirlo. Muchos de los «pensamientos erráticos» que nos llegan no son sino reflejos de vibraciones de respuesta a ciertos pensamientos intensos enviados por otra persona. Pero a menos que nuestras mentes estén sintonizadas para recibirlo, no es probable que el pensamiento nos afecte. Si mantenemos pensamientos elevados e importantes, nuestras mentes adquieren cierta tonalidad que corresponde al carácter de los pensamientos que hemos estado teniendo. Y una vez que se establece esta tónica, estaremos en situación de captar las vibraciones de otras mentes moduladas respecto al mismo pensamiento. Por otra parte, no tenemos más que habituarnos a mantener pensamientos de un carácter opuesto y no tardaremos en reflejar el tono de los pensamientos que emanan las mentes de los miles de personas que piensan cosas parecidas.

Somos en gran parte aquello que hemos pensado, y el equilibrio viene representado por el carácter de las sugerencias y pensamientos de otros, que nos han llegado bien de manera directa a través de sugestiones verbales o telepáticamente a través de esas ondas de pensamiento.

Pero nuestra actitud mental general determina el carácter de las ondas de pensamiento recibidas de los demás así como los pensamientos que emanan de nosotros mismos. Sólo recibimos aquellos pensamientos que están en armonía con la actitud mental general que mantenemos; los que no están en armonía nos afectan muy poco, ya que no despiertan ninguna respuesta en nosotros.

Quien cree firmemente en sí mismo, y mantiene una intensa y positiva actitud mental de confianza y determinación, no es probable que se vea afectado por los pensamientos adversos y negativos de desánimo y fracaso que pudieran emanar de las mentes de otras personas en las que éstos predominan. Al mismo tiempo, esos pensamientos negativos, si alcanzan a alguien cuya actitud mental está sintonizada en una tonalidad baja, profundizarán su estado negativo y echarán leña al fuego que consume su energía, o, si prefieres otra analogía, servirán para apagar el fuego de su energía y actividad.

Atraemos los pensamientos ajenos del mismo orden. Quien piensa en el éxito sintonizará con las mentes de otros que piensen parecido, y éstos le ayudarán, y él a ellos. Quien permite que su mente more constantemente en pensamientos de fracaso se acerca a las mentes de otra gente «fracasada», y cada una de ellas tenderá a hundir más a las otras. Quien piensa que todo es malo está capacitado para ver mucho mal, y entrará en contacto con otros que parecerán demostrar su teoría. Y quien busque lo bueno en todo y en todo el mundo es probable que atraiga las cosas y las personas que correspondan a esa manera de pensar. Por lo general vemos aquello que buscamos.

Podrás desarrollar esta idea con más claridad si piensas en los aparatos de radio, que reciben vibraciones únicamente de la emisora que está sintonizada en la misma onda, mientras que otras señales pasan por el aire muy cerca sin afectar al aparato receptor. La misma ley puede aplicarse a las operaciones del pensamiento. Sólo recibimos aquello que corresponde a nuestra sintonía mental. Si nos sentimos desanimados, podemos tener la seguridad de que hemos caído en una clave, en un tono negativo, y que no sólo nos veremos afectados por nuestros propios pensamientos, sino que también recibiremos otros igualmente depresivos de tipo parecido, que son emitidos de manera constante por las mentes de otros desafortunados que todavía no se enteraron de la existencia de la Ley de Atracción. Y si alguna vez nos elevamos a las alturas del entusiasmo y la energía, no tardaremos en sentir la llegada de pensamientos animosos, atrevidos, energéticos y positivos enviados por los hombres y mujeres del mundo. Podemos reconocer esta circunstancia sin mucho esfuerzo cuando entramos en contacto personal con la gente y sentimos sus vibraciones, depresivas o estimulantes, según sea el caso. Cuando no nos hallamos en su presencia también opera la misma ley, aunque con menos intensidad.

La mente cuenta con muchas tonalidades, desde la nota positiva más alta hasta la nota negativa más baja, con muchas otras notas intermedias, variando de tono dependiendo de su distancia respectiva del extremo positivo o negativo.

Cuando tu mente opera en términos positivos te sientes fuerte, animado, luminoso, contento, feliz, confiado y valiente, y puedes realizar tu trabajo bien, llevar a cabo tus intenciones y progresar hacia el éxito. Emites intensos pensamientos positivos, que afectan a otras personas, consiguiendo que cooperen contigo o sigan tu liderazgo, dependiendo de su propia tonalidad mental.

Cuando tocas en el extremo negativo del teclado mental, te sientes deprimido, débil, pasivo, aturdido, temeroso y cobarde. Te descubres incapaz de progresar o triunfar, tu efecto sobre los demás es prácticamente nulo. Te ves arrastrado por ellos, en lugar de liderarlos, y las personas más positivas te tratan como un trapo.

En algunos individuos parece predominar el elemento positivo, y en otros la tendencia negativa parece ser más evidente. Pero claro está, los grados de positividad y negatividad varían enormemente, y B puede resultar negativo para A, mientras que C lo considera positivo. Cuando dos personas se conocen suele existir un conflicto mental silente en el que sus mentes respectivas comprueban su calidad de positividad y establecen su posición relativa entre sí. Este proceso puede ser inconsciente en muchos casos; no obstante, es algo que sucede. El ajuste suele ser automático, pero de vez en cuando la lucha es tan enconada—los oponentes encajan tan bien—que la cuestión se abre paso en la conciencia de ambas personas. A veces las dos partes son tan parecidas en su grado de positividad que no consiguen llegar a un acuerdo mental; no pueden hacer migas entre sí y se sienten mutuamente repelidas y separadas, o bien permanecen juntas entre disputas y discusiones constantes.

Somos positivos o negativos para todos aquellos con los que establecemos contacto. Podemos ser positivos para nuestros hijos, nuestros empleados y dependientes, pero al mismo tiempo resultamos negativos para otros, respecto a los que ocupamos posiciones inferiores, o a los que hemos permitido imponerse a nosotros.

Claro está, puede ocurrir algo y de repente nos tornamos más positivos que el hombre o la mujer para quien hasta el momento éramos negativos. Los casos de ese tipo son bastante frecuentes. Y cuando el conocimiento de esas leyes mentales se vaya generalizando, veremos más casos de personas que se hacen valer, utilizando su recién descubierta energía.

Pero recuerda que posees el poder de elevar el tono de tu mente hasta alcanzar una tonalidad positiva gracias a la fuerza de voluntad. Y, claro está, también es cierto que puedes dejarte caer en un tono bajo y negativo merced a la dejadez o a una voluntad débil.

Hay más gente en el plano de pensamiento negativo que en el positivo, y por ello en nuestra atmósfera mental existen más vibraciones de pensamiento negativas. Pero por fortuna para nosotros, esto se ve equilibrado por el hecho de que un pensamiento positivo es infinitamente más potente que uno negativo, y si gracias a la fuerza de voluntad nos elevamos a un tono mental más elevado, podemos cerrarle el paso a los pensamientos deprimentes y aceptar las vibraciones que correspondan a nuestra nueva actitud mental. Éste es uno de los secretos de las afirmaciones y autosugestiones utilizadas por las diversas escuelas de Ciencia Mental y otros enfoques del Nuevo Pensamiento. Las afirmaciones en sí mismas carecen de mérito, pero tienen un doble propósito:

1. Tienden a establecer nuevas actitudes mentales en nosotros y son estupendas para el desarrollo del carácter, la ciencia de autotransformarnos.

2. Tienden a elevar el tono mental, de manera que podemos beneficiarnos de las ondas de pensamiento positivo de otros en el mismo plano de pensamiento.

Tanto si creemos en ellas como si no, siempre estamos haciendo afirmaciones. Quien asegura poder hacer algo—y lo afirma con ganas—desarrolla en sí mismo las cualidades que facilitan la consecución de ello, y al mismo tiempo sitúa su mente en el tono adecuado para recibir las ondas de pensamiento que pudieran ayudarle a lograrlo. Si, por otra parte, uno dice y siente que va a fracasar, no hará más que ahogar y sofocar los pensamientos procedentes de su propia mentalidad subconsciente, que tiene por objeto ayudarle, sintonizándose a sí mismo con el pensamiento de fracaso del mundo, y te aseguro que es algo que ahora mismo abunda mucho.

No debemos dejarnos afectar por los pensamientos adversos y negativos de quienes nos rodean. Hay que elevarse a las cámaras superiores de la morada mental y sintonizar un tono más elevado, por encima de las vibraciones de los planos de pensamiento inferiores. Entonces no sólo serás inmune a sus vibraciones negativas, sino que entrarás en contacto con el importante cuerpo de intenso pensamiento positivo procedente de aquellos que ocupan el mismo plano de desarrollo que tú.

Mi objeto será dirigirte y formarte acerca del uso adecuado del pensamiento y la voluntad, para que puedas utilizarlos bien y ser capaz de tocar la nota positiva en cualquier momento que pudieras considerar necesario. No es que haya que tocar la nota más elevada en todas las ocasiones. Lo más conveniente es mantenerse en un tono que resulte cómodo, sin mucho esfuerzo, y contar con los medios para poder elevar dicho tono cuando la ocasión así lo requiera. Mediante este conocimiento no estarás a merced de la vieja acción automática de la mente, sino que será ella la que se encuentre bajo tu control.

El desarrollo de la voluntad se parece mucho al desarrollo de un músculo: es cuestión de práctica y de mejora gradual. Al principio es normal que resulte cansado, pero con cada nuevo intento uno va cobrando fuerza hasta que esta nueva fuerza se torna real y permanente. Muchos de nosotros nos hemos tornado positivos al encontrarnos en situaciones extraordinarias o urgentes. Tenemos la costumbre de sacar fuerzas de flaqueza cuando la ocasión así lo requiere. Pero mediante la práctica inteligente la voluntad se reforzará de tal manera que tu estado habitual será equivalente a tu «sacar fuerzas de flaqueza» actual, y luego, cuando creas necesario aplicar el refuerzo, podrás alcanzar una posición que ahora ni siquiera puedes imaginar.

No creas que defiendo que te halles en un estado permanente de alta tensión. De ninguna manera, además de que no es deseable, y no sólo porque canse, sino también porque a veces te parecerá necesario aflojar la tensión y tornarte receptivo para así poder absorber impresiones. Es preciso poder relajarse y asumir cierto grado de receptividad, sabiendo que se está siempre en situación de recuperarse y adoptar un estado más asertivo, según se desee. La persona siempre muy asertiva se pierde mucho disfrute y esparcimiento. Al ser asertivo te expresas; al ser receptivo aceptas impresiones. Al ser asertivo eres un maestro; al ser receptivo te tornas alumno. No sólo es bueno ser un buen maestro, sino que también es importante saber ser un buen oyente.

 

top of page