La Paradoja 7 La voluntad realiza todo lo que ella no desea

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PRÍNCIPE SAKYAMUNI, que se llamó Buda, dijo que todo los tormentos del alma humana habían tenido su origen en el temor o el deseo; y concluyó por dos frases que podíamos concluir así-

No desea, pues, nada, ni siquiera justicia; Espera hasta que tarde o temprano el cielo lo logre.
El Nirvana no es el aniquilamiento; es, en la orden de la naturaleza, el gran serenidad.

De la voluntad sin temor y sin deseo es el secreto de la voluntad omnipotente.

Dios no teme nada; sabe que el mal no puede triunfar, y sea deseos son nada; sabe que la buena voluntad se cumplan, pero quiere que la verdad deber ser, porque es verdad, y porque la justicia debería ser hecha, porque es justa.

La magia debe a la voluntad de aquel el que el Mago quiera.

Quiere la belleza de la naturaleza, que aprecia en su plenitud, porque jamás la maltrata. Quiere resortes que vienen flor plena, los rosas que hay que adornar con flores en su belleza, los niños para ser felices y las mujeres queridas. [89:1]

Quiere a hombres solidarios para ayudarse, para animar a los jóvenes y para ayudar al anciano.

Quiere el bien eterno para triunfar sobre el mal pasajero, y participa pacientemente y pacíficamente en el trabajo de la sociedad y de la naturaleza.

Quiere el orden, quiere la razón, quiere la calidad, quiere el amor, y por esto lo que quiere trabaja con toda su fuerza, porque gana así la inmortalidad y la felicidad.

No deseando nada, es rico; no temiendo nada es libre; queriendo solamente lo que debe querer, es feliz.

Un poeta dijo sobre Dios:—"Para él, a la voluntad es crear; existir, es laborar."

Podemos decir tanto sobre el Mago—desear el bien debe hacer bien, y ninguna vida es estéril.

Job, estirado sobre su estercolero, cumplió un trabajo de sublimación. Dio la paciencia en el mundo.

Todo el dolor es nacimiento generoso; la pobreza hace a los ricos, la salud a la enfermedad, la licencia a la cautividad, la expiación a el castigo y el perdón; las lágrimas son la semilla de la alegría. La muerte alimenta la vida. Para él que sabe y sobe amar, todo es esperanza y felicidad.

Son la fortuna, el honor, y los placeres, éstos lo que la mayoría de los hombres implora, y jamás sueñan que esto los placeres son la ruina también de la fortuna y del honor; esto los ricos se producen en la saciedad y en un asco a los placeres, y esto paga son demasiado a menudo comprados por bajeza.

¡ Qué decepciones se ocupan también de estos últimos! La avara tomada hacia arriba de la miseria, el libertino difama sus sentidos y mata su corazón, y los ambiciosos, pensando para medir el capitolio, encuentran solamente la roca de Tarpeian; las hambres y el apetito de avaro quieren a Tántalos, el disoluto pone en marcha la rueda de Ixion, la rodadura ambiciosa la roca de Sísifo. Su vida es infierno, su desesperación de morir.

El Mago, o, si lo prefieres el sabio, el placer de bienvenidas, acepta riqueza, honores de méritos, pero jamás es el esclavo de ninguna de ellas. Él mismo sabe ser pobre, tacañear y sufrir; voluntariamente soporta la falta de memoria, porque su felicidad, que es su propio, no espera nada y no teme nada de los caprichos de la fortuna.

A él puede amar sin ser amado; puede crear los tesoros imperecederos y levantarse por encima del nivel de los honores, el regalo de apuestas. [90:1]

Y que quiere poseer, porque posee la paz profunda. No siente nada de esto que deba acabarse, sino recuerda con alegría a toda que es bueno para él. Su esperanza ya es una certeza; sabe esto bien que es eterno, y este mal es pasajero. [91:1] Y puede apreciar la soledad pero no teme la sociedad del hombre; es un niño con niños, alegres con los jóvenes, el serio con envejecido, paciente con los tontos, felices con sabio.

Sonríe con todos lo que sonríen, llora con todos lo que lloran. Toma su parte en todas las fiestas, simpatizas en todo el liar tañido, aplaude toda la fuerza aguda, es indulgente a todas las debilidades; jamás ofende a nadie, jamás tiene por perdonar, porque siempre se piensa que el sólo ofendió; compadece a los que lo menosprecian, y espera la ocasión de serles grata. Está por la fuerza de la bondad que él mismo gusta vengarse sobre el ingrato. Préstamo, para dar todo, lo mismo recibe con placer y la gratitud todos los que pueden él ser dado. Estudia con afecto todos los brazos estirados hacia él en el período por la dificultad, y no confunde con la virtud el orgullo agitado de Rousseau. Piensa que hace un servicio a otros para darles una ocasión de hacer un favor, y jamás encuentra una negativa una oferta o una petición.

¿ Pensarte que un hombre de tal carácter no es más grande que un rey, más ricos que un millonario, más feliz que un Faublas o un Sardanápalo? ¡ Feliz él el que comprenderá esta nobleza, apreciará estos ricos, y merendará esta alegría y estos placeres! No querrá nada de otro modo, y todo lo que quiere poseerá.

La perfección es el equilibrio, y los excesos de la privación son tan perjudiciales como los excesos del placer. Las maceraciones tienen su epicureismo malsano, y el amor de Faquires que hay que decolorar lejos en el éxtasis de su orgullo. Los verdugos penitentes de sus propios cuerpos y de sus almas sienten la crueldad, de Dios, en la que piensan para vengar, triunfando en ellos. Los destiladores de los hombres son los que someten a la autodisciplina mas cruel. Papa Pío V era un ascético, y el terrible Santo Domingo era un penitente, sin piedad riguroso a. El fanático capaz de la matanza misma para Dios es capaz de la matanza de otros; las orgías de la austeridad endurecen el corazón tan ciertamente como las orgías del placer.

Llegado al equilibrio perfecto, el hombre puede marchar o correr sin temor a caer. Debemos estar aproximadamente a merecer existir, pero estamos aproximadamente para hacer algo; existimos para actuar solamente; pensamos para hablar. La razón también es la palabra, pero la palabra es no sólo la palabra, es la vida y la acción. Somos fuertes, para trabajar; nos ilustramos, para enseñar; somos unos médicos, para curar al enfermo.

No encendemos una lámpara para esconderla bajo un banco, como Cristo a dicho. La luz debería estar colocada sobre un candelabro; cada uno se debe a ser a todos, como ellos todos se deben a cada uno. No debemos escondernos lejos del talento del oro; debemos llevarlo al banco. Vivir es amar, y amar es hacer bien. Deberíamos desear el progreso de la humanidad, la prosperidad de nuestro país, el honor de nuestra familia, el bienestar de todo el mundo. El que se no interesa en nadie es un hombre muerto que debería ser olvidado.

"Si cualquier hombre vendrá después de mí," dijo el Cristo, "dejarle negarse, y tomar su cruz, y seguirme." Renunciar es salir del egoísmo con el fin de entrar en la caridad. La vida verdadera del hombre es no en pero en otros. Llevar su cruz es sostener valientemente los dolores y los aburrimientos de la vida.

Todo Sabios tuvieron sus cruces. Jesús antes de que legue al calvario había provisto la ingratitud de los judíos y de la locura de sus discípulos; Sócrates tuvo a Xanthippe, Platón tuvo a Diógenes; la filosofía debe enterarse en el libro del trabajo. Feliz los que lloran, dijo el Maestro, pero más feliz, la palabra nosotros, los que conocen el arca para sufrir sin llorar. Fénélon, en sus diálogos de los muertos, encuentra a Heráclito más humano que Demócrito. Rabelais no está conforme con él; los animales lloran, pero sólo el hombre es capaz de reírse; la risa pues es más humana que las lágrimas. La risa es el consuelo del hombre, y de hecho Homero ella es el privilegio de los dioses. El epitafio sobre el héroe escandinavo era, "se rió y murió."

Es verdad que hubiera una buena risa y una mala risa, pero el bien es la verdad, el otro es tragárselo solamente pava o la mueca de mono. Los hombres buenos y los hombres inteligentes saben reír, pero el mal y los imbéciles pueden reírse por lo bajo solamente. [94:1] risa franca es un fruto de esta alegría que da una buena conciencia.

El árbol puede ser juzgado por sus frutos, dice el evangelio; no vendimiamos moras. Determinar, es comenzar por, a ser verdaderamente buenos, y todos lo que hastiara sean buenos. Lo bueno, lo bello, la verdad - virtud, honradez, justicia - son unas cosas inseparables, y hacen aumentar la felicidad verdadera; pero el resultado de todas es la paz, que es la tranquilidad del orden eterno.

Para la voluntad, para ser poderoso, se debe perseverar y paciencia. Dios no vacila, nos dice la Biblia, y jamás nos puede avanzar continuamente parándose y volviendo a nuestras etapas. Cuando sembramos la buena semilla, debemos no desplazar la tierra no más, sino todavía no debemos dejar de regar lo que plantamos. Entonces el germen será producido, y la semilla misma crecerá. Cuando colocamos la levadura en la pasta, debemos tener cuidado en el trabajo.

El esfuerzo más pequeño constantemente repitió extremidades conquistando todos los obstáculos. Debemos perseverar con una paciencia invencible. Los hombres más poderosos son los que no se excitan, y los que actúan solamente al fin, con la moderación y el juicio.

Es la economía del trabajo que crea y aumenta la riqueza. La economía, sin embargo, no debe ser confundida con la avaricia. La riqueza del economista vive, del avaro que murió. Los economista economizán, los tesoros de avaro; el economista gasta y distribuye, el avaro se coge y secuestra; la riqueza del economista es útil para todos, el avaro es inútil para otros y hasta a. El emplea, otros abusos; el recoge, el otro monopoliza; la posesión de la es propiedad, del otro es el pillaje y la recepción de la propiedad robada.

El hombre no tiene ciertamente ningún derecho a vivir solamente por que su norma de conducta no puede ser su propio capricho. Un hijo de la naturaleza, es respeto de la necesidad de sus leyes; un miembro de la sociedad, debe aceptar sus funciones. Su voluntad puede hacerlo un soberano, pero es solamente tan no obstante de su ser un soberano constitucional; todas las voluntades desordenadas son hechas naufragio y van a los pedazos. Cada capricho es un gasto idiota de la vida, y una etapa hacia la muerte.

A la voluntad eficazmente, debemos querer correctamente y justo. A la voluntad correctamente, debemos juzgar las cosas racionalmente y no permitirnos ser llevados por los perjuicio o la pasión.

La opinión del rebaño común no es la regla de la conducta de los sabios. Manifiestamente no lo ataca, sino no se le conforma.

Hay, por otra parte, en la raíz de todas las opiniones populares la verdad ciertamente mal comprendida. Tener el poder y el placer fascina y atrae a todos los hombres, y verdaderamente tener poder y divertirse constituye la plenitud de la vida humana. ¿ En aquel quién hacen entonces los imbéciles diferir de los sabios? Porque la antigüedad toma los medios por los extremos, y resulta que el bien más grande se hace para ellas el mal más grande.

¡ Para tener exceptuar todo la inteligencia y la razón -qué lujo de la miseria! Para tener toda la fuerza de hacer daño - ¡ Qué saca desgraciado horrible! ¡ Para apreciar el abuso - Qué se suicida! ¿ Un cobarde es un guerrero porque tiene las armas grandes? ¿ Un cerdo es un hombre porque come trufas además de un plato de oro? ¿ Podemos estar orgullosos de mandar otros cuando no somos principales de su individuo?

Alejandro el grande conquistó a los indios y los persas y no podía conquistar su propia intemperancia. Dueño del mundo, da beneficio a un ajustamiento de furor y masacra a su amigo Clytus. ¡ Pareció porque él estaban a punto de devuelve el en pedazos un estrecho de universo demasiado para contenerlo, y estalla con vino en un bullicio desenfrenado! Muere de tremens de demencia. Este hombre, manteniendo a Dios, manteniendo bruto, había hecho a naciones temblar antes de su locura ambiciosa. Muere joven, como todas las esperanzas exageradas, y el aborto de esta existencia de gigantesco es un fraude sobre la gloria. ¡ Qué niñean tanto después de gloria! ¡ Qué prestigio a vacío se evapora alrededor de este pequeño cadáver! Y era no de él en el que Jesús pensó cuando dijo, "¿ aquel quién aprovechará un hombre si ganará el mundo entero, y pierde su propia alma?"

¿ La rana en la fábula se hincha fuera del ensayo de devenir monstruosa, y acaba por el estallido, y aunque un hombre, vacío de razón, conseguía aumentarse desmesuradamente, aquel que podría él hacerse economizar un motivo colosal, una enorme locura, una sombra más intensa que hay que perforar con todo el haz más luminoso por la chispa más pequeña de la razón?

Para, si sobre los tronos de la ciencia o de la fuerza, o en la condición más humilde, la razón jamás es la misma; ¡ es la luz de Dios! La razón es como el santurio consagrado por la creencia del Católico, entre las que el santuario los fragmentos más imperceptibles contienen o más bien expresan a Dios en su plenitud. Allí dónde la razón está, hay divinidad. Cual razón quiere, voluntades de Dios. Ser razonable participar del canon divino. Quiere porque la razón quiere, y Su voluntad es invencible. Puede decir como el Cristo, soy el principio que habla. Puede tener sus adversarios, su perseguidor, sus opresores, pero no tiene ningún dueño sobre tierra y sus iguales están en el cielo.

El sol que brilla sobre un insecto no es menos glorioso que el sol que devuelve la luna resplandeciente y un mendigo en el derecho es superior a un príncipe que está en el mal.

Diógenes con la buena razón prefirió un rayo del sol al amparo de Alejandro, y el cínico se probó a la igual del conquistador de quien el poder limitó por su propio derecho a no ser preocupado. Para no desear nada y, no temer nada, y a la voluntad pacientemente lo que es justo, esto debe ser más grande y más fuerte que todos los dueños de la tierra.

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