18b La Paz (51-100)

English: 18b-peace-cont.htm

Continuación de: 18a-la-paz.htm (1-50)

Ashtavakra dice:

51. Tan pronto sabemos que el Yo siempre libre está de la acción y del gozo del fruto resultante, todas las acciones de la mente logran atenuarse.

52. La condición del sabio brilla aún en su libertad natural, no así la paz artificial de la mente del necio en cuyo corazón acecha el deseo.

53. Los sabios de mente libre gozan en ocasiones de los objetos sensoriales y otras veces se retiran a una cueva en la montaña. Su intelecto siempre liberado a nada se encadena.

54. Ninguna clase de deseos acecha jamás en el corazón del sabio que ve y honra al hombre instruido, a un dios, una mujer, un rey o un objeto de afección.

55. El asceta no pierde nunca ni una pizca de la ecuanimidad de su temple aun cuando lo ridiculicen sus propios sirvientes, sus hijos o esposas, los vástagos de sus hijos o sus parientes.

56. Aun cuando agradado no siente agrado; aunque disgustado, no siente disgusto. Su magnífica condición tan sólo la puede conocer otro sabio semejante.

57. El mundo es meramente la idea de las cosas a realizar. Mas los sabios así no lo ven. Desapegados de la forma, carecen de forma, por siempre libres de perturbaciones y conflictos.

58. El necio, aun cuando no haga nada, está distraído e inquieto. El sabio, aun cuando haga lo que debe hacerse, nunca sufre inquietud.

59. Satisfecho se sienta, satisfecho duerme, feliz va y viene, feliz habla, feliz come, aun cuando en el mundo se halle el hombre de mente serena.

60. El que no se siente perturbado por actuar como los demás, a pesar de la fuerza de su conocimiento del Yo, el que permanece en calma cual un lago profundo, el que no siente dolor, ése es un ser feliz.

61. El necio convierte en acción el cese del obrar; al sabio la acción le da el mismo fruto que el cese del obrar.

62. El necio es quien muestra aversión por los objetos del mundo- tal la casa, la esposa, los hijos, el cuerpo y demás-, sin tratar de conocer la raíz del mal, mas para quien ha perdido todo sentido del yo en el cuerpo, ¿dónde está el apego y el no-apego?

63. La mente del necio se dirige siempre a acariciar un pensamiento o a suprimir otro. Mas la visión del sabio, aunque aparentemente enfocada hacia el mundo, en verdad no está así dirigida, puesto que ha destruido toda idea de egoísmo.

64. Ese sabio puro que se mueve como un niño no sujeto por condicionamientos y que libre está de todo deseo, no sufre contaminación, aun cuando puede estar ocupado en los asuntos mundanales.

65. En verdad es el bendito del yo, que conserva al ecuanimidad de la mente bajo cualquier condición, tanto si mora, oye, toca, huele o degusta. Su mente por siempre libre está de deseo.

66. ¿Dónde está el mundo, dónde el objeto a alcanzar, dónde los medios para lograrlo, para el sabio que cual el espacio ilimitado libre está de toda acción mental?

67. El que inmerso está en lo ilimitado, perfecto es, aun cuando conquiste los objetos del deseo.

68. Nada cabe decir sino que el hombre de grande alma que ha conocido la verdad, desapegado se halla de la liberación tanto como del gozo, conservando una total falta de inclinaciones por todo.

69. El mundo de la relatividad, compuesto se halla de inteligencia y lo demás: nada es sino modificaciones del nombre. ¿Qué debe hacer el sabio que a todo ha renunciado y cuyo conocimiento es siempre puro?

70. Todo esto es una mera ilusión, una mera nada. El que de seguro sabe esto, cuya luz, esto es, que má s allá se encuentra de toda percepción, que es siempre puro, halla la paz como algo connatural.

71. El que tiene la naturaleza de la pura conciencia y ya no es consciente de lo visible, ¿dónde encontrará la obligación de realizar acciones, d ónde su abandono, dónde el no-apego, dónde la serenidad misma?

72. El que se ve como el Infinito y ya no ve la naturaleza, ¿dónde encontrará la esclavitud, dónde la bondad, dónde el placer, dónde el dolor?

73. En el mundo que coexiste con el intelecto y se superpone al Yo por la acción de maya, el sabio que libre está de toda idea del ego o la pertenencia, que por sobre el deseo se halla, resplandece en soledad.

74. El sabio que entiende que su Yo libre está de la destrucción y el dolor, ¿dónde encontrará el conocimiento, dónde el mundo, dónde el cuerpo, el ego y la pertenencia?

75. En el momento que el hombre de intelecto débil abandona su práctica de la concentración mental, comienzan a alentar pensamientos y deseos diversos en él.

76. El necio no cede en su necedad aun después de oír la verdad misma. Aun cuando suprima la acción mental por la fuerza, internamente se halla apegado a los objetos de los sentidos.

77. Aquel cuyas acciones pasadas han sido destruidas por el conocimiento, aun cuando actúe a la vista de los hombres, no pierde tiempo ni en hablar.

78. El hombre de sabiduría que libre se halla de faltas, que carece de miedo, ¿dónde encontrará la oscuridad, dónde la luz, dó nde la renuncia y la ganancia?

79. ¿Dónde está la fortaleza, dónde la falta de miedo misma para el asceta de naturaleza indescriptible que trasciende hasta la naturaleza?

80. No existe el cielo ni el infierno para él, ni siquiera la liberación en vida. ¿Qué necesita agregarse ante un asceta, excepto que nada más hay?

81. El sabio no se afana tras las ganancias ni se apena por no lograr lo que se pretendía; su mente, calma, colmada está de ambrosía.

82. El hombre libre de deseos no elogia al que está sereno ni censura al que gusta de obrar mal: idéntico en el placer y el dolor, siempre satisfecho, no ve nada que pueda hacer.

83. El sabio no siente aversíon por el mundo ni está impaciente por ver su propio yo: libre de penas y alegrías, no vive ni está muerto.

84. El sabio resplandece, libre de apegos a hijos y a esposas, del deseo por los objetos del mundo y del cuidado de su propio cuerpo.

85. La felicidad aguarda siempre al sabio que acepta lo que viene; libre se mueve en el mundo, acostándose a dormir tan pronto el sol se pone sobre su cabeza.

86. Que su cuerpo vaya o venga, nada le importa al sabio. Olvidado se halla de cuanto al mundo pertenece ya que ha encontrado el descanso en su propio yo.

87. El sabio que nada espera, que vaga errante y feliz, que libre se halla de los pares de opuestos, cuyas dudas quedaron disipadas, que apegado no está a condición alguna, sólo se mueve en felicidad.

88. El sabio cuya idea de pertenencia se ha desvanecido, que permanece inconmovible a la vista de un pedazo de barro, una piedra o el oro, las cadenas de cuyo corazón han sido despedazadas, cuyas pasiones e ilusión fueron purificadas, ese sabio resplandece.

89. ¿Qué comparación cabe con aquel que no tiene apego por nada, que no alimenta ideas en su corazón, aquel cuya mente, totalmente libre, es por entero pacífica?

90. El sabio que entendiendo nada conoce, que viendo nada ve, que hablando nada dice, ¿qué puede ser sino alguien libre de todo deseo?

91. Sea rey o mendigo, aquel que está libre de deseo reina supremo: aquel cuya inclinación hacia el bien y el mal fue completamente subyugada.

92. ¿Dónde está la libertad, dónde el encierro, dónde la indagación de la verdad para el asceta que se ha vuelto la encarnación de la sinceridad, inatacable al haber logrado su meta?

93. ¿Qué lenguaje puede describir, quién puede describir al que ha encontrado satisfacción en su propio Yo, que libre está de todo deseo, cuya inquietud ha desaparecido y que se siente instalado en sí mismo?

94. El sabio, aunque se halle en un sueño firme no sueña, aunque duerma no duerme, aunque despierte no está en realidad despierto. Feliz se halla en cualquier situación.

95. El hombre de conocimiento, aunque piense, en realidad no está pensando, aunque conozca a través de los órganos sensoriales, carece de órganos de los sentidos, aunque tenga un intelecto no lo goza y aunque detente egoísmo, en realidad no lo posee.

96. El sabio no es feliz ni desdichado, no siente apego ni libre está de apegos, no aspira a la liberación ni de hecho está liberado, no es esto ni aquello.

97. Las distracciones no lo distraen, en la meditación no medita, nunca lerdo aunque lerdo parezca, nada instruido aunque culto parezca.

98. El que liberado está mora en su propia naturaleza y toma lo que viene; libre se halla de lo que debe hacerse o lo que ha sido hecho; imperturbable en toda situación, liberado del deseo, no recuerda lo que hizo ni lo que dejó de hacer.

99. Reverenciado, no siente deleite; menospreciado, no siente ira; la idea de la muerte no lo agita ni lo contenta la perspectiva de una vida larga.

100. El hombre cuya mente ha encontrado la paz no se precipita a la sociedad humana ni a las espesuras del bosque. En felicidad vive en cualquier parte y toda condición.

 

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