Energía y transmutación emocional

Descubriendo el estado emocional

This page in English: Energy and Emotional Transmutation

Tambien ver Trungpa: La via difícil

Más allá del Materialismo Espiritual Extracto del capítulo 15, "Tantra"

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Energía

Mientras que las enseñanzas básicas del budismo mahayana tratan del cultivo de la prajñá, el conocimiento trascendental, las enseñanzas básicas del tantra versan sobre la utilización de la energía. La energía se describe en la sección de Kriyayoga-Tantra del Vajrarnala  [1, 2] como «aquello que habita en el corazón de todos los seres vivientes, la simplicidad que existe en sí misma, lo que sostiene a la sabiduría. Esta esencia indestructible es la energía del gran júbilo: todo lo penetra, como el espacio. Este es el cuerpo de dharma que no se afinca en nada».

[1. en.wikipedia.org/wiki/Outer_Tantras ]

[2. www.rigpawiki.org/.../Kriya_Tantra ]

Según este tantra, «esta energía es lo que sostiene a la inteligencia primordial que percibe al mundo fenoménico. Esta energía le da ímpetu por igual al estado mental de iluminación y al de confusión. Es indestructible en el sentido de que siempre está en actividad. Es la fuerza que impulsa las emociones y el pensamiento en el estado de confusión, y que impulsa la compasión y la sabiduría en el estado de iluminación». ...

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Tantra

«Tantra» es sinónimo de «dharma», el sendero. La función de las prácticas tántricas es la de transmutar el ego, para que la inteligencia primordial manifieste su luz. La palabra «tantra» significa «continuidad». Es como el hilo que ensarta las cuentas de un collar. El hilo es el sendero. Las cuentas son las realidades que constituyen el material de la obra de la práctica tántrica: es decir, los cinco skandhas o los cinco componentes del ego, así como la potencia innata de ser buda que llevamos dentro de nosotros, la inteligencia primordial. ...

Las enseñanzas tienen que estar vinculadas con la vida diaria de los que las ponen en práctica. Nosotros nos enfrentamos a los pensamientos, emociones y energías que surgen en nuestras relaciones con los demás y con el mundo. ¿Cómo vamos a relacionar nuestra comprensión o entendimiento de la shunyatá [3] con los acontecimientos de la vida diaria si no reconocemos el aspecto de energía de nuestras vidas? Si no podemos danzar con las energías de la vida, no podremos utilizar nuestra experiencia de la shunyatá para unir el nirvana y el samsara.

[3. Vacuidad. en.wikipedia.org/wiki/Sunyata ]

El tantra enseña no la supresión o destrucción de la energía, sino su transmutación; dicho de otra manera, nos enseña a marchar con el ritmo de la energía. Cuando logramos cierto balance al movernos con la energía, llegamos a conocerla. Comenzamos a encontrar el sendero recto en la dirección correcta. Esto no quiere decir que uno tenga que convertirse en un elefante ebrio, en un «yogi desenfrenado» en el mal sentido de la palabra. ...

Es importante recordar que el primer paso en la práctica de la meditación consiste en penetrar los hábitos neuróticos del pensamiento, los cuales constituyen la parte exterior del ego. Según penetramos más adentro logramos ver no solamente a través de la complejidad de nuestros procesos mentales, sino también a través del gravísimo «sentido profundo» de los conceptos que plasmamos en nombres y teorías. Entonces, después de algún tiempo, damos el segundo paso importante, que es el de crear un espacio entre esto y aquello, con lo cual quedamos en buena medida libres.

Habiendo creado este espacio, damos el tercer paso, el de la práctica del vajrayana que consiste en crear un lazo directo con la experiencia vital. Estos tres pasos son, esencialmente, los tres yanas: [4, 5] el hinayana, el vehículo del método; el mahayana, el vehículo de la shunyatá o espacio; y el vajrayana o tantra, el vehículo de la energía directa.

[4. www.rigpawiki.org/.../Three_yanas ]

[5. www.rigpawiki.org/.../Vajrayana ]

En la tradición tántrica la energía se clasifica en cinco cualidades básicas o familias de los budas: Vajra, Ratna, Padma, Karma y Buda. Cada familia de los budas tiene una emoción que se suele asociar con ella y que se puede transmutar en una «sabiduría» o aspectos específicos del estado mental despierto. Las familias de los budas también se asocian con ciertos colores, elementos, paisajes, puntos cardinales, estaciones, con cualquier aspecto del mundo fenoménico.

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Vajra

La familia Vajra se asocia con la ira, la cual se transmuta en la sabiduría espejo. Percibimos algo más allá de las cualidades nublosas, dominantes y agresivas de la ira, y esta percepción intuitiva nos permite transmutar automáticamente la esencia de la ira en precisión y apertura, en vez de tratar de cambiarla deliberadamente.

La familia Vajra también se asocia con el elemento agua. Las aguas turbias, turbulentas simbolizan la naturaleza defensiva y agresiva de la ira, mientras que las aguas claras sugieren la capacidad que tiene la sabiduría espejo de reflejar las cosas nítida, precisa y claramente.

Vajra es el color blanco. La ira es la experiencia abrupta y directa de defendernos a nosotros mismos; por lo tanto es como una hoja de papel blanco, plana y opaca. Pero también tiene la capacidad de hacerse luminosa, de tener el resplandor de la reflexión que caracteriza a la sabiduría espejo.

El Vajra está relacionado con el este, la aurora, el invierno. Es una mañana de invierno, un aire transparente como el cristal, carámbanos puntiagudos y relucientes. El paisaje no está desierto ni desolado, sino que está lleno de toda clase de viveza que inspira al pensamiento. Hay muchas cosas que intrigan al que las observa. Por ejemplo, el suelo, los árboles, las plantas, cada cosa tiene su manera particular de hacerse hielo. Cada árbol tiene su manera de llevar la nieve y su manera de relacionarse con la temperatura.

El Vajra trata con los objetos en términos de sus texturas y de las relaciones de un objeto con otro. Todo se analiza en sus propios términos. La inteligencia del Vajra nunca deja ningún lugar o rincón escondido sin explorar. Es como el agua que fluye sobre una superficie plana, la cubre completamente, pero el agua misma permanece transparente.

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Ratna

El Ratna se asocia con el orgullo y la tierra, la solidez, las montañas, los montes, las pirámides, los edificios. «Estoy completamente seguro. Soy lo que soy.» Es una forma muy arrogante de verse a sí mismo. Esto significa que uno no se atreve a hacerse menos severo, aflojarse, continuamente levanta defensas, construye fortalezas. De la misma manera, el Ratna es la sabiduría de ecuanimidad, que todo lo penetra. Entonces, lo mismo da que uno construya edificios de tierra o que uno deje la tierra estar como está, todo es la misma cosa. La tierra siempre permanece como es. Uno no se siente derrotado o amenazado de ninguna manera.

Si uno es una persona orgullosa, se siente retado constantemente por la posibilidad del fracaso o de la derrota. En la mente iluminada, la ansiedad respecto de mantenerse a sí mismo se transmuta en ecuanimidad. Se retiene la conciencia de la solidez y estabilidad de la tierra, pero ya no se teme perderla. Todo está abierto, seguro y majestuoso: no hay nada que temer.

El Ratna está relacionado con el sur y el otoño, la fertilidad y la abundancia en el sentido de la generosidad constante. Cuando las frutas maduran, caen al suelo por sí solas, como si invitaran a que se las comiera. El Ratna tiene esta cualidad de desprendimiento. Es exquisito y abierto, tiene las cualidades de la media mañana. Es amarillo, unido a los rayos solares. Mientras el Vajra se asociaba al cristal, el Ratna es el oro, el ámbar, el azafrán. Comunica cierta sensación de profundidad, la terrosidad verdadera, más que la textura, mientras que el Vajra es pura textura, una cualidad dura pero frágil en vez de una profundidad fundamental. ...

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Padma

El Padma se relaciona con la pasión, una cualidad codiciosa, un deseo de poseer. En el fondo de la pasión está el instinto de la unión, el querer ser completamente uno con otra cosa. Pero la pasión tiene una cualidad histérica, una cualidad neurótica que hace caso omiso del verdadero estado de unión y, en cambio, quiere poseer para poder alcanzar la unión.

La pasión es inherentemente contraproducente. Cuando se trata de la conciencia discernidora, que es el aspecto de sabiduría de la pasión, uno puede ver la cualidad de «esto» y de «aquello» precisa y nítidamente. Dicho de otra manera, se logra la comunicación. Si uno va a comunicarse con alguien, tiene que respetar a la otra persona tanto como al proceso de comunicación.

La sabiduría de conciencia discernidora reconoce el hecho de la unión, lo que es muy distinto de querer separar dualistamente el «esto» del «aquello» para mantenerse a sí mismo. El fuego ardiente que todo lo consume, la pasión, se transmuta en sabiduría que unifica mediante la comunicación. Puede que uno se haya entregado completamente a la codicia espiritual o material. Puede que uno haya querido algo más de lo que puede tener. Puede que uno se sienta tan fascinado con las cualidades exóticas del objeto que quiere que termine cegándose ante el mundo que lo rodea. Uno está completamente absorto en el deseo, lo cual engendra una estupidez y una ignorancia de tipo automático. Esta ignorancia que se da en el deseo, queda trascendida en la sabiduría de conciencia discernidora.

El Padma se relaciona con el oeste y el color rojo. El rojo se destaca sobre cualquier otro color, es muy provocativo, nos atrae hacia él. También se asocia con el elemento fuego. En su estado de confusión, el fuego no distingue entre las cosas de las que se apodera, quema y destruye. Pero, en el estado despierto el calor de la pasión se transmuta en el calor de la compasión. ...

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Karma

El Karma se asocia con la emoción de los celos y la envidia y con el elemento viento. Sin embargo, los términos «celos» y «envidia» no son lo suficientemente poderosos y precisos como para describir las cualidades del Karma. «Paranoia absoluta» quizá es la frase adecuada. Uno cree que no va a alcanzar ninguna de sus metas. Los logros de los demás le molestan. Uno se siente rezagado y no puede ver que otros lo eclipsen. Este temor, este recelo para consigo mismo, se relaciona con el elemento viento. El viento nunca sopla en todas direcciones, sino que sopla en una sola dirección a la vez. Esta es la dirección única de la paranoia o la envidia.

El Karma se relaciona con la sabiduría de la acción que todo lo logra. La cualidad de paranoia desaparece, pero permanecen las cualidades de energía y de interés en la acción y la apertura. Dicho de otra manera, el aspecto activo del viento se retiene, de suerte que nuestra actividad toca todo cuanto se halla en su camino. Nuestras acciones son las correctas porque no encierran ningún pánico o paranoia de autoreflexión. Nuestros actos perciben las posibilidades inherentes a las situaciones y toman el curso apropiado automáticamente. Cumplen su función.

El Karma sugiere el verano en el norte. La eficiencia del Karma es lo que lo hace similar a esta estación, porque es un verano en el cual todas las cosas están en actividad, en crecimiento, cumpliendo sus funciones. Millares de acciones que se entrelazan: los seres vivientes que crecen, plantas, insectos, animales. Hay tronadas y granizadas. De cierta manera se siente que uno no tiene tiempo para disfrutar del verano porque hay algo que tiene que seguir siempre adelante para mantenerse a sí mismo. Se parece un poco a la primavera tardía, pero es más fértil porque hace que todas las cosas fructifiquen en el momento indicado. ...

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Buda

El Buda se asocia a la inactividad y tiene la cualidad de penetrarlo todo porque contiene y acompaña a todas las demás emociones. El aspecto activo de esta inactividad es la acción de la desatención. La desatención no quiere ver. Meramente cierra los ojos y se encierra en sí misma. Uno se mantiene completamente tranquilo, completamente indiferente. Uno preferiría mantenerse en el mismo estupor antes que buscar o esforzarse por algo y con esto se les imparte una cualidad de pereza y estupidez a las demás emociones.

La sabiduría que corresponde al Buda es la del espacio que todo lo abarca. La cualidad abarcadora de la inactividad permanece como el fundamento, pero el parpadeo de la luz de la duda y la pereza se transforman en sabiduría. Esta sabiduría contiene una energía y una inteligencia tremendas, que están presentes en todos los demás elementos, colores y emociones que activan las otras cuatro sabidurías.

Buda es el fundamento o «suelo básico». Es el ambiente u oxígeno que hace posible el funcionamiento de todos los demás principios. Tiene una cualidad sosegada, sólida. El Ratna también es muy sólido y telúrico, pero no es tan terroso como el Buda, el cual es terroso en el sentido de deslustrado e insípido. El Buda es un tanto desolado, demasiado espacioso. Es un parque de campamento en el que sólo quedan las piedras de las hogueras. Sentimos que el lugar ha sido habitado durante largo tiempo, pero al presente no queda nadie. Los habitantes no fueron exterminados, ni se les obligó por la fuerza a mudarse a otro lugar, meramente se fueron. La atmósfera se parece a la de las cuevas en las que habitaban los indios de Norteamérica. Se siente en ellas la presencia del pasado, pero al mismo tiempo no hay características relevantes. Los matices son muy apagados; están muy posiblemente cerca de las llanuras, donde todo parece plano. El Buda se asocia con el color azul, las cualidades frescas y espaciosas del cielo. ...

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Divinidades protectoras

En la mahá-ati, [6] el tantra más elevado, desaparece todo sentido de identificación y uno se funde con su verdadera naturaleza. Sólo quedan las energías y los colores. Anteriormente uno veía a través de las formas y las imágenes y los sonidos, veía su cualidad vacía. Ahora ve las formas, imágenes y sonidos en su verdadera cualidad. Es la idea de regresar al samsara que se expresa en la tradición zen con los cuadros de la Doma del Buey: primero desaparecen el hombre y el buey, pero luego, al final, hay que volver al mundo.

[6. Chogyam Trungpa acuñó el término Mahá-Ati para Dzogchen. Ver: en.wikipedia.org/wiki/Dzogchen ]

En tercer lugar, tenemos la iconografía de las «divinidades protectoras». – «Protección» no significa aquí que garanticen nuestra seguridad, sino que son el punto de referencia, la línea de guía que nos recuerda, que nos mantiene en camino, en campo abierto. Por ejemplo, tenemos a una de las divinidades protectoras del tipo de Mahakala, [7] la cual se conoce como el Mahakala de Seis Brazos, es de color negro y va montado sobre Ganesha, el dios de cabeza de elefante que simboliza aquí el pensamiento subconsciente.

[7. Consorte de Kali. en.wikipedia.org/wiki/Mahakala ]

Esta charla subconsciente es un aspecto de la pereza que nos distrae automáticamente de la conciencia plena y nos atrae de vuelta a la fascinación de nuestros pensamientos y emociones. En particular explota la naturaleza panorámica de nuestros pensamientos, sean éstos intelectuales, domésticos, emocionales, o de cualquier otro tipo. El Mahakala nos trae de vuelta a la apertura. Lo que significa el símbolo es que Mahakala vence la charla subconsciente porque va encima de ella. El Mahakala representa el salto hacia la conciencia penetrante. ...

Los yidams coléricos [8] siempre se asocian con lo que se conoce en la terminología tántrica como ira de vajra, la ira que tiene las cualidades de la tathatá; [9] dicho de otra mañera, es la ira que no tiene odio, una energía dinámica. Esta energía, no importa a qué sabiduría pertenezca, es invencible. Es totalmente indestructible, imperturbable, porque no ha sido creada, sino que se descubre como una cualidad prístina. Por lo tanto, no está sujeta a nacer ni morir. Siempre se la representa como iracunda, colérica y belicosa.

[8. Divinidades menores. en.wikipedia.org/wiki/Yidam ]

[9. La última naturaleza inexpresable de todas las cosas. en.wikipedia.org/wiki/Tathata ]

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Preguntas y Respuestas

Transmutación

P: ¿Cómo tiene lugar la transmutación?

R: La transmutación tiene lugar cuando hay la comprensión de la shunyatá seguida del descubrimiento repentino de la energía. Uno se da cuenta de que ya no tiene que abandonar nada. Uno comienza a percibir las cualidades que subyacen a la sabiduría en la situación vital en que se encuentra, y esto quiere decir que tiene que haber cierto tipo de salto. Si uno se ha entregado intensamente a una emoción, como, digamos, la ira, entonces, al tener un atisbo repentino de la apertura –que es lo mismo que la shunyatá– uno comienza a darse cuenta de que no tiene por qué suprimir la energía. No hay que mantenerse sereno y suprimir la energía de la ira, sino que se puede transformar esta agresividad en energía dinámica.

Se trata de cuán abierto se puede ser, cuánto está uno verdaderamente dispuesto a hacer. Mientras menos se deja uno fascinar y satisfacer por la explosión y descarga de energía, más posible se hace el transmutarla. Pero, una vez que nos entregamos a esta fascinación y satisfacción, ya no somos capaces de transmutarla. No hay que cambiarse a uno mismo completamente, pero se puede utilizar parte de la energía en el estado del despertar.

Jñana y prajñá

P: ¿Qué diferencia hay entre jñana y prajñá?

R: La sabiduría no se puede ver como una experiencia externa. Esa es la diferencia entre la sabiduría y el conocimiento, entre jñana y prajñá. La prajñá es el conocimiento en términos relativos, y jñana es sabiduría más allá de toda clase de relatividad. Nos hacemos unos con la sabiduría; no la podemos ver como un aspecto de nuestra educación o como una experiencia.

Transmutar las emociones

P: ¿Cómo se pueden transmutar las emociones? ¿Cómo se puede bregar con ellas?

R: Bueno, éste es un problema muy personal, más que intelectual. Lo importante es recordar que no hemos experimentado nuestras emociones todavía, aunque creamos que sí las hemos experimentado. Nuestra experiencia de las emociones ha sido sólo del tipo de «yo y mi rabia, yo y mi deseo». Este «yo» es algo así como una estructura de gobierno central. Las emociones desempeñan el papel de mensajeros, burócratas y soldados. En vez de verlas de esta manera, como separadas de nosotros mismos, como nuestros empleados revoltosos, por decirlo así, tenemos que sentir la textura de las emociones y su cualidad real viviente.

Expresar el odio o el deseo a un nivel físico, o actuar movido por estas pasiones no es más que otra manera de tratar de escapar de las emociones, como hace uno cuando trata de reprimirlas. Si uno siente en efecto la cualidad viviente, la textura de las emociones, tal como son en su estado desnudo, entonces esta experiencia también encierra la verdad última. Y automáticamente uno comienza a ver los aspectos simultáneos de ironía y profundidad que tienen las emociones, tal cual ellas son.

Entonces el proceso de la transmutación, es decir, la transmutación de las emociones en sabiduría, tiene lugar automáticamente. Pero, como dije, es un problema muy personal; lo tiene que hacer uno mismo para entender de qué se trata. Mientras no lo haya hecho uno mismo, no hay palabras que lo puedan explicar. Tenemos que tener el valor de enfrentarnos a nuestras emociones, trabajar con ellas en un sentido real, sentir su textura, las cualidades reales de las emociones tal cual ellas son en sí mismas.

Si hiciéramos esto, descubriríamos que la emoción no es realmente como parece ser, sino que contiene una gran sabiduría y muchísimo espacio abierto. El problema es que nunca experimentamos las emociones correctamente. Nos creemos que pelear y matar son la expresión de la ira, pero en realidad son sólo otro tipo de escape, una manera de descargarlas, antes que una manera de experimentarlas realmente como son en sí mismas. No hemos sentido correctamente la naturaleza básica de las emociones.

P: Cuando las emociones se transmutan, ¿eso no quiere decir que han desaparecido, verdad?

R: No necesariamente, pero se han transmutado en otras formas de energía. Si estamos tratando de ser buenos o tranquilos, tratando de suprimir o de sojuzgar nuestras emociones, eso es el efecto del truco característico del ego. Nos ponemos agresivos para con nuestras emociones, porque estamos tratando de lograr la paz y la bondad a la fuerza. Una vez que dejamos de ser agresivos para con nuestras propias emociones, una vez que cejamos en nuestro empeño de cambiarlas, una vez que las experimentamos correctamente, entonces tiene lugar la transmutación. La cualidad fastidiosa de las emociones queda transformada una vez que se las experimenta tal como son en sí mismas. Transmutarlas no significa eliminar la cualidad de energía que tienen las emociones; de hecho, esa energía se transforma en sabiduría, que es lo que más se necesita. ...

P: ¿Se aplica igualmente este principio de la transmutación a las energías de tipo sáttvico, rajásico y tamásico que se describen en la tradición hindú? Uno no quisiera transformar la energía tamásica en energía rajásica, sino meramente servirse de ella.

R: Sí, eso es cierto. En realidad es una transmutación muy práctica. Generalmente, lo planeamos demasiado. Nos decimos: «Cuando gane mucho dinero, me iré a algún sitio a estudiar y meditar y me haré sacerdote», o cualquier otra cosa que queramos llegar a ser. Pero nunca lo hacemos de inmediato. Siempre hablamos en términos de «Cuando..., entonces...». Siempre planeamos demasiado. Queremos cambiar nuestras vidas, en vez de aprovechar la vida, el momento presente, como parte de la práctica. Y esta vacilación de nuestra parte trae muchos reveses en la práctica espiritual. La mayor parte de nosotros tiene ideas románticas: «Ahora soy malo; pero, algún día, cuando yo cambie, seré bueno». ...

Transmutar el temor

P: ¿Cómo se transmuta en acción el temor o la paranoia que estorban la espontaneidad?

R: No hay triquiñuelas especiales que nos ayuden a triunfar sobre esto o aquello a fin de lograr cierto estado de ser. Se trata de un solo salto. El que la persona entienda realmente que se encuentra en un estado de paranoia, presupone una comprensión subconsciente profunda y subyacente de otra dimensión, un presentimiento del otro aspecto que tiene el temor en su mente. Entonces tiene que dar el salto en serio. Cómo se da el salto es algo muy difícil de explicar en palabras. Simplemente hay que hacerlo. Es como si de pronto lo empujaran a uno y lo hicieran caer en un río y con eso uno descubriera que podía nadar; uno cruza el río a nado y eso es todo. Pero, si uno regresara al río e intentara practicar, probablemente no podría nadar. Todo es cuestión de espontaneidad, de usar la inteligencia que ya está ahí. El acto de saltar no se puede explicar con palabras; está más allá de las palabras. Pero es algo que ustedes podrán hacer si de veras están dispuestos a hacerlo, si se ponen en la situación que va a exigir el salto y de alguna manera logran entregarse a ella.

P: Si uno tiene miedo y se deja llevar por el temor, uno es consciente de su propia reacción y no se quiere perder en ella, quiere mantenerse consciente y al mando de la situación. ¿Qué puede hacer uno?

R: El asunto es reconocer primero la presencia de esa energía, que también es la energía del salto. Dicho de otra manera, en vez de huir del temor, uno tiene que meterse completamente en él y comenzar a sentir las cualidades ásperas y toscas de la emoción.

P: Es decir, ¿hacerse un guerrero?

R: Sí. Al principio puede que uno quede satisfecho con percibir lo absurdo de una emoción, con lo cual se disiparía. Pero esto todavía no basta para efectuar la transmutación del vajrayana. Uno tiene que ver en las emociones la cualidad de «la forma es la forma». [10] Una vez que uno logra percibir las emociones correctamente, desde el punto de vista de «la forma es la forma, la emoción es la emoción», sin apegarse a ideas preconcebidas, una vez que uno ve la cualidad desnuda de las emociones como son en sí mismas, entonces está preparado para el salto. No requiere un gran esfuerzo. Ya uno ha sido entregado al salto, por decirlo así. Esto no quiere decir, desde luego, que si uno tiene rabia puede ir y cometer un asesinato.

[10. En contraste, «la forma es la vacuidad».]

P: Dicho de otra manera, ver la emoción como lo que es, en vez de entregarse a una reacción dispersa o intensa a la situación.

R: Sí. Verá usted, nosotros no percibimos correctamente las emociones aunque estamos completamente llenos de ellas. Si nos dejamos llevar por las emociones y huimos de ellas con algún tipo de actividad, eso no es conocerlas correctamente. Tratamos de escapar o de reprimir nuestras emociones porque no soportamos estar en ese estado. Pero el vajrayana habla de mirar correcta y directamente a la emoción y sentirla en su cualidad desnuda. No hay que transmutarla literalmente. De hecho, percibimos en las emociones su cualidad de transmutación inherente: «la forma es la forma». Esto es algo demasiado sutil y bastante peligroso; no debemos andar tirándolo por aquí y por allá. ...

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Milarepa

Milarepa statue
Milarepa

Milarepa [11] se dedicó con intensidad a la práctica de transmutar las energías y las emociones. De hecho, cuando leemos Los cien mil cánticos de Milarepa, toda la primera parte de la obra trata de las experiencias de Milarepa con esta práctica. En la «Historia del Valle de las Joyas de Roca Roja», Milarepa acababa de irse del lado de Marpa para retirarse a meditar solo. Esta podría llamarse su «etapa de adolescencia», porque todavía tenía que depender de un guru personal. Marpa todavía hacía las veces de un padre. Ya se había abierto y entregado a Marpa, pero ahora le faltaba aprender a transmutar las emociones. Todavía se aferraba a las nociones del «bien» y el «mal», y así el mundo todavía aparecía ante sus ojos con el disfraz de los dioses y los demonios.

[11. en.wikipedia.org/wiki/Milarepa ]

Cuando estuvo dispuesto a aceptar los demonios y los dioses y las diosas como lo que son, Milarepa los transmutó. Se hicieron dakinis, o energías de vida. Toda la primera parte de Los cien mil cánticos de Milarepa trata de cómo Milarepa llegó a dominar la transmutación, de su habilidad creciente para abrirse al mundo como éste es, hasta que finalmente conquista a todos los demonios en el capítulo titulado «El ataque de la diosa Tserinma». En este capítulo, miles de demonios se juntan para aterrorizar y atacar a Milarepa durante su meditación, pero él les predica, está abierto y acogedor, dispuesto a ofrecerles todo su ser, y así quedan todos subyugados. Hay un momento en el cual cinco demonias comienzan a darse cuenta de que no pueden asustar a Milarepa y le cantan:

Si nunca surge en tu corazón
la imagen de un demonio,
no tienes que temer las huestes demoníacas.
Lo primordial es que domes desde dentro tu corazón
En la senda escarpada del temor y la esperanza
te esperan emboscados ... [12]

[12. Referencia de Trungpa: Garma C. C. Chang, The Hundred Thousand Songs of Milarepa (New York, 1962), p. 306.]

Más tarde, Milarepa dice: «En cuanto a lo Último, o la naturaleza verdadera del ser, se refiere, no hay ni budas ni demonios. Quien logra liberarse del temor y la esperanza, el mal y la virtud, comprenderá que la confusión mundana es, por naturaleza, insustancial y sin fundamento. Entonces el samsara nos parecerá ser la mismísima mahámudra...»

El resto de Los cien mil cánticos de Milarepa trata del crecimiento de Milarepa como maestro y de su relación con sus discípulos. Cerca del final de su vida había perfeccionado completamente el proceso de la transmutación, hasta el punto que se le podía llamar vidyadhara o «poseedor de la sabiduría chiflada». Ya no se dejaba cimbrear por los vientos de la esperanza y el temor. Los dioses y las diosas y los demonios, sus propias pasiones y las proyecciones externas de éstas, habían sido subyugadas y transformadas totalmente. Ahora su vida era una danza continua con las dakinis.

Finalmente, Milarepa alcanzó la etapa de «perro viejo», su logro más elevado. La gente podía pisotearlo, usarlo como un camino, como el suelo; siempre estaría allí para este fin. Trascendió su propia existencia individual, de manera que, según leemos en sus últimas enseñanzas, sentimos la universalidad de Milarepa como paradigma de la iluminación.

[ fin ]

Tambien ver Trungpa: La via difícil

 

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