Capítulo 9

Constitución, y Como Pensar

Prieuré, 17 de enero, 1923

This page in English: Constitution, and How to Think

Todo animal trabaja de acuerdo con su constitución. Un animal trabaja más, otro menos, pero todos trabajan tanto como le es natural a cada uno. Nosotros también trabajamos; entre nosotros, unos son más capaces para trabajar, otros menos. Quienquiera que trabaje como buey es inútil y quienquiera que no trabaje es igualmente inútil. El valor del trabajo no reside en la cantidad sino en la calidad. Por desgracia, debo decir que no toda nuestra gente trabaja lo suficientemente bien en lo que respecta a calidad. Sin embargo, ojalá que el trabajo que han hecho hasta ahora les sirva como fuente de remordimiento. Si sirve como causa de remordimiento, será útil; si no, no sirve para nada.

Todo animal, como ya se ha dicho, trabaja de acuerdo con la clase de animal que es. Cierto animal —digamos, un gusano— trabaja sólo mecánicamente; no se puede esperar más de él. No tiene otro cerebro que el mecánico. Otro animal trabaja y se mueve únicamente por el sentimiento; tal es la estructura de su cerebro. Un tercero percibe el movimiento, que es llamado trabajo, sólo a través del intelecto y no se puede exigir nada más de él, ya que no tiene otro cerebro; no puede esperarse nada más, puesto que la naturaleza lo creó con esta clase de cerebro.

Así pues, la calidad del trabajo depende del cerebro que haya en él. Cuando consideramos las diferentes clases de animales, encontramos que hay animales unicerebrales, bicerebrales y tricerebrales. El hombre es un animal tricerebral. Pero a menudo sucede que aquel que tiene tres cerebros debe trabajar, digamos, cinco veces más que el que tiene dos cerebros. El hombre ha sido creado de tal manera que se exige más trabajo de él de lo que puede producir según su constitución. No es culpa del hombre, sino culpa de la naturaleza. El trabajo tendrá valor sólo cuando un hombre dé hasta el límite de su posibilidad. Normalmente, en el trabajo del hombre se necesita la participación del sentimiento y del pensamiento. Si falta una de estas funciones, la calidad de su trabajo estará en el mismo nivel de quien trabaja con dos cerebros. Si un hombre quiere trabajar como hombre, debe aprender a trabajar como hombre. Es fácil precisar esto —tan fácil como distinguir entre un animal y un hombre— y pronto aprenderemos a verlo. Hasta entonces, tienen que confiar en mi palabra. Todo lo que necesitan es discernir con su mente. Digo que hasta ahora ustedes no han estado trabajando

como hombres; pero existe una posibilidad de aprender a trabajar como hombres. Trabajar como un hombre significa que un hombre siente lo que hace, y piensa por qué y para qué lo hace, cómo lo está haciendo ahora, cómo debería haberlo hecho ayer y cómo hoy, cómo tendría que hacerlo mañana y cómo en general es mejor hacerlo —y si hay una forma mejor. Si un hombre trabaja correctamente logrará hacer su trabajo cada vez mejor. Pero cuando una criatura bicerebral trabaja, no hay diferencia alguna entre su trabajo de ayer, de hoy y de mañana.

Mientras estábamos trabajando, ni un solo hombre trabajó como hombre. Pero para el Instituto es esencial trabajar de un modo diferente. Cada uno debe trabajar para sí mismo, ya que otros no pueden hacer nada por él. Si uno puede hacer, digamos, un cigarro como un hombre, uno ya sabe cómo hacer una alfombra. Al hombre le es dado todo el aparato necesario para hacer cualquier cosa. Todo hombre puede hacer cualquier cosa que otros pueden hacer. Si uno puede, todos pueden. El genio, el talento, todo eso es un disparate. El secreto es sencillo; hacer las cosas como un hombre. Quien puede pensar y hacer las cosas como un hombre, puede, de inmediato, hacer igualmente bien una cosa como otro que la ha estado haciendo durante toda su vida, pero no como un hombre. Lo que uno ha tenido que aprender durante diez años, otro lo aprende en dos o tres días y, entonces, lo hace mejor que aquel que pasó su vida haciéndolo. He conocido gente que, antes de aprender, trabajaron toda su vida pero no como hombres; pero, cuando aprendieron, fácilmente podían hacer tanto el trabajo más fino como el más burdo, trabajo que nunca antes habían visto siquiera. El secreto es pequeño y muy fácil: uno debe aprender a trabajar como un hombre. Y eso sucede cuando un hombre hace una cosa y, al mismo tiempo, piensa en lo que está haciendo y estudia cómo debiera hacerse y mientras lo hace, se olvida de todo; de su abuela, su abuelo y de su cena. Al principio, es muy difícil. Les daré indicaciones teóricas de cómo trabajar, el resto dependerá de cada individuo. Pero les advierto que les diré solamente tanto como pongan en práctica. Mientras más sea puesto en práctica, más les diré. Aun cuando la gente trabaje de este modo por sólo una hora, hablaré con ellos tanto como sea necesario, hasta veinticuatro horas, si es necesario. Pero aquellos que continúen trabajando como antes, ¡al diablo con ellos!

Como dije, la esencia del trabajo correcto de un hombre consiste en el trabajo al unísono de los tres centros: motor, emocional e intelectual. Cuando los tres trabajan juntos y producen una acción, esto es el trabajo de un hombre. Hay mil veces más valor aun en lustrar el piso como debiera hacerse que en escribir veinticinco libros. Pero antes de empezar a trabajar con los tres centros y de concentrarlos en el trabajo, es necesario preparar cada centro por separado, de manera que cada uno pueda concentrarse.

Es necesario entrenar el centro motor para que trabaje con los otros. Y uno tiene que recordar

que cada centro consiste de tres partes.

Nuestro centro motor está más o menos adaptado.

El segundo centro, en lo referente a dificultades, es el centro intelectual y el más difícil es el emocional. Nosotros ya empezamos a lograr algo en las cosas pequeñas con nuestro centro motor. Pero ni el centro intelectual ni el emocional pueden concentrarse en modo alguno. Lograr reunir los pensamientos en una dirección deseada no es lo que se quiere. Cuando lo logramos, se trata de una concentración mecánica, la cual todos pueden tener, y no de la concentración de un hombre. Es importante saber cómo no depender de las asociaciones y, por tanto, empezaremos con el centro intelectual. Ejercitaremos el centro motor prosiguiendo con los mismos ejercicios que hemos hecho hasta ahora.

Antes de seguir adelante, sería útil aprender a pensar según un orden definido. Que cada uno tome un objeto. Que cada uno de ustedes se haga preguntas relacionadas con tal objeto y las responda de acuerdo con su conocimiento y con su material: [1]

1) Su origen

2) La causa de su origen

3) Su historia

4) Sus cualidades y atributos

5) Objetos conectados y relacionados con él

6) Su uso y aplicación

7) Sus resultados y efectos

8) Lo que el objeto explica y prueba

9) Su fin o su futuro

10) La opinión de usted y la causa y motivos de ésta.

 

[1. Una versión extendida de esta lista fue publicada en Entrenamiento práctico de la memoria (Practical Memory Training, 1916) por 'Theron Q. DuMont', un seudónimo utilizado por William Walker Atkinson. Consulte la Lección 22, "Asociación eficiente" (inglés):  /new-thought/dumont-memory/22-efficient-association.htm#higher-analysis ]

 

[ fin ]

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